Bag Full Of Dreams ||YoonMin||💛 EN EDICIÓN.

Eso no sería digno de un príncipe.

—¡Carajo, le faltan páginas! —Brendan gruñe al ver las 3 hojas faltantes en su libro.

Sólo espera no haberse perdido de algo importante antes de continuar con su lectura.

Aburrido.

Ese lugar era lo menos parecido a una fiesta que había conocido antes. La música era aburrida, el elegante salón era aburrido, la gente era aburrida, sus vestidos, sus trajes, sus risas, sus charlas. Vaya, ¡Todo! Y aun no le hablaba a la única razón por la cual fui.
Decidí refugiarme en comer en la mesa de la familia. Estaba yo sólo gozando de aquella jugosa pierna de cerdo bañado en salsa con receta secreta, hasta que vi por el rabillo de mi ojo a un joven con traje sentarse a mi lado con movimientos torpes.

—¿Aún estás enojado conmigo? —preguntó con la voz lánguida.

Al mirarlo de reojo me tope con esa cara de misericordia que normalmente me provocaba ternura pero en ocasiones como esa me parecía desagradable. Además estaba tan cerca de mí que era cruel.

—No estoy enojado contigo. Estoy decepcionado —me llevé un bocado tan grande de carne que manché mis cachetes de salsa.

—Perdón.

—No es a mí a quién le debes una disculpa, ¿no te parece? —levanté mi ceja con desdén mientras limpié mi rostro y dedos en la aburrida servilleta.

—Lo sé —se alejó y se dejó caer en el respaldo.

—Tu padre le envió una carta amenazandolo de que si te volvía a contratar, lo demandaría.

—Lo sé...

—¿Y no hiciste nada?

—Ya lo hice. Lo mejor para todos era irme con mi padre a su trabajo. Así le evito más problemas a ti y al señor Rodgers. Espero algún día disculparme y que no me odie.

—No te odia.

—Yo lo haría.

Vi sus labios formando un pequeño puchero y sus ojos más brillosos de lo común. A veces quería tomarlo de su estúpida corbata y abofetearlo, sin embargo le tenía tanta comprensión que me hacía entrar en conflicto conmigo mismo. Tal vez si yo tuviera el mismo padre que él, haría cosas similares.

—¿Cómo te va en tu nuevo trabajo? Ya no nos vemos.

—Sólo llevo cuatro días ahí —las comisuras de sus labios se levantaron.

—Para mí se sienten una eternidad.

—Bueno también para mi —se enderezó—. No hay nadie de mi edad y prácticamente hago lo mismo que hacia allá, como mandar recados, planos y cosas así, pero sin la parte divertida. Extraño la barbería.

—Sabes. Tendremos una salida el sábado por si quieres ir.

—¿Ah, sí?

—¡Sí! Thomas accedió aún así sabiendo que probablemente no irías tú —comí con una enorme sonrisa en mi boca—. Tal vez Davis tiene razón y al fin se está dejando querer. Es en sábado, tú día de descanso, por favor ven.

—Vaya, eso suena muy bien. Veré que le invento a mis padres para poder ir.

—¿Inventar?

—Sí, la cosa es que... —frotó sus manos mientras vacilaba con la mirada —ya no quiere que salga contigo sin que ellos estén.

—Pff —rodeé los ojos.