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Llevaba horas despierto, no podía dormir, hace días que no puede hacerlo. Y lo odiaba. Jisung odiaba el insomnio más que cualquier otra cosa; estar ahí recostado con la cabeza dando miles de vueltas, martillando su comodidad y absorbiendo sus únicos momentos de descanso.

Su cama estaba a un lado de la ventana así que se encontraba recostado en posición fetal en dirección a ella, viendo como la luz del exterior se pegaba a las cortinas y las hacía parecer brillantes. Sin embargo, su atención no estaba precisamente en aquellas telas, sino en los miles de pensamientos que rondaban su cabeza.

Repasaba la conversación con Felix del día anterior, tal vez tenía razón pero lo que Jisung necesitaba en ese momento era sentirse apoyado. Al menos una vez en su vida. Pero Felix no quería siquiera hablar, y no quería culparlo pero Jisung no estaba pidiendo algo malo, solo quería que se le escuchara. Quería hablarlo con Felix porque el naranja también lo vivió y así podía soltar un poco la cuerda que amarraba sus pensamientos.

Es por esto es que no le había quedado otra opción más que acudir a ellos.

Siempre había escuchado a su madre hablar y hablar. Desde que era niño, su madre ha tenido la primera y última palabra. No recordaba mucho sobre su infancia pero puede asegurar que antes no era así. Era feliz. Todo cambió desde que su padre murió y su madre quedó atrapada en el duelo y tristeza, arrastrando a Jisung hacia aquel lugar sin darse cuenta. La casa se había vuelto apagada, sin vida, y las risas que antes reinaban fueron remplazadas por un silencio que hablaba por todas las palabras guardadas.

Cuando el pelinegro había cumplido diez años, su madre le mandó a llamar a su despacho. Jisung podía recordar claramente haber tenido miedo y sudar frío mientras estaba sentado frente a ella. En un inicio, le dió aquella plática que tantas veces había escuchado. Aquella que decía que estaba haciendo lo posible por mejorar su status y que con eso él sería feliz; que aquel don que se le había otorgado en su voz sería lo que les ayudaría. Aunque a estas alturas Jisung ya no sabía si felicidad era exactamente lo que le esperaba en un futuro. Sin embargo, lo que más marcó aquella conversación y por lo que ahora mismo se encontraba sudando con respecto a lo que haría en cuánto saliera el sol, fue lo que su madre comentó después.

Cuando estaba a punto de salir de su despacho su madre volvió a llamarlo, haciéndole volver a sentarse en aquella fría y dura silla.

-Hay algo que debo comentarte antes de que te vayas- comenzó a hablar Irene- hemos hecho esto por ti, y por ello no debes decepcionarme Jisung. Si hemos planeado tu futuro es para que no termines en alguna otra vocación que haga que la gente hable de nosotros.

-¿Que hablen de nosotros?- un pequeño Jisung preguntó.

-Verás Jisung, tu y yo somos la creación de una divinidad, de un Dios todo poderoso, y por ello es que debemos respetar su creación y todo lo que está a nuestro alcance, si intentamos buscar más allá, es como si estuvieramos cuestionando su autoridad.- el pequeño la miró sin comprender que camino tomaría la plática, ella suspiró y comenzó a hablar nuevamente. - Los doctores, las personas que investigan y analizan Jisung, son gente que indagan en cosas que están más allá de su entendimiento, creyéndose una especie de Dios que puede decidir cuando muere la gente, salvando las enfermedades que el señor ha puesto en sus pacientes por alguna razón. Ellos quieren superarlo.- su mirada hizo a Jisung encoger y por un momento le dió la razón, tal vez tenía razón- Pero no te preocupes, por eso tu padre trabajó duro y yo lo hago también, tu serás el reconocido cantante angelical Han Jisung y no tendrás nada más que hacer que asistir a las fiestas de socios e invitar a salir a sus hijas para seguir expandiendo tu poder y renombre cuando yo ya no esté aquí.

Su madre miraba la pared, como si visualizara aquel sueño, aquel que decía ser de Jisung pero que éste jamás pidió.

Toda aquella noche Jisung se la pasó pensando en las palabras de su madre y en que tal vez tenían un grado de verdad, pues ¿para qué los humanos queríamos salir de nuestra zona de confort al descubrir algo nuevo? Estamos bien con lo que tenemos y eso es lo que importa.

𝐻𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑏𝑜 ~ 𝑀𝑖𝑛𝑠𝑢𝑛𝑔 🍁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora