Jisung estaba a un toquido más en la puerta de lanzar un zapato hacia la misma. Parecía que se había vuelto costumbre el ser despertado con esos golpes alterados en su puerta.
Sin embargo, el miedo ingreso en cada poro de su ser cuando, sumado a los toquidos insistentes, la voz molesta de Irene y el meneo insistente de la perilla se hicieron presentes.
-Han Jisung ¿por qué has trabado la puerta? Ya habíamos hablado de esto.- Aunque quería sonar tranquila, era obvia la molestia en cada palabra de la mujer.
Minho se levantó totalmente alarmado. Y Jisung, aunque estaba realmente preocupado, no pudo evitar hacer a un lado su miedo al notar lo lindo que el mayor lucía al despertar. Su cabello alborotado, los labios levemente abultados y sus ojos desorientados y brillantes lo hacían lucir como la imagen perfecta de la vista que quería tener todos los días al despertar.
Minho giró su vista hasta Jisung, lanzando una mirada asustada. Sin embargo, Jisung soltó una pequeña risa. Ya no le preocupaba lo demás, quería conservar esa vista en su mente el mayor tiempo posible. Afortunadamente, su risa se contagió al mayor, Minho rió levemente y Jisung sintió que su corazón ya no soportaría más. Ver a Minho reír tímido, mostrando sus grandes dientes frontales y arrugando sus ojos, era demasiado para su débil corazón.
Jisung no se resistió y se acercó al mayor para capturar sus labios en un suave beso, sin movimiento, solo disfrutando de la suavidad de la piel contraria. Irene seguía empujando la puerta con insistencia y gritando cosas que ya ninguno escuchaba. Era pacífico estar de aquella manera. Si aquel fuera su último día, antes de viajar al infierno, estaban seguros de que se irían más que felices.
Se separaron más por deber que por nada. Minho quiso tomar su ropa rota y vestirse pero Jisung se lo impidió. Corrió hasta donde dejaban la ropa que tirarían y tomó un conjunto que sabía su madre ya no recordaría como para sospechar.
-Llévate el pijama, puedes quedártela también.
-Te veré mañana Sung, te extrañaré hasta entonces.
Minho habló colgado en el marco de la ventana. Ese era su preciado día de descanso así que no se verían hasta la mañana siguiente. Y por primera vez Minho quería que el tiempo pasara rápido.
-Te amo Min, ve con cuidado a casa. Yo te esperaré aquí.
El pelinegro se acercó a la ventana y besó con cariño a su amante antes de que el mismo se lanzara hacia el árbol que tantas veces había sido guardián de su secreto.
Cuando vio a Minho caer en el fino pasto y correr hacia la calle, el escudo que se creaba junto al mayor se evaporó. Haciéndolo caer de nuevo en la realidad, escuchando el sonido insistente de su madre en la puerta.
Camina hacia dicho lugar, sin arreglar su ropa o la habitación, estaba cansado de fingir que era la persona más pulcra. Abrió y encontró lo que esperaba. Su madre totalmente molesta le comenzó a recriminar su aspecto, el de la habitación, por tener la puerta cerrada, por respirar. O tal vez eso último era lo que Jisung pensaba que faltaba para que su madre estuviera contenta.
No escuchaba lo que decía, veía sus ademanes molestos y la arruga en su frente que salía cada vez que discutían pero por primera vez Jisung dejó de oírla. Se sabía el discurso de memoria, no necesitaba que volviera a repetirselo.
Sabe que está sospechando cosas pero que al mismo tiempo se considera paranoica porque es algo imposible. Jisung no hablaba. Si quería sospechar su verdadera naturaleza, que el verdadero Jisung estaba harto, que lo hiciera. Ya no importaba nada. Tenía a Minho y eso era suficiente.
Asintió casi en automático, sabiendo que su madre se creería aquel gesto y que Jisung realmente estaba aprendiendo de su error.
Cuando la vio más tranquila habló. No iba a dejar que ella siempre tuviera la última palabra. Que él tuviera que guardar silencio y esperar a que terminara de insultarlo.
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𝐻𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑏𝑜 ~ 𝑀𝑖𝑛𝑠𝑢𝑛𝑔 🍁
Werewolf"Y ahí estaba de nuevo. Con su postura encorvada, sus grandes colmillos, sus orejas picudas, su respiración de bestia, su pelaje asqueroso, sus garras afiladas, sus ojos brillantes y su hambre insaciable. Su sed de sangre. Aquella noche, era luna l...