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La lluvia pintaba la mañana más desolada de lo que en realidad era. O tal vez, Jisung quería culparla por su sentir. La tarde anterior Minho había salido despavorido sin dirección concreta y ahora ya llevaba unos minutos de retraso en su llegada. Afortunadamente su madre había comentado que no se sentía bien, por ello no bajó a desayunar y no notó la ausencia del castaño.

Jisung por su parte si lo había hecho, tenía un sentimiento raro en su estómago. Bebía un té en la cocina, simulando que veía la lluvia caer cuando solo buscaba algún rastro del castaño.

Al cabo de unos minutos sus plegarias fueron escuchadas pues logro vislumbrar a Minho correr hacia su casa, protegiéndose de las grandes gotas con un pedazo viejo de madera. Sin pensar Jisung se puso de pie y corrió hacia la puerta donde los empleados entraban que justamente estaba siendo abierta por el castaño. Lo vió aventar el pedazo de madera con fuerza y tratar de escurrir sus ropas lo máximo posible para no dejar rastro de agua. Entonces decidió hablar.

-Minho...

-Joven Han.- Minho lo interrumpió claramente asustado haciendo una reverencia y hablándole formalmente- Lamento mi retraso, no volverá a ocurrir.

Jisung estaba por decirle que no pasaba nada cuando notó que Minho traía nuevamente heridas profundas en su cuerpo y su ropa lucía desgastada. Aún cuando era la misma del día anterior, estaba muy sucia.

-Minho...- Quiso volver a hablar pero nuevamente fue interrumpido por un castaño que ni siquiera lo miraba.

-Lamento nuevamente mi retraso, si me permite iré a ponerme al corriente con mi trabajo.

Hizo una reverencia y salió rumbo a su cuarto donde se encerró y no se le vió salir hasta que tuvo que irse, más temprano para su suerte, ya que no había tantos pendientes. Y es que Han ingreso en varias ocasiones a la habitación tratando de sacar plática con el chico pero solo recibía monosílabos de respuesta. A la salida, Jisung intentó detenerlo pero no lo logró pues Minho esta vez fue más rápido.

Los días siguentes no fueron muy diferentes. Minho había vuelto a ser el chico callado que conoció en un inicio. Incluso cuando lo acompañaba en su habitación de trabajo sus pláticas no iban más allá de un intercambio de dos palabras. Habían regresado al inicio.

Jisung sabía que había algo que alejaba al chico y esa situación tenía que ver con lo que ocurrió aquella noche que salió corriendo de la casa. Tal vez Minho estaba en problemas y se metía en peleas por lo mismo. O tal vez Minho era presa de las situaciones de robo que ocurría en los barrios bajos. Sea cual sea la situación que estuviera viviendo Jisung lo quería ayudar, hacerlo sentir cómodo y nuevamente seguro a su alrededor. Estaba seguro que entre los dos podrían solucionarlo.

Afortunadamente y, casi como milagro del cielo, la oportunidad perfecta llegó a su puerta junto al cartero. Jisung había sido llamado para presentarse en el pueblo continúo en una semana y aquello solo significaba una cosa: podría llevar a Minho y hablar con él, hacerlo sentir mejor.

En cuanto su madre le informó que su presencia era solicitada corrió hacia la habitación de Nani a quien encontró en su habitación acomodando sus ropas para dormir, corrió hacia ella y se acomodó a su lado. No sabía cómo pedirle que le ayudara llevar al chico de sus sueños con él.

-¿Y qué ocurre ahora?- Nani preguntó mientras dejaba de acomodar sus ropas y se daba media vuelta.

-Nani usted sabe que la quiero mucho...

-¿Que necesitas?- Cortó sin ser grosera, incluso lo miraba con una sonrisa.

-Quieren que El Ruiseñor cante en la apertura del mercado de Wondaeri, lo que significa que en una semana debemos ir...- Divagó mientras hacía un dibujo invisible con su dedo sobre el brazo cálido de Nani.

𝐻𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑏𝑜 ~ 𝑀𝑖𝑛𝑠𝑢𝑛𝑔 🍁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora