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Llegó un día nuevo, un mes nuevo y con ellos, un Minho nuevo.

Desde que despertó, se prometió que de ahora en adelante trataría de cambiar su personalidad. Trataría de ser más conversador, al menos hasta donde pudiera pues no quería presionarse.

En cuanto llegó a la casa Han, todos notaron la nueva vibra que Minho traía consigo pues pasó de ser el chico solitario que solo se dedicaba a picar lo que se le indicaba, a ser amigable y platicador.

Claramente podía verse que le costaba, sonrojandose cuando no entendía alguna broma o sudando cuando no sabía cómo seguir una conversación banal. Pero se notaba la intensión de querer ser participe en las charlas chismosas de las mañanas. Sonriendo tímido cuando intervenía pero sintiéndose seguro cuando las demás chicas de la cocina le alentaban a seguir hablando y opinando.

Después de que entregaran el desayuno a los Han, Minho lavó los trates para que Nani pudiera descansar y después de eso, finalmente pudo sentarse a desayunar.

Comió en su lugar habitual, a un lado de la ventana. Y justo en ese momento fue cuando se permitió perderse en sus pensamientos, los cuales no fueron negativos como otras tantas veces, ahora se sentía un poco feliz al recordar pequeños chistes que habían contado con anterioridad. Sin saberlo una pequeña sonrisa se dibujo en su rostro.

Había un sentimiento cálido en su pecho al recordar como por fin había sido participe de un grupo de personas, dónde pudo hablar, reír y opinar sin ser juzgado o visto de mal manera. Se habían sentido bien los momentos donde las chicas se reían de sus chistes y aunque nunca le gusto la atención, se sintió bien el hecho de que, cuando él hablaba, todas parecían mirarlo con curiosidad.

Feliz y con ganas de seguir su día así, terminó de desayunar y se encaminó hacia su habitación de trabajo donde al entrar pudo notar que una silueta reposaba tras la cortina de la ventana.

No hizo ningún ruido y se acercó hacia la persona pero justo antes de llegar a su lado, una tabla del piso rechino, haciendo que Jisung saliera de su escondite asustado.

-¡Joven Lee!- gritó asustado, mientras tomaba dramáticamente su pecho - si que me ha dado un susto, no lo escuché llegar.

En cualquier otra ocasión, Minho habría dicho algún monosílabo y habría ignorado la presencia del otro joven, pero está vez quería cambiar. Así que se sentó a su lado, viendo por la ventana la linda vista hacia el bosque que tenía.

-Lo lamento, usted también me asustó cuando entré. Ver una silueta tras la cortina recién entras a una habitación no es un muy buen recibimiento.- bromeó soltando una muy pequeña y delicada sonrisa.

Jisung lo miro fascinado, Minho había bromeado con él, y no solo eso ¡le había sonreído! ¿acaso hoy era el día opuesto?
Sea lo que sea, iba a tomar ésta oportunidad.

-Lo lamento, sé que dije que ya no entraría sin su consentimiento pero tardó demasiado en subir y me aburrí afuera, pensé que no habría tanto problema.- bajó la mirada algo apenado- Me disculpo por eso.

-No pasa nada joven Han, me alegro de que esté aquí.- soltó sin pensar y aunque estuvo asustado un momento por repentino comentario se dejó disfrutar por primera vez de decir lo que realmente sentía. Siempre había reprimido sus emociones que sentía bien liberarlas aunque sea un poquito.

Jisung por su lado, no supo cómo reaccionar, simplemente atinó a sonreír. Una sonrisa sincera. Pero es que seamos honestos, estaba acostumbrado a la personalidad fría y distante de Minho, así que recibir ese trato y comentarios por parte del castaño lo ponía nervioso.

Sin embargo, el pelinegro estaba feliz, por alguna extraña razón la presencia de Minho lo hacia sentir tranquilo. Era algo absurdo ya que lo conocía hace relativamente poco y pocas palabras eran las que habían compartido, pero esa conexión estaba ahí. Sentía como si ya hubiese convivido con él, como si lo conociera de hace mucho.

𝐻𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑏𝑜 ~ 𝑀𝑖𝑛𝑠𝑢𝑛𝑔 🍁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora