VIKTUURI
Amo a mi facción: Erudición, casa de sabios y conocedores, portando siempre este azul tan elegante que representa toda nuestra grandiosidad. Un azul tan pulcro e intimidante como nuestras mentes ¿Cómo no estar orgulloso de eso? ¿Cómo no a...
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POV YUURI
En verdad están saltando.
Minami, el pequeño cordial que conocí hace escasos minutos se encuentra muy alterado. No deja balbucear con temor cada vez que su compañero Guang le dice que tendrá que saltar.
— Me da miedo ¿Y qué tal si no caemos sobre el tejado? Si no llegamos caeremos y moriremos ¡Debe de haber otra forma de entrar al complejo!
— No lo creo Minami... deberás saltar o te quedarás sin facción.
— ¡No me importa! Prefiero ser un abandonado antes que quedarme sin facción. — Replica y yo ya me estoy hartando de escucharlo lloriquear.
— ¡No puedes dejarme solo! ¡Primero Leo y ahora tú!
Grita con fuerza y los demás trasladados ahora prestan atención al drama que los dos cordiales están creando. Todos claro, menos Viktor y su amigo. Ambos siguen mirando estupefactos como los osados de los vagones principales siguen saltando hacia esa cornisa. Sonríen y bromean sobre quién sabe qué y yo siento un nudo en el pecho ante la imagen.
Dejo de prestar atención a lo que sea que Guang esté diciéndole a Minami, mis ojos están fijos en ese para de eruditos. El rubio murmura algo y toma a Viktor del saco, quien se ríe y asiente mientras arrastra al otro unos pasos atrás. No puede ser ¿En serio van a saltar?
— Pichit... — Tomo del brazo a mi amigo que no ha dejado de intentar calmar a Minami y Guang desde que subimos al tren. Logro llamar su atención y sin decir nada, le señalo al par de eruditos. — Hay que saltar, ya.
Prácticamente lo arrastro a la orilla del vagón y compruebo que estamos cada vez más cerca. No nos queda tiempo, escuchamos a Viktor y Chris contar hasta tres antes de verlos correr a gran velocidad y saltar al exterior.
No decimos nada, así funcionan las cosas entre Pichit y yo. Damos varios pasos hacia atrás para tomar impulso y trato de no pensarlo mucho, solo me dejo llevar y salto junto a mi mejor amigo.
Tras un momento de ingravidez en el que siento mi corazón subir hacia mi garganta, mis pies se estrellan contra el suelo y el dolor me recorre desde el empeine hasta las rodillas. Permanezco en el suelo por varios segundos, con los ojos cerrados y escuchando los murmullos de los demás iniciados. Algunos vitorean y gritan emocionados, otros vociferan maldiciones tras el terror que sufrieron, y otros como Pichit y yo permanecen en el suelo, no muy seguros de cómo logramos saltar de un tren en movimiento hasta un tejado.
La grava bajo mi mejilla no es realmente cómoda, así que termino por soltar la mano de mi mejor amigo y ponerme lentamente de pie.
— Debo de admitir que fue algo divertido. — Suelto por fin aunque mi corazón no deja de latir desbocado. A mi lado Pichit se incorpora mientras suspira sonoramente.
— Divertido, pero no quiero volver a hacerlo.
— Tranquilo, supongo que lo peor ya ha pasado. — Respondo y entonces recuerdo al par de cordiales. Los busco con la mirada y mi corazón se tranquiliza un poco al ver a ambos en el suelo, llorando quedamente.
