Capítulo 20: Los niños de Zaun.

853 70 39
                                    

Vicky.

Por la mañana. Habitación de Jinx.
Fue una noche difícil, y más después de lo que había pasado con Silco, mi cabeza no dejaba de dar vueltas con respecto a él.

Me sentía humillada, ese hombre me había llevado en su terreno solo con palabras y pequeños gestos, me había dejado con las ganas como si pudiera tenerme cuando él quisiera.

No iba a dejar que ocurriera de nuevo, definitivamente.

Silco era una tentación que debía reprimir, y eso haría, fin de la historia.

"Pero sabes que le deseas" Mi conciencia hizo su trabajo de molestar, de nuevo.

Cállate, es mentira, es un cualquiera, y no me afecta en lo absoluto.

"Si, por eso estás recordando todo mientras te tocas en la ducha, pervertida."

Rodé los ojos y cerré el grifo, cortando el agua caliente que había estado cayendo sobre mi cuerpo durante los últimos diez minutos. Jinx había salido, pero me había dejado la llave de su armario para prestarme su ropa, y por suerte tenía aquí mi muda de emergencia de ropa interior (pues últimamente pasaba muchas noches junto a Jinx y tuve que traer parte de mi ropa aquí), que había dejado encima de la cama.

Envolví mi cuerpo en la gran toalla blanca y salí del baño de la habitación de Jinx, dejando una nube de vapor saliendo de este hacia la habitación. Me sentía refrescada y limpia, y suspiré sintiendo el frío que hacía ahora que había salido de la ducha.

Miré a la cama y fruncí el ceño, sintiendo el terror invadiendo mi cuerpo. No estaban. Ni la llave ni mis putas bragas.

"No me jodas" pensé.

Busqué en los cajones de la mesilla de noche, apretando la toalla contra mi cuerpo con una mano y rebuscando por todas partes con la otra.

—¿Buscas algo?— Como no, la voz de Silco se hizo presente.

Me sobresalté y asustada giré mi cuerpo, apretando la toalla contra mi cuerpo semi mojado. La alta figura de Silco estaba apoyada en el marco de la puerta, mirándome de arriba a abajo como un cazador a su presa. Estaba levemente encorvado y tenía las manos en sus bolsillos mientras su espalda tocaba la madera del marco de la puerta. Fruncí mi ceño enfadada y no contesté, esperando que fuese una jodida broma, cruzándome de brazos.

—¿Tal vez esto?— Sacó una de sus manos de su bolsillo y dio vueltas a la llave del armario de Jinx, poniendo el dedo índice en el orificio del extremo de la llave. Una sonrisa demoníaca se formó en su rostro.

Apreté mi mandíbula y no me moví del sitio.

—¿O es esto?— Preguntó con desdén poniendo una cara de total desinterés, sacando mis bragas de su otro bolsillo como si fuese completamente normal.

Las arrugó en su puño y las acercó a su rostro, aspirando su olor mientras me miraba directamente a los ojos.

—Dame eso, enfermo.— Dije seriamente. Soltó una risa y volvió a meter lo que ocupaba sus manos en sus bolsillos.

—Si lo quieres, ven a por ello.— Ordenó, cerrando la puerta detrás de él con su pie sin siquiera apartar la mirada de mí.

Di unas cuantas zancadas hacia él, enfadada, después de acomodar la toalla para no tener que sostenerla. Metí mis manos a sus bolsillos pegándole a la pared agresivamente, pero él lo impedía agarrando la llave y la prenda con sus manos, dentro de estos. Gruñí con rabia y agarré su camisa.

—¿Qué coño crees que estás haciendo, Silco?— Zarandeé su cuerpo recibiendo una simple sonrisa burlona de su parte.

—Divirtiéndome.— Se limitó a contestar. Con toda mi fuerza, giré su cuerpo y le tiré al suelo, cayendo encima de sus piernas y él, al tener sus manos en sus bolsillos, no pudo parar la caída. Inmovilicé sus brazos con mis muslos mientras el intentaba sacar sus manos de sus bolsillos.

My Enemy (Silco X OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora