Capítulo 6: Crisis.

739 84 88
                                    

La presión del agua comenzaba a hacer mi cuerpo más pesado, tragándome por completo. Moví lentamente mis piernas, intentando nadar, pero me hundía cada vez más en el agua negra por la oscuridad de la noche. Moví mis brazos, pataleé con fuerza, sentía el frío del agua calando mis huesos. Tardé en procesar todo lo que estaba ocurriendo, mi cerebro estaba analizando mi entorno.

Grité, solo para darme cuenta de que mi voz no salía. Solo quedaban burbujas del aire restante en mis pulmones, saliendo a la superficie. Intenté tocar la cinta de mi muslo en la que llevaba los cuchillos siempre, para encontrar que no estaba. Pero, de todas formas, ¿Contra qué iba a luchar?

Tan solo estaba yo misma, y un inmenso espacio lleno de agua.

La desesperación carcomía mi ser, mis ojos se abrieron al máximo cuando las ganas de toser se hicieron presentes. No sentí paz alguna cuando vi que el agua parecía no tener fin, no era igual que cuando tenía 16 años y estaba en ese río en el que casi me ahogo.

Tosí, una, dos, tres veces, pero no noté el agua entrando en mis pulmones.

De un momento a otro, dejé de sentir por completo. Cerré los ojos y cuando los abrí de nuevo, me encontraba en la superficie, con el ruido de una gran tormenta encima. Los rayos caían a lo lejos, iluminando de vez en cuando la escena de un color violeta claro.

Podía respirar.

Saqué mi cuerpo del agua, siendo sostenida por algo inamovible que acababa de estamparse en mis narices. Subí mi mirada para encontrarme una escena aterradora:

Ahí estaba él, Silco, de espaldas a mí.

Su gran figura masculina se erguía ante mi, haciéndome retroceder unos cuantos pasos. Sostenía una flor muy hermosa entre sus dedos, de color rojo. Creo que se trataba de un lirio.

La dejó caer al agua mientras me miraba y me abrazó abruptamente, rodeando mi cuerpo con sus brazos, tirándome al agua. Nos hundimos en las profundidades y parpadeé, su firme cuerpo sobre mí. Abrí los ojos y vi la flor desde dentro del agua, flotando en la superficie.

Súbitamente empezaron a florecer incontables flores idénticas a su alrededor. Silco ya no estaba frente a mi, y el agua se había convertido en un campo lleno de lirios rojos. El cielo azul estaba iluminado por un brillante sol, y la suave brisa recorría mi cuerpo ahora —de repente— seco.

El calor del Sol calentaba mis mejillas y estiré mi cuerpo, notando las mullidas flores acunandome. Rodé y mi cuerpo chocó de nuevo contra algo.

—Parece que estamos destinados a encontrarnos, ¿Eh?— La voz de Silco hizo que mi corazón retumbara fuertemente contra mi pecho.

Las piernas me temblaron, y el miedo invadió mi cuerpo. Pero la imagen frente a mis ojos calmó mi ser, Silco tenía sus brazos cruzados detrás de su cabeza, estaba estirado junto a mí mirando al cielo despejado. Giró su cara hacia la mía y nos quedamos observándonos unos segundos. Observé la mitad de su rostro arruinado, su ojo consumido por las toxinas.

Subí suavemente mi mano hacia su rostro, para acariciar sus cicatrices, pero en cuanto mi mano entró en contacto con su piel, me desperté. Estaba en mi habitación de nuevo.

Hacía frío, pero estaba sudando.

El sudor hacía que se me pegara el pelo al cuello y la frente, y mi respiración incontrolada empezó a hacer que tuviera ganas de llorar.

Mi habitación estaba a oscuras, pero el reloj de mi mesilla se iluminaba tenuemente. Eran alrededor de las cuatro de la mañana, y tras intentos fallidos de conciliar el sueño de nuevo, decidí ponerme a entrenar. Era la primera vez que me ponía a entrenar después de las dos semanas en cama, y lo estaba deseando.

My Enemy (Silco X OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora