Capítulo 2: Objetivo fijado.

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Si vas a cambiar el mundo, no pides permiso.
-Viktor.

[•••]

Había cumplido los dieciocho años para cuando puse en marcha mi objetivo. En el tiempo que pasó maduré, no solo físicamente, sino también mentalmente. Mejoré mis conocimientos sobre cómo funcionaba Zaun, sus relaciones comerciales, toda su historia, lo sabía casi todo. Y todo me llevaba a una sola conclusión, siempre: Silco.

Si quería mejorar Zaun, tendría que ser por medio de relaciones sociales, sí o sí. Y Silco era el único con suficiente poder como para hacer algo que influenciara en Piltover. Como tenía a Jinx de mi parte, por suerte, pensé que podría ir haciendo cosas menores hasta que tuviera algo con lo que acercarme al Señor del Crimen.

El último año me había dedicado a investigarle, tanto a él como a sus hombres, a espaldas de Jinx. No quería que ella pensara que no confiaba en ella o algo parecido, simplemente no quería que ella estuviera involucrada en mis problemas u objetivos, aunque tarde o temprano tendría que pedirle ayuda. La cuestión es que ese cabrón se escondía debajo de las piedras, hasta llegué a pensar que no existía y solo era una leyenda urbana si no hubiera sido por Jinx. Lo más cercano a Silco que pude conseguir después de Jinx (que obviamente no usaría en su contra, no soy tan zorra) era a su segunda al mando, Sevika.

Por suerte para mí, Sevika era clienta en el burdel y por aún más suerte para mí, era clienta de Nina. Conseguí acercarme a ella por primera vez en el bar del burdel.

-Hola, ¿Puedo sentarme contigo?- Le pregunté dulcemente a la mujer que tenía en frente. Nos encontrábamos en uno de los reservados de la sala grande, ella sentada y yo de pie, a dos pasos de ella.

Pero tener a Sevika a mi disposición no había sido tan fácil como parece: primero, unas semanas antes, organicé una actuación en el burdel, una grande y hermosa, que llamara la atención. Después, le dije a Nina que le dijera a todos sus clientes que iba a haber una actuación a la que tendrían que acudir sí o sí. Nina hizo bien su trabajo y, después de la actuación, que fue un baile de telas -Mi especialidad- habían acudido todos sus clientes, desde Piltis hasta Barones Químicos. Me costó mucho montar todo ese circo por una persona. Pero si había montado todo eso por acercarme a Sevika, liaría una más gorda aún para acercarme a Silco.
Todo había ido según mi plan, así que no podía cagarla ahora.

La mujer morena me miró de arriba a abajo y le dediqué una bonita sonrisa, llamando su atención. Pasé un vaso por la mesa hasta dejarlo en frente de ella, al lado del suyo vacío. En el otro lado coloqué mi vaso, el cual contenía un poco de refresco.

Me senté sin esperar respuesta, y al no oírle quejarse, suspiré internamente.

-Bailas de maravilla.- Me tomó por sorpresa, no esperaba que me hiciera cumplidos.

Tomé un mechón de mi pelo entre mis dedos, jugando con el, agachando mi mirada. A la gente le encantaba si me hacía la tímida.

-¿Eso crees?- Reí de forma baja.

Al tiempo me hice su amiga, aunque ella me pagaba no hacíamos nada sexual, simplemente venía al burdel y nos encerrabamos en la habitación mientras jugábamos a las cartas, apostando o simplemente hablando. Nunca le pregunté explícitamente por Silco, sería demasiado sospechoso. Aún así, me di cuenta de que nuestra amistad era sincera, y que ella era una buena persona, leal, respetable y sincera. Me encantaba que tuviera agallas, y que me protegiera aunque no lo necesitara.

My Enemy (Silco X OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora