Capitulo 22

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- ¿Quién eres? – Le pregunté, ya que su rostro se me era vagamente conocido, sin embargo, también me parecía una persona extraña. 
- Tu otra yo – Me dijo. Me solté a reír. 
- Sí, claro. No puedes ser mi “otra yo”. ¡Yo jamás me pondría tacones tan altos! – Señalé sus pies. 
- Sí, bueno. Pero resulta que yo hago cosas que tú normalmente no harías. Como, por ejemplo, aceptar que me gusta Nicholas. 
- ¿Nicholas Hoult? – Vociferé, echándome hacía atrás. 
- ¿Lo ves? – Dijo de lo más tranquila – Tú no lo aceptar, pero yo sí. 
- Nicholas no me gusta… ¿Estás loca? ¡Es el novio de Blake! 
- Deja la histeria. Sabes que tengo razón. 
- Demente – Farfullé. 
- Bueno… ¿Y qué si no fuera el novio de Blake? ¿Aceptarías que te gusta?
- No – Ella rió y su risa burlona me incomodó. 
- Claro, porque si no fuera el novio de Blake, quizá no lo hubieras conocido – Pensó. 
- No me gusta Nicholas – Dije tajante. 
- Repítelo hasta que te lo creas, porque a mí no me engañas – Me sonrió.
- ¡Guarda silencio! 
- ¿Por qué? Nadie puede oírnos, solo estamos tú y yo. Si aceptas que Nicholas te gusta, dejaré de molestarte. 
- No – Me crucé de brazos.
- Como quieras – Se encogió de hombros – A fin de cuentas para eso estoy yo. 
- No sé de quién seas la otra parte, porque de mí no lo eres. 
- Como digas – Manoteó restándole importancia a mi comentario – Pero ten en cuenta que yo, si acepto que Nicholas me gusta y no olvides que si formo una parte de ti. 

El sudor me perlaba el rostro cuando me desperté jadeante entre las sábanas. Eso sí que había sido una pesadilla. Un extraño y loco sueño, nada más. Miré el reloj. Eran las ocho de la mañana.
Recordé los planes que tenía con Thomas y salí disparada de la cama para bañarme y vestirme. Salí entonces a buscar a Thomas pasadas de las nueve y media, y como siempre, esa bonita sonrisa en su rostro de ángel me alegró la mañana. 

- Hola – Me saludó. 
- Hola. ¿Listo para irnos? 
- Claro. 
Enredé mi brazo al suyo y nos encaminamos a su mustang antiguo, color negro. Me abrió la puerta, rodeo el auto para entrar él y una vez dentro, puso el auto en marcha. El motor rugió bajo nosotros y las llantas comenzaron a rodar. 
- ¿Por qué ayer hablabas tan bajito? ¿Quién no querías que te oyera? – Me preguntó. Solté una risita delicada y tonta, sentí como me enrojecí en lo mínimo. 
- Blake y Ni… Nicholas. 
- ¿Por qué?… Déjame adivinar, las especulaciones de Blake – Rió. 
- Eh… sí, eso. 
Me miró, aunque no parecía muy convencido debido a mí vacilar a la hora de responder. 
Llegamos a la plaza de San Marcos y bajamos a caminar. Saqué un par de fotografías de cada monumento mientras que la gente andaba de aquí para allá bajo el tenue y apenas visible sol de la ciudad de Venecia. 
- Thomas – Musité, como quien no quiere la cosa. 
- Dime. 
- ¿Alguna vez te ha gustado alguien… prohibido? – Me miré los pies al caminar, entre tanto que esperaba la respuesta de mi receptor. 
- ¿Prohibido? 
- Si, alguien que no te debe gustar – Vacilé al contestar. 
- Mhmm – Pensó – A los cuatro años me enamoré de mi tía – Rió, yo también lo hice. 
- Es en serio, Thomas. 
- ¿De quién pudiste haberte enamorado, _____? ¿De un padre? 
- Enamoramiento no, Thomas. Y de un padre tampoco – Lo fulminé con la mirada. 
- Bueno, está bien. ¿En quién te pudiste haber fijado? 
- Pues…
- ¿Nicholas? 
- ¿Qué? – Se me bajó la sangre de la cabeza hasta los pies y sentí como si fuera a tocar el piso. 
¿Cómo sabía? ¿Cómo pudo haber adivinado tan fácil? ¿Era yo tan obvia? 
Miré a Thomas temerosa y con labios trémulos, pero entonces me percaté de que Thomas no me miraba a mí, sino que su mirada se posaba lejos. Observando un punto fijo.
- ¿Ese es Nicholas? – Preguntó aún mirando a lo lejos. 
Seguí el trascurso de su mirada y pude visualizar a unos tantos metros, entre la gente que pasaba de un lado para otro, un cuerpo que me quitaba el aliento. Caí en la cuenta de que mis pensamientos habían funcionado mal y que Thomas no se refería a lo que yo había creído; sino que musitó el nombre de Nicholas porque a lo lejos lo vio.
- Creo que sí – Contesté – ¿Qué hace acá? – Pregunté. 
- A lo mejor salió a pasear, como nosotros… Hablémosle – Sugirió. 
Me tomó de la mano y me arrastró varios metros entre la gente hasta llegar a las espaldas de Nicholas, la perfecta y bien trabajada espalda de Nicholas, que no dejaba de lucir aún con la camisa que traía encima. Nicholas parecía como si buscase a alguien, ya que asomaba su cabeza sobre la de los demás. 
- Nicholas – Musitó Thomas, haciendo que el interpelado pegara un brinco. Se giró a vernos a mirarnos y abrió los ojos como platos – Perdón, no quería asustarte. 
- No… no hay problema – Tartamudeó y luego colocó su mirada en el entrelazado de dedos entre Thomas y yo. Su rostro dejó la expresión de nerviosismo y pasó a una con un ceño fruncido. 
- ¿Estás con alguien? Porque… se nos ocurrió que sería buena idea que anduvieras con nosotros, digo, si quieres – Dijo Thomas. 
- ¿Eh? – Subió la mirada – Ah, sí, claro. 
- Bien – Sonrió Thomas – Vayamos para allá – Señaló hacia la izquierda – Hay lugares que seguro te gustarán – Me dijo. 

Seguí a Thomas aún atada a su mano y Nicholas a mi lado. El corazón cantaba emocionado y palpitaba extraño, con alguna clase de latidos que yo desconocida pero que sin embargo, me llenaba de placer. 
- Qué casualidad haberte encontrado, Nicholas – Dijo de la nada Thomas. 
- Ah, sí, vine porque… – Se quedó en silencio de nuevo, repentinamente nervioso – Porque… quería… salir un rato – Terminó diciendo. 
- Nosotros igual, además de que ______ aprovecha para sacar estupendas fotografías ¿Verdad? – Me sonrió. 
Le devolví la sonrisa, porque la voz se me había ido y sólo podía escuchar los escandalosos latidos de mi corazón producidos por el perfumen tan varonil que Nicholas desprendía en cada paso que daba. 
- Por cierto, ______, no entiendo aun qué quieres decirme – Me dijo Thomas – No contestaste mi pregunta. 
- ¿Qué pregunta? – Dije, con el volumen de mi voz un tanto bajo. 
- ¿En quién te fijaste y por qué dices que es prohibido? – Inquirió.
Abrí los ojos de par en par, casi se me salían de las órbitas. Y Nicholas, quien estaba a mi lado, encaminando su paso con el mío, nos miró rápidamente. Íntegramente antento.
- Ehmmm… en… el… estem… ehmm – Tartamudeé. Las miradas de ambos se posaban en mí y la de Nicholas ni siquiera parpadeaba. 
- ¿En quién? – Volvió a preguntar Thomas. 
Lo fulminé con la mirada queriendo taparle la boca en ese instante, las manos comenzaron a sudarme ante la posibilidad de quedar en evidencia. 


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