Capitulo 32

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Algo me estrujó el estómago cuando pronunció su nombre. 
- Bueno, ¿y qué se supone que haga? Connor se ha vuelto en un amigo excelente y Thomas es una persona grandiosa. A Eli la conozco porque trabaja en el laboratorio de fotografía y es una chica sensacional. Así estoy bien, no ocupo tener tantas personas en una vida que pronto dejaré. No voy a quedarme a vivir en Venecia para siempre – Le dije. 
- Ya lo sé, lo que trato de decir es que deberías disfrutar el tiempo que estés aquí. 
- Eso hago, créeme. 
- Pero… 
- ¡Tu pizza está lista! – Canté al oír el pitido del horno – Me voy a dormir, te quiero, buenas noches – Le lancé un beso y me fui a paso apresurado a mi habitación. 

Me sentía culpable, porque la verdad era que no me entusiasmaba tanto la idea de pasar el día con Blake, al menos no si lo veía de la perspectiva de que no vería a Nicholas, o mejor dicho, de que no estaría yo sola con él. Me revolqué entre las sábanas de mi cama hasta que la apenas cálida luz del sol me llegó a los ojos. 
- Bestia – Los golpes en la puerta no fueron tan intensos, pero sí molestos. 
- Ya estoy despierta – Respondí de mala manera.
Salí de mi habitación y miré a Blake sonreírme, me sentí mal de nuevo. 
- ¿Cuáles son los planes de hoy? – Pregunté, totalmente desganada. 
- Conseguir un vestido elegante – Me dijo. 
- ¿Elegante? ¿Qué celebramos? – Inquirí, confundida. 
- El próximo domingo es el cumpleaños del señor Vittore y, ya sabes cómo son todas esas personas – Puso los ojos en blanco – Gastan hasta el último centavo para darle lujo al ambiente. 
- ¿El señor Vittore? – Traté de pronunciar el apellido con el acento que Blake había utilizado. 
- Si, es el dueño del hospital, Roberto Vittore – Explicó. 
- Oh… ¿Y? 
- Estamos invitados – Sonrió ampliamente. 
- ¿Invitados? – Quería saber a quiénes se refería. 
- Si, tú, Nicholas y yo. Quien por cierta ya debería estar aquí – Divagó, mirando el reloj de su muñeca. 
- ¿Nicholas? ¿Nos acompañará? – Hice un mohín. 
- Claro… ¿Quién nos dirá que nos vemos lindas con los vestidos? – Bromeó. 
- Pero Nicholas es… hombre. Sabes que no les gusta eso – Intenté encontrar una excusa creíble para que Nicholas no fuera con nosotras, yo no debía siquiera estar cerca de él. 
- Pero es mi Nicholas – Dijo y me dolió – Él está dispuesto a acompañarnos. 

Entonces el timbre sonó. El corazón me latió ansioso, presuroso y… angustiado. 
Blake corrió animosa hasta la puerta, mientras que yo me quedé allí parada, con ganas de correr en dirección opuesta. Después de la pequeña discusión que habíamos tenido ayer no sabía qué sentir pero entonces Blake abrió la puerta y la luz apareció en mis ojos, estaba él. Tan deslumbrante como siempre, usando una de sus camisas a cuadros desabotonada y con una remera gris debajo y un pantalón de jean ajustado. Hizo que el mundo se me volteara en un segundo cuando me miró. 
- ¡Amor! – Dijo Blake, sin duda feliz. Pero esta vez en darle un beso en los labios, se lo dio en la mejilla. Agradecí aquello, aunque la fierecilla igual se sintió celosa. 
- Hola – Me dijo Nicholas, le devolví el saludo con la mano.
- Ve a cambiarte, ______ – Me insistió Blake y sólo entonces caí en cuenta de que estaba en pijama, de nuevo – Nos espera un largo día.
Sonreí y sin decir nada me fui a mi habitación, haciendo un mohín mental por el adjetivo que Blake acababa de usar para calificar al día que me esperaba… largo. 
Me cambié: http://www.polyvore.com/cgi/set?id=107549654&.locale=es Y una vez lista, salí al encuentro con ambos.
- ¿Lista? – Preguntó Blake. 
Asentí. Era raro, como si me hubiera quedado sin la voz pero lo cierto es que me sentía realmente incómoda al recordar la discusión de ayer. Y al parecer no era la única, ya que Nicholas tampoco hablaba mucho. 
Nos fuimos en su Hybrid negra, Blake en el asiento del copiloto, claro y yo acurrucada atrás, mirando a través de la ventana polarizada. Recordé cuando íbamos solo los dos, y yo en lugar de Blake y deseé fervientemente que ahora, Blake se borrara de la escena y al instante me sentí terriblemente mal, traicionera. Suspiré empeñando el cristal negro. 
- _____, ¿tienes alguna idea para el vestido? – Me preguntó Blake. 
- ¿Eh? – Musité, encerrando mis pensamientos en algún cajón de mi mente. 
- Si… algún color que tenga ya en mente – Me miró.
- Oh, bueno… no, en realidad – Me encogí de hombros. 
- ¡Yo sí! – Anunció – Creo que escogeré uno en tono tinto – Me dijo, pero luego miró a Nicholas – ¿Te gustaría? – Le preguntó. 
- Te verías hermosa con ese color – Respondió. 
Algo me picó cerca del pecho, como si una aguja se me enterrara en el corazón: Me giré de nuevo a mirar hacia la ventana, tratando de ignorar la situación. 
Nicholas condujo hasta una calle que estaba repleta de tiendas de vestidos de gala, como si fuera alguna calle de Nueva York, así me pareció. 
Al bajar, Blake me tomó de la mano y me hizo apresurar el paso, emocionada, mientras que Nicholas nos seguía detrás. 
Entramos a una tienda que en sus vitrinas exhibía tres preciosos vestidos en maniquís blancos y sin cabeza. Al instante, la calefacción del lugar me abrigó el cuerpo, ya que había refrescado y no había tomado mi saco. 
- ¡Mira esos vestidos, _____! – Blake señaló hacia su derecha, mostrándome tres vestido en tono negro. 
- ¿Puedo ayudarle? – Preguntó una señora amable, que tenía el cabello color caoba acomodando en un peinado de estética, con un acento italiano apenas reconocible. 
- Si, estamos buscando vestidos para una fiesta elegante – Dijo Blake y luego le sonrió. 
- ¿De noche? 
- Si. 
- Síganme – Dijo ella y caminó más al fondo de la tienda.
Blake me hizo seña para que la siguiera y luego volvió a girarse para seguir a la señora. Apenas iba a dar el primer paso, su mano me ató del antebrazo, con fuerza pero sin causarme daño alguno, no hizo falta que me girara para comprobar que era Nicholas, conocía sus manos muy bien. 

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