Capitulo 28

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- ¡Hola! – Me sonrió, haciendo notar sus pómulos rojizos.
- Que bueno que llegaste – Dije y lo jalé de la mano para sentarlo conmigo. 
- Dime… ¿Qué pasa? 
- Bueno, tengo un muy, muy, muy grave problema – Farfullé. 
Sus celas se elevaron al mismo tiempo en un gesto de sorpresa pero luego pasó a ser un ceño fruncido bañado de un matiz de preocupación. 
- ¿Qué tipo de problema? ¿Qué es? – Inquirió, visiblemente atento. 
- Bueno… ¿Prefieres que te lo diga sin irme por las ramas? – Pregunté, a lo mejor así era más fácil para mí. Asintió – Creo que me gusta tu hermano – Dije casi hablando entre dientes, consumida por la vergüenza. 
- ¿¡Qué te gusta quién!? – Sus ojos verdes se abrieron al igual que su boca. 
- No me hagas repetirlo – Lo fulminé con la mirada. 
- ¿Estás enamorada de Nicholas? – Preguntó y su voz se mezcló con alguna chispa de arrebato repentino.
- No, no, no – Gesticulé – Enamorada, no – Negué rotundamente, meneando la cabeza – Solo, me gusta… mucho – Admití ruborizándome. 
- Vaya – Se recargó con aplomo sobre el respaldo metálico de la banca – Ahora somos compañeros del mismo dolor – Bromeó. 
- Connor, no estoy enamorada de tu hermano – Volví a especificar. 
- No por ahora. 
Le fruncí el ceño y él rió. 
- Vamos, cuéntame cómo ocurrió – Me palmeó la pierna cariñosamente. 
- Bueno – Suspiré – Creo que fue desde que lo vi. Mira, yo no creo en el amor a primera vista, pero cuando lo vi a Nicholas, me atrajo al instante. Tu hermano es muy apuesto.
- Ya he oído eso – Contestó Connor. 
- Bueno, tú no te quedas atrás – Admití. 
- Gracias. Continua. 
- Él no me había dicho que era el novio de Blake y ella tampoco me mencionó que tenía uno, así que mis pensamientos volaron libremente y entonces chocaron contra una dura pared cuando me enteré de que ellos eran pareja. 
- ¿Cómo te enteraste? 
- Oí a Blake decirle “amor” y luego besarlo. 
- Oh – Musitó y quiso fingir indiferencia, pero fue notable que le dolió. Capté entonces que debía guardarme comentarios como ese.
Continué. 
- Luego Blake me explicó que lo eran y… yo comencé a convivir con Nicholas, ya sabes, mientras espera a que Blake llegue del trabajo y eso, luego…
- Espera, espera – Me interrumpió – ¿Cómo que convives con Nicholas mientras espera a que Blake llegue? 
- Sí, bueno, Blake llega a las ocho de la noche y Nicholas va a las siete al departamento. 
- ¿Por qué hace eso? – Preguntó confundido. 
- Dice que es agradable estar allí – Me encogí de hombros. 
La cabeza de Connor se meneó y luego soltó una risita junto con un resuello. 
- Continúa, continúa – Me insistió. 
- Bueno, empecé a convivir con él, llevarnos bien es fácil, es agradable y divertido, pero mientras más convivíamos, empecé a sentir cosas por él. 
- ¿Cosas? 
- Sí, ya sabes, ese tipo de cosas – Me encogí de hombros. 
- ¿El cosquilleo en el estómago, la sonrisa idiota en el rostro, el latir inoportuno del corazón, el enrojecimiento de mejillas y las ridículas ganas de verle el rostro a cada instante de cada día? 
- Eso… mismo. 
- ¿O esas ganas abrasadoras de ser tú en vez de ella, esos molestos pinchazos en el interior que te fruncen el ceño cuando los ves tomados de la mano, riendo y platicando, y esas oleadas repentinas de tristeza cuando por accidente los descubres besándose? 
- Si – Contesté. 
- Querida mía – Se acomodó para mirarme de frente y me miró con un gesto divertido y a la vez compasivo – Lamento confirmarte que estas enamorada – Me hizo un cariño en la barbilla. 
- ¿¡Qué!? – Chillé, atónita. 
- ¿Por qué no? – Preguntó, sumamente tranquilo. 
- ¡Porque es el novio de mi mejor amiga! – Vociferé como si fuese obvio – No debo, no puedo – Negué con la cabeza frenética. 
- Uno no decide de quién se enamora – Suspiró – Y, sino, mírame a mí: No debo ni puedo estar enamorado de Blake, y lo estoy – Se encogió de hombros. 
- ¿Por qué lo tomas con tanta tranquilidad? – Dije, casi queriéndole sacudir de los hombros. 
- Porque no voy a ponerme a llorar ni a atormentarme. ¿Qué más puedo hacer si no es aceptarlo y vivir con eso? Aunque me duela. 
- Y bastante – Admití, ahora caía en la cuenta del porqué es que lo entendía desde un principio. 
- Ahora sé por qué nunca me juzgaste – Dijo, adivinando mi pensamiento. 
- ¿Y qué vamos a hacer ahora? – Pregunté, derrotada anta la cruel realidad que Connor me había hecho ver. 
- Tratar de separarlos y hacer que Nicholas te ame a ti y que Blake me ame a mí – Dijo. 
- ¿Qué? – Lo miré con desdén, crédula. 
- Sabes que eso fue sarcasmo ¿Verdad? No vamos a hacer nada, no podemos hacer nada – Dijo lleno de aplomo. 
- Por un segundo lo creí – Susurré, recargando mi espalda en el respaldo de la silla y cruzándome de brazos. “Y me gustó” completó una voz en mi cabeza – ¿Te digo algo? – Dije, ignorándola. 
- Dime. 
- Creo que Nicholas se… – Me daba vergüenza decir eso, porque seguro Connor pensaría que estaba loca o demasiado enamora y ya comenzaba a alucinar. 
- Se… ¿Qué? 
- Se pone un poco celoso cuando me ve con Thomas – Terminé diciendo como quien no quiere la cosa. 
- ¿Thomas? ¿El vecino de Blake? 
- Ajám. 
- ¿Por qué se pondría celoso? – Preguntó con los ojos inquisidores. 
- No lo sé – Contesté, aunque sí sabía o al menos… quería creerme lo que pensaba. Que, yo, de alguna manera le atraía – Pero he notado que cada vez que tomo a Thomas de la mano y que le doy un beso en la mejilla o que Thomas me corteja, Nicholas no parece muy contento – Admití. 
- ¿Te gusta Thomas? – Preguntó y me hizo recordar cuando Nicholas lo hizo también. 
- Es agradable, pero lo prefiero como amigo. 
- Entonces, déjame adivinar… Utilizas a Thomas para darle celos a Nicholas – Me reprochó. 
Lo primero que pensé en decir fue “No” pero, luego, cuando lo pensé más, decir “no” sería completamente falso; porque consciente o inconsciente, yo hacía aquello para ver el ceño fruncido de Nicholas y luego sentirme bien al saber, o mejor dicho, creer, que yo le robaba algún tipo de sentimiento de inquietud. 
Connor interpretó mi silencio. 
- _____, eso no se hace – Me regañó, como un padre a una hija, o como un hermano mayor. 
- La mayoría del tiempo no lo hago a propósito – Susurré. 
- Y Nicholas no tiene por qué ponerse celoso – Reflexionó – Esto está muy, pero muy raro – Se rascó parte de la mandíbula como si estuviera pensando y solo me dejé caer sobre el respaldo, suspirando. No quería hacerme ilusiones, no debía. 

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