Capitulo 25

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- ¿Por qué te fuiste de Wokingham? – Pregunté tímida y con la voz apenas audible. 
Él se quedó en silencio de nuevo y luego bajó su mirada. ¡Tonta, tonta, tonta! Me decía una voz interna, si no se lo contó a Blake… ¿Qué me hace pensar que me lo contaría a mí? 
- Es que no quería estar más en ese lugar – Comenzó, con un tono de voz que se fue haciendo agrio conforme hablaba. 

Iba a conformarme con aquella respuesta, creyendo que él ya no seguiría hablando, pero su boca se abrió de nuevo. ¿Estaba dispuesto a contarme a mí… todo? 
- La razón fue una chica, Kristen – Su mirada seguía gacha, puesta atenta en uno de los cojines del sillón – Ella fue mi novia durante un año, estábamos bien… o eso creía yo, hasta que un día llegué a casa y mi madre me dijo que Kristen había ido y me había dejado una nota, una especie de carta o de ese estilo… – Se quedó en silencio y respiró de forma notable varias veces, mientras que yo sólo observaba cómo su abdomen se inflaba y desinflaba bajo la remera gris que llevaba puesta, luego continuó – Subí a mi habitación y me senté a leer la nota, decía que se iba, que no la buscara y que era el fin de nuestra relación, que lamentaba que eso tomara tanto tiempo y que se iba simplemente porque se merecía algo mejor que… yo – Su semblante de ángel ahora parecía como si estuviese tallado en piedra, con una expresión hostil y entristecida a la vez – Terminé el año que me faltaba para graduarme y salí corriendo de ese lugar tan pronto pude porque no había una cosa que no me recordaba a ella, lo primero que se me ocurrió fue ir hasta Japón, pero llegué primero a Italia, aquí, me gustó y descubrí que era lo suficientemente lejos de ese lugar, así que decidí quedarme. 
<< Mi familia se mudó al año siguiente, cerca de mi apartamento, mientras, me iba esforzando en no recordar aquello ni nada de ese lugar. No te voy a negar que me dolió porque si lo hizo. Yo la quería bastante y para ella simplemente no fue suficiente… – Su voz se perdió y luego apareció de nuevo y supe que ya no hablaría. 
- Qué estúpida – Farfullé, incrédula y él levantó de golpe su mirada. 
- ¿Disculpa? 
- Ella, Kristen, es una estúpida – Dije llena de ira – Me disculparás pero… ¿Qué no eras suficiente? ¿Qué se merecía algo más? ¿Acaso existe algo mejor que tú? 
¡Cállate! Me gritó la voz y capté la última pregunta que había salido de mi boca, el rubor corrió traicionero y sentí vergüenza, pero Nicholas me miraba enternecido, y mi corazón se conmovió dentro de mí, así que seguí hablando pero ahora consciente de lo que decía.
- Que tonta fue – Dije – Porque no vio que eres un chico increíble, talentoso, atento, divertido, además de apuesto – Él embozó una sonrisa de medio lado – Estoy segura que jamás encontró ese “algo mejor” porque simplemente no lo hay – Continué – Qué lástima que te haya dejado ir, porque no supo que lo que dejó escapar fue como un tesoro que ya no podrá recuperar, por eso digo que Blake es muy afortunada – En lo último de mi frase, la voz se me entristeció pero él sonrió y aquella sonrisa le dio motivo a mi corazón para palpitar fuertemente. 
- Que linda eres – Musitó y el corazón comenzó a latir más y más rápido, expandiéndose por todo mi pecho – Gracias. 
Sonreí apenas pude, porque aún estaba un estaba un poco atolondrada intentando calmar a mi bombeador de sangre. 
- ¿Sabes? – Me dijo algo tímido – Eres a la primera persona a la que se lo digo. 
Cuando creí que mi corazón había vuelto a su tamaño normal, volvió a inflarse completamente conmovido.
- Gracias por tenerme la confianza suficiente – Murmuré.
- Gracias por escucharme. 
Le sonreí de nuevo, aún sin comprender cómo es que aquella chica lo había dejado ir. 
- Pero basta de mí, te toca – La sonrisa alegre apareció de nuevo en su rostro y esperé a que dijera la primer pregunta – ¿Qué te inspiró a ser fotógrafa? 
- Mi padre – Dije – Le gustaba mucho tomarnos fotos a mi madre y a mí, me gustaba cuando me sentaba en sus piernas y me las mostraba una por una, decía “Mis chicas” y luego me daba un abrazo. Me hacía sentir protegida – El recuerdo llegó a mi garganta, quebrándome la voz. 
- Seguro tu padre está muy orgulloso de ti, donde sea que él este – Me acarició la rodilla con cariño y me sonrió. 
- Gracias.
- Dime… ¿Qué hay con el chico de Liverpool? – Inquirió y me reí por el cambio de tema tan repentino. 
- ¿Cuál chico? – Pregunté un tanto confundida.
- Del que le hablaste a Thomas hoy, sobre tu amiga…
- ¡Oh! Él, eso, ehmm – Recordé mi pequeña mentira y rebusqué algunas palabras para formar la respuesta que él me pedía – Bueno, como tú dijiste, ya no importa, ya se quedó allá – Me preguntaba si había notado mi nerviosismo. 
- ¿Te has enamorado alguna vez? – Su mirada azul se clavaba en mi rostro con intensidad, haciendo que mi corazón se trabara en sus latidos. 
- Existió un chico, Dennis – Expliqué – Pero… ni funcionó – Me encogí de hombros. 
- ¿Por qué no funcionó? 
- Bueno, éramos muy distintos. Yo amo la fotografía y el arte, y bueno, él… no era muy trabajador que digamos – Reí – Pero era un buen chico. 
- ¿Entonces buscas a alguien con quien puedas congeniar? 
- No lo busco, Nicholas. Tengo algo así como una creencia de que él solo llegará. 
- El destino. 
- Quizá – Me encogí de hombros. 
- Dime, Thomas es… – Parecía como si luchara con las palabras para encontrar las adecuadas – Ehmm, bueno, se nota que se llevan muy… bien, tú y él… ¿Te gusta? – Sin embargo parecía también apenado por su pregunta.
La fiera se emocionó al oír la pregunta que esperaba. “Dile que sí, dile que sí” me decía, pero la ignoré mandándola al rincón de donde había salido.

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