Lloré incontenidamente sobre el hombro que él me ofrecía. Porque me sentía sola, sentía que tarde o temprano así me quedaría… sola.
Tardé unos cuantos minutos en recuperarme y vi cómo había empapado su sudadera, produciendo en ella un manchón sobre su hombro, mezclado con mi maquillaje, ni me preocupé en pensar como estaría mi cara.
- Perdón – Murmuré mirando lo que había producido mi llanto.
- No te preocupes – Me limpió con su pulgar una lágrima que caía por mi mejilla y me recordó a Nicholas esta mañana.
Gemí.
- No puedo creer que haya sucedido – Musitó.
- Fue mi culpa.
- No – Me contradijo firmemente – No sólo ha sido culpa tuya, Nicholas también es culpable, no deberías echarte toda la culpa encima. Y yo diría que más de la mitad de la culpa cae en él. ¿Por qué no lo evitó? Digo, tú… estabas borracha pero… ¿Él? Él estaba en sus cinco sentidos – Meneó la cabeza en forma de reproche. Se quedó en silencio un momento y luego pareció darse cuenta de una cosa. Me miró – Pensé que odiabas el alcohol.
- Lo sigo odiando, Thomas. Ahora más que nunca – Siseé y luego gemí con dolor – Pero es que la mente se me nubló y… fue la única estupidez que se me ocurrió para olvidar – Admití.
- Prométeme que nunca más volverás a hacerlo – Me pidió.
- En lo que me resta de vida – Levanté la mano, jurándolo.
Thomas volvió a abrazarme, pero esta vez fue un abrazo corto.
- ¿Ya no hay vuelta atrás? – Me miró, congojado.
Negué con la cabeza baja.
- Me voy, mañana por la mañana – Contesté en un murmullo.
- Nicholas es un idiota – Resopló – No puedo creer que tengas que irte, es decir, no tan pronto.
-Es lo mejor que puedo hacer, de todas maneras… ya lo había pensado. Me tardé demasiado analizándolo, ese fue el problema.
- ¿Le dirás a Blake? – Me preguntó, como no queriendo la cosa.
Me tembló la boca y la quijada al contestar.
- Tiene que saberlo – Tomé aire – Pero no estoy muy segura de cómo – Bajé la mirada.
- Todo va a salir bien, ______ – Me tranquilizó, pero yo sabía que más allá de sus palabras, la verdad era otra – ¿Te despedirás?
- ¿De quién?
- De Eli.
Otro pinchazo de dolor a mi corazón. Otra persona que extrañaría bastante, Elizabeth.
- No me gustan las despedidas – Musité con el dolor en mi voz.
- Oh, vamos. No puedes irte sin decirle adiós. Sabes que ella te aprecia mucho.
- Pero me va a doler.
- Y le va a doler más a ella si no lo haces.
Suspiré.
- De acuerdo – Acepté – Ahora llévame al departamento, por favor – Dije, sobándome la cabeza que sentía que en cualquier momento explotaría.
- Gracias – Me hizo un cariño en el mentón y luego abrió el cajón de delante de mí – Toma, te ayudarán un poco – Me ofreció unos lentes de sol que cuando me los puse, mi vista se oscureció y el dolor disminuyó quedamente.
Arrancó el auto y condujo hasta el departamento, tenía que comenzar a hacer mis maletas.Cuando llegamos y subimos, Thomas me preparó una extraña malteada blanca.
- Tómatela – Me dijo, dándome el vaso y me hizo recordar la noche anterior, cómo Gaspar ponía frente a mí los pequeños vasos con alcohol.
Lo miré, recelosa.
- Si algo he aprendido de mi tía, es a hacer remedios caseros para todo, anda – Me instó – Se te quitará ese horrible dolor de cabeza.
Le di un sorbo pequeño al vaso y luego, le abrí paso a uno más grande; hasta que divisé el fondo de cristal de aquel vaso.
Aquello no sabía tan mal.
- Perfecto – Sonrió Thomas – ¿Qué vas a hacer ahora?
- Mis maletas – Musité – Entre más pronto termine todo, mucho mejor.
Él suspiró con pesar, enterrando sus ojos verdes en mí, luego, soltó una risita y meneó la cabeza.
- Tú te atreviste a hacer lo que nunca pude hacer yo – Comenzó a decirme – ¿Qué hubiera pasado si hubiese sido yo el que hubiera robado un beso a de ti? – Me preguntó.
- Supongo que no me estaría yendo ahora – Admití – Pero dicen que las cosas sucedes por alguna razón.
- Si, ahora yo tengo a Eli y…
- Y yo regreso a Liverpool – Traté de sonreír sin triunfo.
Ambos nos quedamos en silencio.
- Tengo que ir, Thomas – Musité – Gracias… por todo – Dije, desde lo más profundo de mi corazón.
- No agradezcas, para mí ha sido un placer conocerte, mi principessa – Sonrió.
- No nos despidamos aun – Dije – Te veo más tarde – Sonreí y salí de su apartamento hacía el mío.Me levanté cansada, pero al menos evitando a toda costa derramar una gota de agua más. Me dirigí a mi habitación y saqué mi par de maletas que había traído conmigo, luego, comencé a llenarlas de ropa, objetos y todo lo que me pertenecía.
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The Restricted Journal.
RomansaEsta historia no la escribí yo , pero fue una novela con la que me enganche y no pude parar de leerla , me gusto mucho , por eso quería compartirla con ustedes , ojala la disfruten , voy a subir todos los capítulos que pueda por día hasta terminarla...