Capitulo 51

6 1 0
                                    


Lloré incontenidamente sobre el hombro que él me ofrecía. Porque me sentía sola, sentía que tarde o temprano así me quedaría… sola. 
Tardé unos cuantos minutos en recuperarme y vi cómo había empapado su sudadera, produciendo en ella un manchón sobre su hombro, mezclado con mi maquillaje, ni me preocupé en pensar como estaría mi cara. 
- Perdón – Murmuré mirando lo que había producido mi llanto. 
- No te preocupes – Me limpió con su pulgar una lágrima que caía por mi mejilla y me recordó a Nicholas esta mañana. 
Gemí.
- No puedo creer que haya sucedido – Musitó.
- Fue mi culpa. 
- No – Me contradijo firmemente – No sólo ha sido culpa tuya, Nicholas también es culpable, no deberías echarte toda la culpa encima. Y yo diría que más de la mitad de la culpa cae en él. ¿Por qué no lo evitó? Digo, tú… estabas borracha pero… ¿Él? Él estaba en sus cinco sentidos – Meneó la cabeza en forma de reproche. Se quedó en silencio un momento y luego pareció darse cuenta de una cosa. Me miró – Pensé que odiabas el alcohol. 
- Lo sigo odiando, Thomas. Ahora más que nunca – Siseé y luego gemí con dolor – Pero es que la mente se me nubló y… fue la única estupidez que se me ocurrió para olvidar – Admití. 
- Prométeme que nunca más volverás a hacerlo – Me pidió. 
- En lo que me resta de vida – Levanté la mano, jurándolo. 
Thomas volvió a abrazarme, pero esta vez fue un abrazo corto. 
- ¿Ya no hay vuelta atrás? – Me miró, congojado. 
Negué con la cabeza baja. 
- Me voy, mañana por la mañana – Contesté en un murmullo. 
- Nicholas es un idiota – Resopló – No puedo creer que tengas que irte, es decir, no tan pronto. 
-Es lo mejor que puedo hacer, de todas maneras… ya lo había pensado. Me tardé demasiado analizándolo, ese fue el problema. 
- ¿Le dirás a Blake? – Me preguntó, como no queriendo la cosa.
Me tembló la boca y la quijada al contestar. 
- Tiene que saberlo – Tomé aire – Pero no estoy muy segura de cómo – Bajé la mirada. 
- Todo va a salir bien, ______ – Me tranquilizó, pero yo sabía que más allá de sus palabras, la verdad era otra – ¿Te despedirás?
- ¿De quién? 
- De Eli. 
Otro pinchazo de dolor a mi corazón. Otra persona que extrañaría bastante, Elizabeth. 
- No me gustan las despedidas – Musité con el dolor en mi voz. 
- Oh, vamos. No puedes irte sin decirle adiós. Sabes que ella te aprecia mucho. 
- Pero me va a doler. 
- Y le va a doler más a ella si no lo haces.
Suspiré. 
- De acuerdo – Acepté – Ahora llévame al departamento, por favor – Dije, sobándome la cabeza que sentía que en cualquier momento explotaría. 
- Gracias – Me hizo un cariño en el mentón y luego abrió el cajón de delante de mí – Toma, te ayudarán un poco – Me ofreció unos lentes de sol que cuando me los puse, mi vista se oscureció y el dolor disminuyó quedamente. 
Arrancó el auto y condujo hasta el departamento, tenía que comenzar a hacer mis maletas. 

Cuando llegamos y subimos, Thomas me preparó una extraña malteada blanca. 
- Tómatela – Me dijo, dándome el vaso y me hizo recordar la noche anterior, cómo Gaspar ponía frente a mí los pequeños vasos con alcohol. 
Lo miré, recelosa. 
- Si algo he aprendido de mi tía, es a hacer remedios caseros para todo, anda – Me instó – Se te quitará ese horrible dolor de cabeza.
Le di un sorbo pequeño al vaso y luego, le abrí paso a uno más grande; hasta que divisé el fondo de cristal de aquel vaso.
Aquello no sabía tan mal.
- Perfecto – Sonrió Thomas – ¿Qué vas a hacer ahora? 
- Mis maletas – Musité – Entre más pronto termine todo, mucho mejor. 
Él suspiró con pesar, enterrando sus ojos verdes en mí, luego, soltó una risita y meneó la cabeza. 
- Tú te atreviste a hacer lo que nunca pude hacer yo – Comenzó a decirme – ¿Qué hubiera pasado si hubiese sido yo el que hubiera robado un beso a de ti? – Me preguntó. 
- Supongo que no me estaría yendo ahora – Admití – Pero dicen que las cosas sucedes por alguna razón. 
- Si, ahora yo tengo a Eli y…
- Y yo regreso a Liverpool – Traté de sonreír sin triunfo. 
Ambos nos quedamos en silencio. 
- Tengo que ir, Thomas – Musité – Gracias… por todo – Dije, desde lo más profundo de mi corazón. 
- No agradezcas, para mí ha sido un placer conocerte, mi principessa – Sonrió. 
- No nos despidamos aun – Dije – Te veo más tarde – Sonreí y salí de su apartamento hacía el mío.

Me levanté cansada, pero al menos evitando a toda costa derramar una gota de agua más. Me dirigí a mi habitación y saqué mi par de maletas que había traído conmigo, luego, comencé a llenarlas de ropa, objetos y todo lo que me pertenecía.

The Restricted Journal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora