Dice el refrán: "Dime con quién andas y te diré quién eres." no era el caso de _____. Sus amigas en la Universidad en la mala vida la llevaban con ella como una especie de "canguro" pero todo cambió cuando le conoció a él: El enigmático Kang TaeHyun...
Cuando el pelirrojo volvió a casa se asustó al no ver a nadie en el salón por lo que corrió hasta la habitación de su pequeño, encontrándose con la tierna escena de su hijo y la chica abrazados mientras dormían.
La fémina estaba completamente desarropada y al tocarla, su piel estaba fría y erizada. Tomó las mantas sin despertar a JungWon y la arropó cerciorándose que seguía dormida. Se quedó mirando a ambos por un momento: quizá JungWon necesitaba de verdad una figura materna.
Suspiró y salió de la habitación para dirigirse a la ducha para estar limpio para cuando la chica y su hijo despertaran, llegando a echar un poco de su colonia para verse algo mas cautivador y se dirigió a la cocina para comenzar un delicioso desayuno para los tres.
El primero en despertar fue JungWon, quien corrió hasta su padre para abrazarlo con fuerza y esconderse en su cuello casi con timidez.
—Ya estás aquí, papi. Te echaba de menos... —Yo también te echaba de menos, chiquitín. —Sonrió de oreja a oreja por la ternura que emanaba.— ¿qué tal fue todo? ¿cómo se portó _____? —Ella es muy buena, papá. Me ayudó a hacer los deberes como tú y me leyó un cuento.
El pelirrojo sonrió como un idiota ante aquella imagen mental que no le desgaradaría para nada tener más frecuentemente en casa. Por un momento se le pasó la idea de adoptarla como profesora particular para JungWon, pero en algun momento su hermana se recuperaría. Dejó escapar un suspiro y soltó al pequeño en el suelo para comenzar con su desayuno.
—¿Papá, _____ se va a quedar más con nosotros? quiero que se quede...
Y entonces hubo un "click" en TaeHyun: JungWon no sabía qué era tener dos padres, y le daba pánico que se acostumbrara a ello para luego perderlo.
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Desperté y ambos estaban ya en la cocina desayunando. TaeHyun había hecho café de sobra para mi también, cosa que agradecí porque seguía bastante adormilada. Él me miró con ojos de ternura y yo me quedé de pie, pues si me sentaba iba a quedarme dormida de nuevo.
JungWon me miraba fijamente, deseando acabar su desayuno para venir y abrazarme, y en cuanto se lo terminó no tardó en hacerlo y reliarse con mi pierna mientras me miraba.
—¿Qué haremos hoy,_____?—Preguntó con los ojitos brillantes. —Pues no sé, ¿qué quieres hacer? —Yo iré a visitar a mi hermana, ¿te importaría quedarte un poco más con él?— Habló TaeHyun mirándome fijamente esperando un sí, el cual eventualmente llegó. —Sin problema, por mi encantada.
TaeHyun me sonrió e inclinó su cabeza levemente.
—Voy a tener que empezar a pagarte... —Para nada. —Tomé a JungWon en brazos.— Para mi es una maravilla pasar tiempo con él. —Eso está genial...pero también tendrías que estar con tus amigas o estudiando. —A la proxima traeré mis apuntes y ya está, no suelo salir con mis amigas a no ser que sea por obligación a cuidarlas.
Él dejó escapar una sonrisa en un suspiro y se levantó lentamente.
—Voy a irme en nada, tendré que hacer un par de recados antes, así que intentaré estar aquí para la hora de comer, ¿qué os parece? —Por mi genial, prepararé algo delicioso para los tres.
JungWon gritó y alzó los brazos feliz, y Tae se acercó a darle un besito en la mejilla antes de irse. Se despidió desde la puerta ondeando su mano hacia ambos, ambos correspondimos haciendo lo mismo y entonces le solté en el suelo.
—¿Qué te parece si me acompañas a dejar un libro a donde estudio? —¿A un instituto de mayores? ¿hay niños grandes? —No creo que haya muchos hoy. — Reí y vi al niño sonreír igual, como un pequeño zorrito. —¡Vale! sí quiero ir, seguro que es enoooorme.
Solté una risita y entonces fuimos juntos hasta su habitación, donde cogí ropa para ponerle a él y tras eso fui al baño a colocarme mi muda de ropa. Ambos salimos de la casa de la mano tomados y nos dirigimos a mi casa para tomar mi libro, el que debía devolver. Entramos rápidamente y entonces nos dirigimos a la Universidad. El rostro del pequeño era de pura sorpresa: imaginaba que era grande, pero no tanto. Literalmente su descripción fue la de "un castillo", a lo que yo reí. Entonces entramos y le dije que debía guardar silencio donde íbamos a ir ya que había gente leyendo y estudiando y había que respetarlo, a lo que él asintió completamente obediente y además se mantuvo en silencio.
Tras eso, le enseñé un poco por encima los demás pasillos, repletos de escudos, mapas, propagandas... Estaba completamente metido en su mundo cuando abrió sus ojos exorbitadamente hacía la vidriera que había en el techo de una de las alas principales.
—______, yo quiero estudiar aquí. —Lo vas a conseguir, pequeño. —¿Por qué papá no estudia aquí contigo?
Mi estómago volvió a revolotearse y suspiré con una pequeña sonrisa.
—Tu papá no estudia aquí, pero es tan listo que ni siquiera le hace falta.
Y gracias a la cálida sonrisa que me regaló, supe que había hecho bien y que su corazón se sentía lleno.
