Volver a empezar.

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Anabella:

Esta semana ha sido tediosa, pedí a el doctor Lombardi que me prohibiera las visitas, necesito recuperarme sola, quizás quiero el factor sorpresa, mi suegrito me ha ayudado bastante, anteriormente el hacían bien su trabajo pero yo no ponía de mi parte pero esta vez sí quiero mejorar, aunque se que para estar totalmente recuperada tengo que confesarlo todo, aveces intenta darme ansiedad y desespero por salir, por ver a mi hija y por saber como esta Ben, pero no puedo hacerlo, depende de lo que pase puede que podamos darnos una oportunidad o separarnos definitivamente y que el pueda avanzar. Que ironía, después de tanto luchar y luchar, se me ocurre ser buena y aceptar mis errores.

— Bueno Ana, me parece que en esta sesión has estado más tranquila, se puede saber ¿por qué?. Su pregunta ya me la esperaba, así que con toda la tranquilidad que poseo le doy la respuesta, la correcta.
— Quiero mejorar, lo estoy intentando, no quiero volver para causarles dolor o decepción, se que estos días he estado ansiosa pero hoy quiero controlarlo. El sigue serio, con su postura de médico imperturbable.
— Pues a mi parecer, yo te veo bastante bien, de hecho solo falta una sesión más, para que puedas estar de alta. Yo sonrio de lado pero luego niego.
— Yo confesé lo que hice a Lilibeth, creo que pasaré bastante tiempo tras las rejas. Suspiro con lamento, quizás no debí decir la verdad, pero que clase de psicópata rehabilitada sería si no confesara mis culpas.
— Si, me ha llegado la notificación del juzgado. El sonríe con tristeza, yo solo volteó los ojos.
— Bueno, otros muchos años no es nada ¿verdad?. Le pongo un poco de humor para romper el hielo, pero se que no hay nada de humor, Benjamin no sabe lo que hice y no sabe que las cosas se pondrán difíciles.
— Creo que deberías hablar con él, no merece enterarse por otra persona. Yo asiento se que tiene razón, pero que puedo decirle ¿ Que ha perdido su tiempo? ¿Que no valió de nada esperarme todo este tiempo mientras estaba perdida en mi mente? ¿Que posiblemente tiene que terminar de criar a nuestra hija solo?.
— No se que decirle, me siento cobarde por primera vez en mi puta vida. Inhala y exhalo suave.
— He contratado un abogado es muy bueno, quizás haya algo que pueda hacer, aunque sea reducir la pena. Quisiera carcajearme, la pena mínima deben ser veinte años, obvio no voy a dejar que Benjamin espere ese tiempo por mi.
— Pues no creo que haya mucho que hacer, pero gracias. Me levanto para ir a mi habitación, pero antes de salir me vuelvo hacia Raúl— Dile que venga, es hora de dar la cara. Salgo del consultorio y camino a mi habitación, llego y me encierro, esto es una mierda. Es que no entiendo porque una tiene que hacer lo correcto, yo de verdad quiero estar con mi hija  quiero estar con mi novio, con las personas que me quieren, pero se que no lo merezco, ahora lo sé esa chica no merecía que yo le quitara la vida, aunque si lo vemos desde otro punto de vista, igual iba a morir ¿verdad? ¿Verdad?. No, no lo merecía, tampoco mi hija merece a alguien como yo y Ben.
¡Ahs! Benjamin merece algo mejor ¿ a que si?.

Paso mi tarde leyendo y pensando, claro más pensando que leyendo, porque de verdad no puedo evitar sentir este miedo, no mejor dicho, terror de perder más tiempo de mi vida, no se que mierda estaba pensando cuando mate a la mojigata esa. Mi enfermera me trae mi cena y es ahí cuando me doy cuenta que he perdido más tiempo de que ya había perdido.

— Gracias Lena. Digo bajito y ella me mira con compasión, mi reacción es fulminar la con la mirada, odio que me miren con  lastima.
— Todo va a estar bien Anabella. Yo asiento y me dispongo a comer mientras ella sale. Cuándo la puerta se cierra, dejo el plato a un lado y volver a acostarme.

Sin saber a qué hora me quedo dormida, hasta que los rayos del sol me despiertan, me fijo que no me cambie y que me quede dormida en mala posición. Me levanto y camino a el cuarto de baño para asearme, minutos después ya estoy lista y sentada en un sillón, esperando mi desayuno, leo mientras hasta que la puerta se abre y aparece Lena con una bandeja, mira la comida que no termine a noche y me reprocha con la mirada, yo solo me encojo de hombros.

MI BELLA CALAMIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora