Cara a cara

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Anabella.

Y llego el día señores, el día que tantos nervios y ansiedad me había producido, se que va hacer difícil pero he recibido bastante terapia y bastante apoyo de parte de él doctor Lombardi ¿quién lo diría? El es la definición  exacta del refrán que dice "si no puedes con el enemigo, unetele" es irónico que después que me detestaba, ahora es mi único aliado. Todos estoy días me he enfocado en trabajar en una tienda de cosméticos en el centro comercial, obviamente no soy la mejor empleada porque, vamos, aún después de toda la terapia y encierro, aún detesto a la gente más sin embargo la tolero un poco, la paga es buena y muy necesaria, al principio Raúl me ayudó costeansome el pequeño departamento donde vivo y algunas cosas que necesitaba, pero ya me he restablecido.

— Buenas tardes, bienvenidos aquí. Mi voz sale monótona y sin nada de emocion, ya me obstine de tanto estar diciendo el nombre del local cada vez que alguien entra.
— Buenas tardes señorita, quiero ver que tipo de correctores tiene. Es una chica que a leguas se mira superficial, pero como poco me importa, solo saco el corrector más costoso que hay y se lo coloco en la vitrina.
— Aquí tiene. Respondo igual de indiferente que siempre, no es mi culpa así he sido siempre.
— No tiene ningún otra marca. Me mira con una ceja alzada e intercalando su mirada entre mi cara y el mont9 de correctores que están dentro de la vitrina.
— No,¿ va a comprar o no?. La chica parpadea estupefacta y asiente lentamente sin poder creer que le estoy hablado así.
— Si, me lo llevo. Dice despacio y yo solo ruedo los ojos y meto el corrector en una bolsa de papel y se lo entrego.
— Son cincuenta dólares. Termino de hablar y ella rápidamente saca de su bolso el dinero y me cancela.— Gracias por su compra. Intento sonreír más solo me sale una mueca.
— Gracias. Responde y se va.

Ya son las dos de la tarde y ha llegado la hora de ir a el consultorio de mi psicóloga, hoy es un día especial, pues me toca una consulta con mi hija para ver su reacción y obvio la mía, claro esta que estoy nerviosa por dos razones, pues me pone de los nervios que Benjamin no haya aceptado traer a nuestra hija y es lo más lógico en estos casos, pues es totalmente válido, pero también tengo temor de que aparezcan, no sabría que decirle o como actuar. Salgo del trabajo apresurada y con los nervios de puntas, después de unos diez minutos ya estoy donde la psicóloga pasa su consulta, entro y por lo visto o no han llegado a un o pues Ben no quiso venir.

— Buenas tardes Anabella ¿cómo has estado?. Me pregunta la secretaria, tengo ya unos días viéndola y no es para nada desagradable.
— Pues quisiera decirte que bien, pero estoy de los nervios. Ella sonríe con comprensión.
— Se que no es fácil, pero todo saldrá bien no te preocupes. Mi ansiedad aumenta y la miro incómoda.
— ¿y si no viene? ¿Y si no quiere verme nunca más? ¿Y si no me deja ver a mi hija? Eso es totalmente válido yo los abandoné y no he sido buena. Todo lo digo tan rápido que ni yo me reconozco.
— Estas aquí para enmendar tus errores y puedes estar nerviosa pero no te pongas negativa, todo saldrá bien ¿si?. Yo asiento y suspiro fuerte para así relajarme un poco, después escucho los pasos de personas que se acercan y es ahí cuando mi mundo se paraliza, no se como reaccionar, o sea mi hija es mi misma imagen pero más hermosa, también ver a Benjamín mi Benjamín me deja en mi sitio sintiéndome estupida sin poder reaccionar, pero claro que siento en el momento exacto también cuando mi rostro cambia de expresión al ver a la castaña que camina tras de ellos, ella me ve altiva y yo neutra como siempre, aunque por dentro me este muriendo por arrancarle la cabeza y no en el sentido figurado.

— Buenas tardes. La voz fría y seca de Ben me pone a pasar saliva, pero mantengo mi misma excreción sin quitarle los ojos de encima a la bruja esa, Benjamín se fija en la dirección de mi mirada y la compresión aparece en su rostro haciéndome quitarle la mirada de encima a la castaña para prestarle atención a el y a nuestra pequeña que descansa en sus brazos.
— Buenas tardes señor Lombardi, esta justo a tiempo la Dra los espera. La secretaría sonríe educadamente y Ben ni la determina.
— Primero la señorita y yo tenemos una conversación pendiente. Entre abro mis labios con ganas de refutar, pero obviamente no tengo el control esta vez — y no me interesa lo que tengas para decir Ana, hablamos y punto. Se gira para entregarle la niña a la chica esa y quisiera decirle que no la toqué pero se que esta conversación tarde o temprano tenía que darse y es solo entre el y yo. El camina a la salida del consultorio y yo voy detrás en total silencio, cuando ya estamos alejado me sobre salto cuando el gira bruscamente haciendo que yo detenga mis pasos.
— ¿Que mierda te pasa?. Su voz aunque no la alzó se escucha totalmente mortal.— ¿ Quien te crees que eres? Fueron dos años Anabella, dos malditos  y tortuosos años y hoy te apareces como si nada, saliste de ese lugar desde hace semanas y te plantan aquí con tu cara muy lavada. Esta furioso y no es para menos, nunca lo había visto así y mucho menos conmigo misma.
— Necesito que mi hija y yo nos conozcamos y también a aprender a ser una madre para ella, por eso estoy aquí. Es lo único que digo, no tan firme como el pero siempre segura.
— Claro y yo que me joda ¿no? Dime una cosa ¿qué fue el mal que te hice? ¿por qué te complace tanto verme sufrir?. Sus palabras me duelen, yo no quiero verlo sufrir, no es esa mi intención.— La única manera de tenerte cara a cara es porque quieres tener una relación con tu hija ¿y yo Ana? ¿Que fue yo que hice yo?. Me duele el alma escucharlo, pero luego recuerdo a la castaña y mi ceño se frunce.
— Tu estas bien, no veo porque te mortificas buscando respuestas, no quería que estuvieras visistandome en ese sitio que es una condena, tu no hiciste nada, la condena era mía no tuya, ni tu ni mi hija merecen estar en un lugar como ese, cuando salí si los busqué pero me arrepentí, porque prefiero ser una mejor persona para mi hija y quería estabilizarme, solo quería que fueran felices y avanzara, me alegro que me hayas hecho caso la castaña es muy linda. El me escucha atentamente y luego pone cara de no entender ni mierda de lo que digo.
—¿ Avanzar? Yo nunca podría olvidarte,ni reemplazarte. Mi enojo se hace presente.
— No mientas yo te vi, estabas muy feliz y sonriente con ella.
— ¿Toda esta mierda es por celos?¿ Por eso no volviste al salir? Eres una inmadura Ana.
— No te permito... Me interrumpió bruscamente.
— Me permites una mierda Anabella, Mariana es la niñera de tu hija y no, nada ha pasado entre los dos, yo jamás te traicionaría.

MI BELLA CALAMIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora