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Cuando el ámbar y el verde pálido se mezclaron, fue como si dos piezas del rompecabezas por fin encajaran.
Fue como volver a casa después de un viaje largo, como el beso de buenas noches antes de dormir, fue como despertar de un triste sueño solitario.
Claro que ambos se había observado a lo lejos en los pasillos de Hogwarts, pero era muy diferente verse de frente, a solas. En un lugar escondido de la sociedad mágica a la que tanto le temían.
Por fin se vieron como Julieta y Regulus, Regulus y Julieta; no como los herederos del apellido de su familia.
—Julieta.—Regulus fue el primero en susurrar su nombre, en un tono tan bajo. Temiendo que la chica desapareciese como cuando la doncella aparecía en sus sueños.
—Regulus.—respondió Julieta en el mismo tono susurrante.
¿Eres real? La pregunta se resbalaba de la punta de su lengua, ambas almas inquietas, pensando en qué tal vez este encuentro era producto de su mente melancólica.
Regulus fue el primero en tomar compostura, respiro profundo y actuó de esa forma fría y déspota en la que solía actuar. Una actitud tan falsa que a Julieta comenzaba a parecerle una mala actuación.
—¿Has estado siguiéndome?—camino de regreso al piano tratando de marcar distancia. Su dulce perfume estaba hechizándolo, y esta vez se había convencido de no caer ante el pecado en forma de mujer hermosa.
—No, seguir a las personas no es mi estilo—respondió Julieta con simpleza.
Regulus sonrió ante el recuerdo.
—¿Estás segura? Recuerdo que hace no mucho tiempo, cierta joven salió de su baile solo para perseguirme.
—Pero que engreído—río.—Yo perseguí a un joven por que había desaparecido de la fiesta después de que le hiciera un regalo.
—Me besaste.—recordó Regulus, la forma en la que expresó el recuerdo fue cálida, y Julieta podía ver cómo crecían las grietas en la falsa personalidad de Regulus que poco a poco parecía desmoronarse.
—Te besé.—se acercó al piano y lo miro a los ojos, esos ojos verdes pálido que se acercaban al plata. Lo amaba tanto, lo había extrañado tanto.
Un pequeño silencio los inundó a ambos en la habitación, un silencio cálido que ambos parecían disfrutar. El único sonido en esa habitación además de sus respiraciones, era la dulce melodía que salía del piano cada vez que Regulus acariciaba sus teclas.
—¿Por qué la besaste?—Julieta se sentía avergonzada de preguntar pero quería saberlo ¿Por qué? Por qué cuando ella más lo amaba, por qué cuando estaba dispuesta a abandonar a todos por el ¿Es que acaso Regulus sabría?
