Desde que conocía a Aline, era segunda vez que aceptaba una invitación a su casa, tanto ella como su marido eran de las pocas personas que le generaban confianza y que lo hacían sentir cómodo. Por lo que no se negó cuándo le propuso tratar el tema durante la cena.
Renato no quiso comentarle sobre su plan hasta que la cena fue servida. Sabía que a la mujer se le haría imposible ocultar la sorpresa ante semejante petición.
—Pero tu familia cuenta con una de las mejores decoradoras de interiores —comentó. No se estaba negando, solo que no comprendía del todo lo que Renato le solicitaba.
—Sí, solo que es demasiado amiga de la abuela... y la verdad, me gustaría hacer los cambios sin que ella se entere, por eso preferí pedir tu ayuda, sé que puedes hacerlo muy bien, conoces mis gustos —hablaba mientras picaba un trozo de salmón.
—Sí, claro que puedo hacerlo... ¿Para cuándo deseas empezar? —preguntó sin poder negarse a la solicitud del joven.
—Lo más pronto posible, quiero cambiarlo todo, muebles, cuadros, esculturas, colores de las paredes, lámparas... quiero que parezca otro lugar.
—Es un gran cambio, ¿tienes pensado algún estilo? ¿Alguna paleta de colores? —curioseaba y le dedicó una mirada a su marido que a su vez también parecía bastante desconcertado.
—No, dejo todo a tu criterio, lo único que quiero es que sea completamente distinto.
—Bien... ¿Y qué piensas hacer con todos los muebles? —Era consciente de que ese apartamento no tenía ni dos años de haber sido amoblado y que todos pertenecían a exclusivos diseñadores—. Podemos poner algunos en venta.
—No es necesario, puedes donarlos.
A Aline le tomó algunos segundos asimilar todo eso, era primera vez que veía a Renato tan decidido en algo, parpadeó varias veces en busca de las palabras adecuadas, mientras ganaba tiempo al pinchar un trozo de zanahoria. Su marido seguía en silencio, pero bien sabía que estaba tan impresionado como ella.
—Bien, si esa es tu decisión, lo haremos. Voy a reunirme con mi equipo y el viernes te enviaré un par de renders con propuestas. ¿Te parece?
—Sé que lo harás bien, muchas gracias Aline...
Luego, Renato dirigió la conversación hacia un tema más personal, le preguntó por su hija y cómo le estaba yendo en París.
Tanto Aline como Roberto se mostraron animados al hablar de su hija, le contaron más de una anécdota de la chica a la que Renato había tenido el placer de conocer, la cual había heredado de sus padres el encanto y la seguridad.
Como socializar no era su fuerte, no se quedó más de lo estrictamente necesario, por lo que en cuanto terminó la cena, se despidió y partió rumbo a su apartamento, al que esperaba darle una nueva cara en poco tiempo.
Ya en la cama, esperando a que el antidepresivo le hiciera efecto, entró de forma anónima para ver a Lara, no con la intención de algún consuelo sexual, sino para ver si estaba bien, ya que lo había bloqueado de todos lados, incluso a su usuario en la web de entretenimiento para adultos. Después de casi dos meses, volvía a verla, lucía tan hermosa y perfecta como siempre, se veía saludable y más sensual que nunca, pero no se quedó ni un minuto. Estaba bien, era lo único que importaba.
En medio de un lánguido suspiro y con los párpados ya pesados, se paseó entre las pocas fotografías que tenía con Samira, lamentaba no haber tomado la iniciativa de tomar más fotografías con su teléfono, casi siempre fueron desde el móvil de Samira y tan solo tenía las que ella le había pasado. A pesar de que eran muchas, no eran las suficientes para llenar sus días de ausencia. Cuando llegó en el carrete a aquel video que le mandó por su cumpleaños, le fue imposible no sonreír a pesar de que los ojos se le llenaron de lágrimas.
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Cambia mi suerte para siempre
RomanceAquí les estaré compartiendo los capítulos del tercer libro de la trilogía Cambia mi Suerte. La historia de Renato Medeiros. Capítulos sin edición ni corrección. Solo serán compartidos algunos capítulos, ya que el libro completo, editado y corregi...