Lo único positivo para Samira en la última semana era que los días habían sido bastante soleados y la temperatura mejoró considerablemente, por lo que se desviaba en su caminata a casa para hacerla más larga.
Le agradaba mucho sentir cómo el sol picaba en la piel de su rostro, esos momentos de introspección mientras escuchaba un audio libro, le generaba una paz que verdaderamente necesitaba, pero para poder disfrutar de ese momento aún faltaba un par de horas, mientras tenía que seguir trabajando.
Al tercer día de que Renato no actualizara la lista de reproducción, entendió que él ya había dejado de pretender que sentía algún tipo de remordimiento por la manera en que la engañó.
Ella; por su parte, con mucho dolor, intentaba coser sus heridas para seguir adelante, dejar a Renato en el pasado, tomar lo positivo de todo lo aprendido junto a él y reforzar sus planes.
Se acercó al mostrador donde Pablo estaba poniendo el pedido de la mesa tres. Se hizo de una bandeja y acomodó los platos y tazas, luego se lo llevó a la pareja que esperaba por sus alimentos.
—Permiso —dijo llegando con una sonrisa servicial—. Ensalada camberra para la señorita y focaccia Caprese para el señor —comentó al tiempo que acomodaba los platos frente a ellos. Además, puso para ella el té matcha y para él un cortado.
—Muchas gracias, se ve riquísimo —comentó la joven de unos veinte años, de cabello castaño y ojos oscuros.
—Gracias —comentó el hombre que debía estar por los treinta, era rubio de ojos azules y por la pronunciación de su español, parecía ser de Estados Unidos.
—Espero que lo disfruten —sonrió e hizo una reverencia y se fue a limpiar la mesa que estaba justo detrás de ellos y que acababa de desocuparse.
Casi nunca ponía atención a las conversaciones de los clientes; no obstante, cuando la chica le preguntó al hombre si se sabía algo más del secuestro de la hija del fiscal general de Nueva York y él respondió que no. A Samira se le encogió el estómago y el corazón le dio un vuelco. Bien sabía de quién estaban hablando, era la prima de Renato, si eso era verdad, él debía estar pasando por un muy mal momento.
No podía quedarse con la duda, debía averiguar si eso era verdad, si no era un simple rumor del que hablaban los de la mesa contigua. Se apresuró a limpiar, recogió todo y lo llevó a la cocina; al salir de vuelta al mostrador se acercó a Javier.
—Necesito ir al baño, ¿podrías estar pendiente de la mesa tres? Te prometo que no tardaré.
—Sí, no te preocupes, ve... —le dijo el chico que acomodaba algunos postres en las vitrinas exhibidoras.
Samira se fue rauda al baño; en cuanto entró buscó su móvil en el bolsillo del delantal. Enseguida puso en el buscador «Secuestro de Elizabeth Garnett»
Le arrojó muchísimos resultados; al parecer, era la noticia del momento y ella no se había enterado. Abrió el primer articulo y empezó a leer, se tambaleó hacia atrás y notó que se le secaban la boca y la piel, como si hubiera perdido de repente toda la humedad del cuerpo. Se quedó en blanco y, acto seguido, sintió que la invadían unas corrientes veloces, como una torrente de emociones fuera de control.
El reportaje era encabezado por una foto de Elizabeth en el carnaval. El texto en la pantalla se le hacía cada vez más pequeño y le temblaban tanto las manos que no estaba segura de poder seguir sosteniendo el teléfono.
Se sentó en el retrete, respiró hondo y trató de tranquilizarse, aunque creía que todo lo que le rodeaba giraba sin parar. Apretó los párpados fuertemente, sin poder creer todavía en la noticia de la que recién se enteraba.
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Cambia mi suerte para siempre
RomantizmAquí les estaré compartiendo los capítulos del tercer libro de la trilogía Cambia mi Suerte. La historia de Renato Medeiros. Capítulos sin edición ni corrección. Solo serán compartidos algunos capítulos, ya que el libro completo, editado y corregi...