CAPÍTULO 19

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Habían pasado ocho meses desde que la vida de Samira cambió radicalmente, desde entonces tenía una estabilidad económica que la llenaba de mucha tranquilidad, no disponía de todo el dinero, ya que con la asesoría de personas especializadas en el tema económico, se encargó de hacer varias combinaciones de inversiones a corto y largo plazo, lo que le daría la rentabilidad suficiente para recuperar lo que invertiría en su carrera y en los bienes que hasta el momento había adquirido.

Se compró un apartamento de doscientos treinta metros cuadrados, en la calle Génova en el barrio Chamberí. Tenía tres habitaciones, una cocina inmensa y un salón principal que contaba con una hermosa iluminación natural. Para Samira eso fue una exageración, demasiado espacio y lujo para una sola persona, pero el señor Gaztambide enfatizó, una y otra vez, en que lo viera como una inversión, también le dijo que vivir ahí era seguro para ella.

En ciertos aspectos, el señor Gaztambide le hacía recordar a Renato, esa forma de querer ayudarla sin hacerla sentir tan ignorante, conseguía convencerla de hacer las cosas según lo que a su experiencia era mejor para ella.

Aunque le propuso a Ramona que se viniera a vivir con ella, su amiga no quiso porque estaba viviendo con su tía, hasta el momento había conseguido el perdón de varios miembros de su familia y no quería perderlo por aceptar venirse a Madrid. La comprendía, no podía pedir que se alejara de eso que tanto le costó recuperar; no obstante, le ayudó a poner su propio negocio, un pequeño café en Lastarria.

Al principio era atendido por su tía y ella, pero ya al tercer mes tuvo que buscar otro empleado. Le alegraba mucho siempre que le decía lo bien que le iba con su negocio.

A Daniela le compró el apartamento en el que vivía alquilada, por lo que el dinero producto de su trabajo y el de Carlos era suficiente para mantener el hogar.

Ella cubrió todos los gastos durante el embarazo de Daniela, además le amobló la habitación a Viviana, que recién tenía un mes de nacida, se adelantó unas semanas, pero era una niña hermosa y saludable.

A Renaud también le compró una casa más grande, en la que pudiera estar con todos sus hijos y para pasar más tiempo con ellos, le pidió que pensara en un negocio que pudiera poner en su casa, él se decidió por una frutería.

Había intentado por varios medios ayudar a su familia, pero su padre, que ahora había tenido noticias suyas, rechazaba cada vez que enviaba dinero; no obstante, con su abuela, siempre podía conseguir que no vivieran con tantas carencias, ella se empeñaba en hacer las compras y llevarlas a la casa; aunque cada vez significara un enfrentamiento con su hijo y nietos.

Samira perdió la cuenta de todo lo que había llorado en ese tiempo, por el rechazo de gran parte de su familia, muchos de sus días eran triste a causa de eso, pero ese día, sin duda, era el más feliz de toda su vida, el más esperado desde que se obsesionó con estudiar medicina.

Era su primer día de clases e iba en su auto camino a Villanueva de la Cañada, donde estaba la Universidad Alfonso X El Sabio.

Estaba nerviosa y pletórica, por lo menos, ya había perdido el miedo a conducir, algo que aprendió desde hacía unos cuatro meses. De lo contrario, estaría bastante acojonada.

Cambia mi suerte para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora