CAPITULO 18

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Renato esperó hasta después de la cena para abordar el tema por el cual había citado a su hermano. Aún seguían sentados en el comedor, Liam terminando su cigarrillo y la segunda copa de vino tinto, mientras que él había preferido agua.

Hasta entonces solo habían hablado de cosas cotidianas del trabajo o anécdotas divertidas sobre la familia. Hacía mucho tiempo que no compartían un rato así, ellos dos solos y en buenos términos, porque durante el tiempo que Liam estuvo viviendo ahí, haciéndole compañía en lo que consideraba el momento más doloroso de su vida, él siempre estuvo a la defensiva y bastante malhumorado.

—Liam, te insistí en que vinieras porque quiero pedirte perdón.

Liam frunció el ceño con desconcierto al tiempo que expulsaba el humo hacia la izquierda, donde estaba abierto el ventanal por el que se colaba la brisa marina.

—¿Perdón por qué?

—Por todo, por como siempre he sido contigo... Sé que no he sido un buen hermano.

—Renato, eres un buen hermano. —Le regaló una ligera sonrisa y se aproximó a la mesa para apagar en el cenicero la colilla.

—No, no lo he sido, no mientas... Siempre he sido esquivo, agresivo y despectivo contigo, tú eres plenamente consciente de eso, por eso en algunos momentos tratas de herirme con tus comentarios sarcásticos, pero sé que lo haces como un mecanismo de defensa por la manera en que te trato.

—No sé qué decirte Renato, si esa es tu percepción...

—No es mi percepción es la realidad. Te pido perdón por todas las veces que he sido grosero contigo, pero no era más que un reflejo de lo mucho que te envidio, casi toda mi vida he deseado tanto ser como tú que me olvidé cómo debía ser yo, me desdibujé...

—No entiendo por qué querrías ser cómo yo. —La arruga en su entrecejo se hizo más profunda y tuvo que encender otro cigarrillo, porque se sentía desorientado—. Está claro que no soy el mejor ejemplo...

—Es lo que tú crees, eres muy bueno en todo, eres seguro de ti mismo... En el colegio, en la escuela de natación o de tenis, siempre me comparaban contigo cuando hacía las cosas mal, no era fácil caminar por los pasillos de la escuela y ver tu foto en un altar repleto de trofeos como el deportista estrella. Esperaban que fuera igual... Perdí la cuenta de todas las veces qué me dijeron «por qué no eres tan rápido como Liam» «No pareces hermano del mejor jugador» «Liam podía contener la respiración por más tiempo» «Liam cubre los cien metros en pocos segundos» Por más que me esforzaba no lo conseguía y eso hizo que empezara a odiarte... En serio te odiaba —confesó y aunque los ojos se le llenaban de lágrimas no le esquivaba la mirada.

Liam apoyó el codo en la mesa y se llevó una mano a la frente, al tiempo que suspiraba.

—¿Por qué nunca me lo dijiste? —preguntó sintiendo una horrible presión en el pecho.

—Porque todas las veces que quería hacerlo no estabas y cuando te veía ya no tenía el valor para hacerlo... Me daba miedo que te burlaras de mí y terminaras dándole la razón a todos los demás... Que te avergonzaras de lo patético que era tu hermano, que no hacía más que arruinar todo lo que tú habías conseguido...

—Una mierda, Renato... una maldita mierda, debiste decírmelo. ¿Entonces yo soy el causante de todas tus inseguridades? —preguntó aterrado.

—No.

—Acabas de decirlo.

—No del todo, es difícil que lo entiendas, porque no se trata solo de lo mucho que quería ser como tú, son otras cosas, cómo el excesivo cuidado de mamá... Mi timidez, lo que pasó con Vittoria, muchas cosas. Así que no te sientas culpable porque a fin de cuentas tú no hiciste nada para herirme, lo he comprendido... Después de mucho tiempo, por eso te pido perdón.

Cambia mi suerte para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora