Ya por la madrugada cuando Samira estaba de vuelta en su hogar y metida en la cama, no podía dormir, su cabeza era un hervidero de ideas. Ahora se sentía más abrumada que antes, cuando solo tenía que pensar en las mejores maneras para ahorrar dinero para poder algún día inscribirse en la universidad.
No sabía que iba a hacer con tanto dinero, porque sin duda su vida cambiaría y ella no quería que cambiara mucho. No obstante, en la telaraña que eran sus ideas, surgió una que le hizo latir demasiado fuerte el corazón.
—Volveré a Brasil —murmuró con una gran sonrisa su decisión.
Sabía que a esa hora ya su abuela debía estar durmiendo, porque allá eran las diez de la noche y Vadoma desde siempre le había gustado irse muy temprano a la cama.
No podía esperar para darle a ella la noticia, sabía que podía contar con la discreción de su abuela. Los latidos se le aceleraron al pensar que en unas horas le pediría hablar con su padre para suplicarle que la dejara volver a su hogar.
Bien sabía que si regresaba sería él y sus hermanos quienes administrarían el dinero, pero poco importaba que lo hicieran, porque era demasiado, lo único que le pediría a cambio sería que le permitiera estudiar.
Se le salieron unas lágrimas de emoción al pensar en todo lo que podría hacer una vez regresara a su casa. Podían aprovechar que el patio era lo bastante grande, ahí podrían sus hermanos construir sus casas y así no tener que estar todos en la misma edificación donde apenas cabían.
—Ay, mi mamá podrá tener por fin un cuarto de costura, ya no tendrá todo en un rincón de la sala —chilló emocionada, imaginando lo lindo que le quedaría ese espacio que iba a ser solo de ella—. Y seguramente se podrá remodelar la cocina y la agrandaré como la de la casa del abuelo de Renato, inmensa, con mucho para almacenar. Eso será un sueño para mi abuela... y Papá no tendrá que vender nunca más un maldito reloj chino... —Sabía que no iba a poder dormir porque la adrenalina fluyendo por sus venas y bombeando en su corazón era demasiado intensa como para hacerla entrar en calma, por lo que se levantó y empezó anotar en la agenda todas las cosas que quería hacer.
Estaba casi amaneciendo cuando sus ojos ardían de cansancio, pero ya no le daba tiempo de descansar, por lo que fue a la cocina y se preparó café.
Hola, buenos días, ¿pudiste dormir? Porque nosotros no.
Recibió un mensaje de Romina, rio al ver que no era la única en esa situación.
Hola, buen día. No, tampoco he podido dormir. Tengo millones de cosas dándome vueltas en la cabeza.
Respondió y regresó con taza de café a la habitación. En el siguiente mensaje Romina le recordó que debía llamar al abogado que le recomendó el gerente del banco, porque consideraba que la próxima vez que fueran debían hacerlo en compañía de alguien que dominara todo ese asunto.
Samira le dijo que lo haría en cuanto empezara el horario de oficina, no quería sacar al hombre tan temprano de la cama.
Siguieron intercambiando mensajes por un buen rato hasta que llegó el momento de ducharse para irse a sus respectivos trabajo.
Antes de salir del apartamento Samira se comunicó con la oficina del abogado y fue atendida por la secretaria a la que le informó sobre quien le había dado la tarjeta y que le gustaría concertar una cita.
La secretaria segura de que debía tratarse de alguien importante la priorizó en la agenda para ese día a las dos de la tarde.
Samira supo que debería pedirle permiso a Lena para salir más temprano, solo esperaba que la cita con el abogado no se cruzara en el mismo horario en que tenía que ir al banco, luego llamó a Romina para decirle la hora en la que debían encontrarse en la oficina del abogado.
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Cambia mi suerte para siempre
RomantikAquí les estaré compartiendo los capítulos del tercer libro de la trilogía Cambia mi Suerte. La historia de Renato Medeiros. Capítulos sin edición ni corrección. Solo serán compartidos algunos capítulos, ya que el libro completo, editado y corregi...