ᴥ Carlo Santana:
—Despierta... Despierta... —pronunciaba una voz a lo lejos.
»Despierta coño, vamos Carlo —Exhaló una bocanada de aire con fuerza y continuó—. Carlo, te voy a meter una bofetada que te va a despertar pa' toda la puta vida.
Esa voz la conocía yo en esta y en cualquier otra vida, ese tono de voz tan peculiar no podía ser otro más que del pringado de Matteo.
Fingí gemidos de dolor, mientras me movía un poco dando señales de vida.
»Bueno, ya era hora... —Hizo una breve pausa—. Una jodida hora dándole cariñito solo para ver si seguía este con vida, yo es que de verdad no puedo más con este tipo —Sentí como se separó de mí —. Mira es que te juro que un día de estos no te voy a....
Interrumpí de golpe con un quejido.
—¿Es... estoy muerto? —Jadeé fingiendo más dolor—. ¿Je... Jesús? ¿Eres tú? —. dije con voz moribunda.
—¿Cómo que Jesús? —preguntó con una risilla—. Hombre, muerto no estás, pero buen susto que nos diste cabrón.
Carlo dio un grito indicándole a mi hermano de que yo ya estaba despertando.
Tosí un poco y respiré a propósito con dificultad.
—No... —Tosi otra vez —. No... —Hice un sonido asqueroso con mi garganta, ni siquiera supe como lo hice, pero daba mucho asco.
—¿No qué Carlo? —Noté la preocupación en su voz.
—No... No lo... —Llevé la mano a mi garganta y de fondo André entraba a la habitación a observar la escena.
—Eh, escúchame, ¿estás bien? —preguntó Matteo, acercándose nuevamente. Me dio dos palmaditas leves en el cachete mientras escuchaba mis horrendos gemidos—. Carlo, ¿puedes respirar? —Llevó las manos a su cabeza preocupado mirando a mi hermano.
André soltó una leve carcajada.
Matteo le miró despavorido sin entender que le causaba risa.
»Tremendo hermanito te has traído ¿no? —dijo molesto—. Tomó su celular para llamar a alguien a pedir ayuda.
—No puedo creer que... —Incliné la cabeza hacía Matteo.
—Mira, me estás rayando mucho y si te vas a morir no va a ser en mi puta casa —comentó agitado.
—No puedo creer que... Jesús sea negro —dije riéndome con fuerza al terminar la frase al igual que lo hizo André de fondo.
Matteo nos miró a ambos sin gracia alguna, colgó el teléfono y se iba a pirar con rabia de inmediato.
—Ni puta gracia tú y tu hermano. ¿Crees que se debe jugar con eso?
Lo tomé del brazo y lo halé con fuerza hacía mí. Le hice una llave en su cuello y le di dos besos en la cabeza.
—¡Hombre! ¿Así te reciben después de la muerte? —Continué riéndome—. Matteito, tío, es que no tienes ni puta idea de cómo te quiero.
Este se despegó de inmediato y se rascó la oreja intentando ocultar la sonrisita que le salía al verme bien.
El castellano de Matteo era bastante bueno, nos conocimos en España, aunque él era italiano, pasó un buen tiempo en mi país. Cuando hablábamos entre nosotros solíamos mezclar ambos idiomas, pero yo prefería que fuera en el mío.
No hay nada como un buen acento español.
—No juegues con esas cosas hombre —respondió —. Un día de estos me voy a pensar que estás jugando y te vas a morir de verdad.
ESTÁS LEYENDO
AMORE.
Romance¿Te has preguntado alguna vez qué pasaría si descubrieras que no viniste en soledad a esta vida? Si te enteraras que tu destino se entrelaza con alguien más, pero justo, es con alguien que hasta ahora pensabas no existía, al menos no en la vida real...