Capítulo XVlll: Recuerdos que aún sangran.

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ᴥ Marian Baker:

—¿Marian?... ¿Marian me escuchas?... ¿Marian?

Sentí un leve toqueteo en mi hombro por lo que me giré de inmediato.

—¿Qué demonios pasa? —respondí airada, ya que estaban interrumpiendo una conversación con una persona que estaba haciendo un reporte en la estación.

Vi que era el inspector. Giovanni Caruso. El jefe de todo el cuerpo policial de Palermo.

Cambié mi postura y mi tono de voz al instante, me sentía avergonzada por mi reacción. Presioné el botón de Mute en el teléfono y atendí al llamado de mi superior.

+ Disculpe, inspector —Agaché mi cabeza—. Estaba algo ocupada, no me fijé que era usted quien me llamaba.

—No te preocupes, lo siento por irrumpir con tu trabajo de esta manera, veo que estás algo ocupada, pero me gustaría hablar contigo un momento.

—Yes... Sure... —comenté de inmediato, sin percatarme que lo hice en inglés. El inspector sonrió un poco.

—Has mejorado mucho tu italiano, lo puedo ver —dijo con esa voz calmada y pasiva que lo caracterizaba.

—Sí... yes... digo —pausé un poco por los nervios y acomodé mis palabras—. Digo, sí señor, lo sigo practicando. Sonreí asustada. Siempre me tensionaba hablar con mis superiores.

Me levanté de la silla y miré al teléfono al escuchar que la persona con la que hablaba seguía ahí esperando.

—No te preocupes, alguien atenderá esa llamada.

Levantó su vista aleatoriamente y alzó la mano para que Adriana la viera, una de mis compañeras, una de mis mejores amigas de hecho.

Ella se acercó y Giovanni le indicó que cubriera mi puesto por un momento, cosa que ella estaría encantada de hacer, por lo que se sentó de inmediato y tomó esa llamada, dejándome más tranquila.

»Ven, Marian, acompáñame, quiero hablar a solas contigo.

Fui de inmediato con el inspector sin saber que ocurría, pero no sin antes sentir como Adriana me hacia esa miradita juguetona, como si el inspector Giovanni estuviera a punto de invitarme a salir. Ella siempre coqueteaba con eso. Cosas de esa loca.

Entré a su oficina, él cerró la puerta y las cortinas, percatándose de que nadie estuviera allí más que nosotros.

Era una oficina hermosa, pulcra por donde se le mirara, ordenada de pies a cabeza y sobre todo daba mucha tranquilidad ahí dentro. El señor Giovanni era una persona muy metódica, paciente y sobre todo organizada con sus cosas y asuntos. Respetado por todo el cuerpo policial en Palermo, debido a sus grandes hazañas contra la mafia y sus increíbles operativos planeados por él para rastrear a cientos de criminales a lo largo de su carrera.

Era un hombre mayor ya, de unos cincuenta y tantos, con algunas canas en su cabello, pero con una apariencia bastante atractiva para cualquier mujer u hombre... y más si bajabas un poco la vista y notabas esos brazos que de seguro alguna vez fueron musculosos, porque ni con la edad habían perdido su forma, encajaban perfectamente con las camisas de manga larga que solía usar cuando no llevaba sus chaquetas puestas, y había un par de atrevidas como Adriana que se fijaban en cosas un poco más abultadas de allí abajo.

Sin embargo, él no era mi tipo, curiosamente me gustan los hombres dedicados y pacientes, pero el señor Giovanni no cumplía todas mis expectativas, así que siempre le vi con ojos de respeto y de autoridad, pero Adriana o muchas otras en la estación, se les derretía la baba de imaginarlo desnudo haciendo... cosas.

AMORE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora