ᴥ Milán D'Amico:
Le conté todo a Boris, absolutamente todo. Era un secreto que estuve guardando por casi dos años.
Creo que se lo tomó bien, mejor de lo que yo esperaba. Estaba muy avergonzada de decirle que su mejor amiga tenía una serie de... personas ... con los cuales fantaseaba casi a diario.
Permanecí con Boris el resto del día, hablamos mucho de Alessandro... Mi consuelo. Mi morbo. Mi tentación.
Hasta que el sol comenzó a esconderse, Boris se marchó y eso solo significaba una cosa:
Hora de ir a trabajar a la fábrica.
Mi segundo día de trabajo, ojalá sea mucho mejor que el primero. Ojalá pueda sentirme mejor esta vez.
El señor Caputo solo bromeaba conmigo, no se sobrepasó en ningún momento; papá dijo que siempre es así con las mujeres, supongo que, no tiene nada de malo desde que no se sobrepase.
Me estaba mentalizando, diciéndome cosas casi que sin sentido para darme aliento de volver a "trabajar". En el fondo sabía los disparates que estaba repitiendo, pero era una especie de placebo para que no me desmotivara del trabajo y acabara dejándolo.
Mi padre necesitaba ayuda en casa, no podía seguir estando en mi habitación viendo como él se desgastaba para trabajar mientras yo no hacía nada.
Tomé mi ropa más casual, unos Jeans comunes y una camiseta que dejaba ver parte de mi espalda por el escote trasero que tenía, aunque no era algo descarado, recordé de inmediato al lugar al que pretendía ir, por lo que me puse rápido un abrigo enorme color marrón. Era de mi abuela, me quedaba bastante chistoso por lo grande que era, la punta de su pliegue me daba más abajo de la rodilla y esos bordados coloridos que adornaban su parte delantera, daban mucha gracia.
Papá no iba a poder llevarme, ya que este seguía trabajando en la fábrica, al ser yo la vigilante del lugar, era la única persona que trabajaba de noche.
Salí de casa, me despedí de mamá y tomé el metro presurosa.
Iba tarde. Era mi segundo día trabajando e iba a llegar tarde.
Mi jornada empezaba a las nueve con treinta.
Bajé del metro deprisa al percatarme que ya había llegado a mi destino y miré preocupada la hora.
Nueve con cuarenta minutos.
Joder.
Debía caminar por varios atajos ahora para llegar a la fábrica, esta se encontraba un poco alejada de la estación.
Corrí velozmente sintiendo la brisa nocturna golpear mi cabello rizo con fuerza y la enorme chaqueta que llevaba comenzaba a extenderse dejándose llevar por esa misma brisa, parecía una bandera izada que ondea.
Debía apresurarme para ingresar a trabajar.
Quizás si entro a la fábrica deprisa nadie se percate de mi retraso.
Finalmente pasé por la "seguridad" que no era más que un viejo portón estático junto a un cartel que indicaba que el paso NO autorizado estaba prohibido, pero te podías pasar por encima del pequeño portón sin problema alguno.
Yo era la seguridad del sitio, ¿quién iba a detenerme?
No pensaba entrar por la puerta principal, a las nueve con treinta todos los trabajadores se preparaban para volver a casa, no quería encontrarme con papá y que este se percatara de mi retraso.
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AMORE.
Storie d'amore¿Te has preguntado alguna vez qué pasaría si descubrieras que no viniste en soledad a esta vida? Si te enteraras que tu destino se entrelaza con alguien más, pero justo, es con alguien que hasta ahora pensabas no existía, al menos no en la vida real...