Johnny.

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Lo que creía que escucharía no pasó, en cambio lo único que logré oír fue silencio, silencio puro que retumbaba en mis oídos y me hacía sentir incómoda. De la nada, sentí como algo tocó mi cuello y en un abrir y cerrar de ojos ya me habían sometido con un collar inhibidor de mutantes. Terminé de sorprenderme cuando vi unas manos alejarse de mi cuello, lo extraño era que no había nadie a mi al rededor o cerca de mi campo visual.

—¿Te gusta? Se le llama elasticidad— dijo Johnatan bajando por las escaleras del observatorio.

—¿En donde está?— pregunté agresivamente.

—Wow... ¿Podrías aunque sea preguntarme cómo he estado?— pidió molesto.

—Me importa diez hectáreas de mierda como has estado— respondí acercándome a las escaleras.

—Mi linda Mich, no me amenaces, estás sometida.

—Te patearía el culo incluso sin poderes.

—Eres hermosa, pero tu vocabulario no lo es— dijo mientras me rodeaba con su brazo extraño.

—¿Que quieres?— cuestioné mirándolo de frente.

—Quiero muchas cosas— respondió acercando su cara a la mía —Empezando por ti— continuó.

—Solo déjalo en paz— pedí.

—Aún es muy pronto para eso— respondió a la vez que colocaba unas esposas algo extrañas en mis manos —Ven, déjame explicarte— dijo mientras me subía con el hasta la segunda planta del lugar. Al subir por completo vi a Steve amarrado a un especie de tubo.

—¡Stev... —¡Sh! ¡Sh! ¡Sh!— me calló Johnatan colocando su mano en mi boca.

—¡Suéltala Jonathan! ¡Me odias a mi, no a ella!— gritó Steve desesperado.

—No le haré daño a mi futura esposa, la sentaré a tu lado para que ambos puedan contemplar mi historia— comentó dejándome justo al lado de Steve, Jonathan me soltó y se fue a buscar algo.

—¡Cielo! ¿Estás bien?— preguntó Steve en tono de desesperación.

—Escúchame, te sacaré de aquí y te irás— planteé a la vez que intentaba desamarrarlo del tubo.

—¿Que? ¡Claro que no!— gruñó apartándome de él con uno de sus pies.

—¡Steve! Tienes que escucharme.

—No te dejaré con este maniaco.

—Me quiere a mi, no a ti.

—NO te dejaré— aseguró recargando su frente contra la mía.

—Perdóname, todo esto es mi culpa— me disculpé demasiado preocupada, en especial por el. La amistad y enemistad que forme con Johnatan estos últimos años tendría repercusiones en Steve.

—Saldremos de aquí juntos, como siempre— dijo y yo acaricié su cara. Tan pronto como Johnny pudo, regresó a la segunda planta, donde vimos como hizo que una luz saliera de algún lugar, era un proyector que mostraba un video en pausa.

—¿Por donde empiezo? ¡Ah, si!— exclamó John acercándose a nosotros —Cuando esta hermosa señorita dejó la universidad quedé devastado, pero aún tenía una esperanza, una alternativa, y esa era visitarla todos los días en la torre Stark, sin embargo la seguridad del lugar jamás me dejó pasar, aún así, tenía otro plan. Comencé a seguirla a donde quiera que fuera, la seguía a Starbucks, al cine y a cualquier parte donde ella pusiera un pie, pero para mi sorpresa, de la nada, un día ella caminaba junto a dos guardaespaldas. Yo sabía que ella sabía que había estado siguiéndola, y lo más probable era que su padre también, no puedo explicar la cantidad de veces en las que pensé en cómo desaparecer a Tony Stark de la faz de la tierra solo por no dejarme ver a la única persona que le daba sentido a mi vida. Yo continué siguiéndola por dos años, hasta que en 2008 se mudó a Los Ángeles y le perdí el rastro, esos primeros meses en los que ella vivió ahí intenté aprender las maniobras de un hacker, como hackear las cámaras de la ciudad de Los Ángeles. Después de tantos meses lo logré y por fin podía verla, la veía todos los días desde distintas cámaras— contó mientras mostraba fotos mías caminando y pasando el rato por la ciudad.

Hasta Que el Por Siempre Se DesmoroneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora