Capítulo 1

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Eran las 6:02 de la madrugada y Sara se encontraba desayunando junto con sus cuatro amigos: Hernán, Jason, Rebeca y Juliana. Los cinco muchachos habían quedado exhaustos de todo lo que estudiaron en el campamento de verano académico. Consistía en una actividad que había impuesto el instituto para que los alumnos de último año pudieran practicar para sus exámenes finales. Los cinco amigos estaban hablando cuando vieron que se acercaba un coordinador a su mesa.

—Ahí viene nuestro amiguito—avisó Rebeca, con sarcasmo.

Los coordinadores eran los encargados de organizar los eventos de último año, lo que incluía el campamento de verano.

—Sara, ven, me gustaría que hablemos —dijo el coordinador. Se lo veía con aspecto de seriedad y nada contento—. Acompáñame, por favor —Sara se levantó de la mesa y lo siguió hasta fuera de la cabaña. Cerró la puerta detrás de ella y se encontró con un enorme y hermoso jardín—. Señorita Sara, su rendimiento comparado con el de sus compañeros ha sido muy bajo a lo largo del campamento. Me temo que los resultados que obtuvo la sitúan en un nivel bajo y eso la pone en desventaja. ¿Tuvo algún inconveniente por el cual no pudo cumplir con los objetivos del campamento? —Sara se le quedó mirando sin decir palabra—. Señorita, no soy su padre ni nada parecido, pero tendrá que ir haciéndose a la idea de que tiene que tomarse sus calificaciones muy en serio. Este es su último año, por lo que es el más difícil. Las universidades del país prestan mucha atención a su promedio. Le recomiendo que se ponga al tanto o la pasará muy mal. Puede ir con el resto de sus compañeros.

Sara se secó las lágrimas de sus ojos con la manga de su suéter. Regresó al interior de la cabaña y se sentó nuevamente con sus amigos para terminar de desayunar.

—Oye, Sara, ¿todo bien?, ¿qué te dijo el coordinador? —le preguntó Juliana.

—Me dijo que mi rendimiento en el campamento fue bajo y que estoy por debajo del nivel.

—¡Qué mal! —dijo Rebeca, que estaba escuchando también.

—No te preocupes, este año lo pasaremos juntas, como siempre y todo será mejor. ¿Verdad, Rebeca? —preguntó Juliana.

—Claro que sí —confirmó.

—¿De qué hablan, señoritas? —las interrumpió Hernán, quien no había prestado atención a lo que dijo Sara por estar con el celular.

—De nada, ¿verdad, chicas?
—las tres amigas negaron con la cabeza.

—Bueno, confirmado, cuando lleguemos mañana al instituto tendremos la fiesta de nuestras vidas —dijo Jason, mirando su celular, mientras le chocaba el puño a Hernán.

Los dos se encontraban sentados frente a Sara, Juliana y Rebeca.

—No puedo creer que luego de haber pasado un mes en este campamento del cansancio, al fin tengamos una fiesta como se debe —Rebeca rodó los ojos.

—Oigan, ¿ya nos vamos de aquí? —preguntó Hernán, que estaba viendo cómo los coordinadores tomaban sus bolsos.

—Alumnos —comenzó a decir uno de los coordinadores-: quiero agradecerles por habernos acompañado tan a gusto en este campamento que preparamos con tanto tiempo de antelación.

—Sí, habría sido a gusto si no lo hubieran puesto como actividad obligatoria —le susurró Hernán a Jason, mientras este lo callaba.

—Ya están en su último año —prosiguió diciendo el coordinador—: y les puedo asegurar que estarán agradecidos de haber venido a este campamento académico este verano. No se arrepentirán de haberse esforzado, se los prometo. Nos iremos en diez minutos. Cuando terminen con su plato, dénselo a los cocineros y vayan subiendo al bus escolar —tomó su bolso y se dirigió a la salida.

En el interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora