Capítulo 15

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—¡Sara, vamos! ¡Sara, despierta!

Esas fueron las primeras palabras que escuchó al despertar. Cuando abrió los ojos, se encontró con Evelyn al lado de su cama.

—Creí que nunca despertarías —Evelyn abrió las cortinas de la ventana—. Vamos, te espera un gran día —la alentó, tocándole la pierna con afecto y luego salió de la habitación.

Sara se levantó de su cama e intentó adaptarse a la rutina. Se vistió, fue a desayunar y se dirigió al auto privado que la llevó al instituto. Una vez que llegó allí, vio que la estaba esperando el psicólogo en la entrada, como de costumbre.

—¿Lista? —le preguntó Nigel y Sara asintió. Ambos entraron al instituto y Nigel la acompañó hasta su salón.

Cuando Sara entró al salón, todas sus compañeras estaban hablando alrededor de uno de los escritorios. Iba a acercarse a ellas, pero sonó el timbre y todas se fueron a sus respectivos asientos. Unos segundos después, entró al salón la profesora María, abotonando su bata blanca. Fue hasta su escritorio al frente del salón, dejó sus cuadernos, se limitó a mirarlas y dio un gran suspiro.

—Y ustedes, ¿qué creen que sea la felicidad? —hubo un gran silencio—. De acuerdo, cambiaré la frase... ¿Qué las hace feliz?

Sara estaba confundida, no entendía lo que estaba pasando. Pero de igual manera, se puso a pensar. ¿Qué la hacía feliz? Sus amigos, su familia, todas las cosas bonitas que había logrado con el tiempo y sus pasatiempos. Había encontrado muchas cosas que la hacían feliz, aunque nunca tuvo realmente el tiempo para pensar en ello.

—Sara, te veo muy pensativa, ¿te gustaría decirlo tú? —preguntó la profesora, sacándola de su ensimismamiento.

—No lo sé... Creo que mis amigos.

—Ajá, ¿algo más? —insistió.

—Bueno... Creo que ahora me doy cuenta de que hay muchas cosas que me hacen feliz.

—¿Cómo qué?

—Es decir, las experiencias bonitas que tuve. Como esa vez que adopté a mi perrito o me divertí en la fiesta de mi prima.

—Eso es muy bueno realmente. Se ve que son situaciones muy pequeñas que te ponen feliz.

—Sí, bueno, esos pequeños momentos para mí son muy bonitos.

—¿Alguien me podría decir por qué es importante? —preguntó la profesora a la clase y todas guardaron silencio—. Esa es la primera lección del día. Lo que nos hace felices a veces son los pequeños momentos en nuestra vida —recitó y lo escribió en el pizarrón—. ¿Ustedes creen que alguien puede ser feliz todo el tiempo? ¿Que alguien puede no tener ningún problema? No, la respuesta es no y eso es porque todo el mundo tiene conflictos y temas que lo asustan. Pero solamente si uno es lo suficientemente astuto y tiene los ojos bien abiertos, solo entonces podrá ver lo maravilloso de la vida. A raíz de lo que acabo de explicarles, todos los días les explicaré un tema nuevo y tendrán que hacer un trabajo en equipos. Serán cuatro tareas en total que consistirá en escribir sobre todo lo que sienten al respecto de lo explicado en clase y se entregará al finalizar el año. Y no se preocupen, yo me encargaré de crear los equipos. Sara y Sierra formarán uno. Ángeles, Rosaura y Amber serán otro. Mucha suerte, chicas.

Cuando ya había terminado la clase, Sierra y Sara se fueron a hacer su tarea a un bar que estaba en la ciudad. Cuando entraron, un muchacho que limpiaba las mesas saludó a Sierra cortésmente.

—Hola, Frank —Sierra le regresó el saludo al muchacho.

—¿Lo de siempre? -le preguntó Frank y Sierra asintió.

—Ven, Sara, vamos a la barra.

Sara siguió a Sierra hacia unas sillas frente a la barra. Frank le llevó a Sierra su bebida y siguió limpiando las mesas. Era un lugar tranquilo. Solo había cinco personas sentadas hablando en las mesas, por lo que no había mucho ruido y se podía mantener un diálogo tranquilo. Sara tomó una hoja y un lápiz de su mochila.

—De acuerdo, creo que la vida es...

—¿A quién le interesa? —preguntó Sierra, tomando de su licuado de vainilla.

—A mí. Porque, ya sabes, es un proyecto que debemos hacer para aprobar y es muy importante.

—Pues, a mí no me interesa —insistió.

—Debe haber algo que te guste. Seguro que puedes pensar en algo.

—Bien, lo intentaré -dijo Sierra, pensativa—. No, no se me ocurre nada.

—Qué difícil eres —rezongó.

—Sara, ¿sabes lo que es que nada te apasione? ¿Ver un lugar todo meditabundo, con gente sin ambiciones o proyectos en la vida? ¿Lo sabes?

—Bueno, debe ser... Muy triste.

—Lo es —confirmó—, en verdad lo es. No tienes ni idea.

—Pues, explícame —pidió.

—Que te explique... Está bien —aceptó Sierra, acomodándose en su asiento—. La verdad es que no me apasiona nada. No le encuentro sentido a esta vida. Siempre vengo a este bar y el mismo muchacho me sirve esta bebida. Lo único que me pregunto es, ¿cuál es el sentido de esta vida?, ¿realmente vale la pena esforzarse por algo o alguien? Me siento triste todo el tiempo.

—Bueno, tal vez ese es el problema.

—¿Qué quieres decir?

—Sierra, ponte a pensar que quizá no tienes motivación porque nunca te lo has propuesto. Una persona puede hacer grandes cosas si se lo propone.

—Yo no, Sara.

—Por favor, alguna vez habrás escuchado hablar del amor propio.

—No realmente.

—El amor propio es algo tan simple como quererte a ti misma. Es decir, confiar en ti, creer que puedes lograr lo que quieras si te lo propones, cuidarte como a nadie, entre muchas otras cosas.

—¿Y eso cómo lo puedo obtener?

—Es sencillo. Primero, comienzas por ver todo lo hermoso que te gusta de ti.

—No me gusta nada, Sara.

—Te voy a decir un secreto, Sierra —acercó su boca a su oído y susurró—: Eres hermosa.

—¿Cómo lo sabes?

—Solo lo sé. La belleza es subjetiva. Todo depende de los ojos que te ven y te puedo asegurar que te veo así. Solo me basta con ver tus ojos, tu forma de expresarte, tus miedos, entre millones de otras cosas. Porque esa eres tú y no hay nadie igual. Lo que significa que eres irremplazable y que nadie puede parecerse a ti. Toda tú eres especial y es una pena que no lo veas.

—Oye, ¿estás bien?

—Perfectamente.

—Muy bien, ¿cuál es el segundo paso?

—El segundo es animarte y hacer lo que tengas ganas de hacer. En serio, todo lo que te propongas.

—¿Hay un tercer paso?

—Bueno, creo que eso se asemeja más a un resultado. Consiste en ver lo que has logrado, lo que has pasado hasta llegar hasta allí y tener ese gran sentimiento de orgullo.

—Como si eso pasara...

—Perdona, no creas que es fácil conseguir lo que uno quiere en este mundo. Todo se basa en procesos, etapas y esfuerzo. Una vez que seas capaz de ver todo eso, vas a poder encontrar una parte de ti misma.

—¿Solo una parte?

—El recorrido del descubrimiento y desarrollo personal conlleva una gran responsabilidad basada en paciencia.

—Creo que comprendo, en serio. Lo tomaré en cuenta, ahora salgamos de este lugar, tengo que regresar a casa.

—De acuerdo —aceptó Sara y algo en su bolsillo no dejaba de vibrar. Se dio cuenta de que era el espejo. Se vio reflejada y presenció un color rosa claro.

En el interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora