Capítulo 25

235 44 73
                                    

Luego de terminar la tarea que Sara había hecho con Ángeles, decidió irse a su casa temporal. Cuando entró, se dio cuenta de que todas las mujeres que compartían  la casa con ella habían desaparecido.

—Hola, Sara. ¿Quieres tostadas? —le preguntó Evelyn, mientras Sara se sentaba en una de las sillas de la cocina.

—No, gracias —replicó, mientras miraba a su alrededor.

—¿Qué ocurre?

—¿Dónde están las chicas que solían estar aquí? —Evelyn se sentó junto a ella.

—Se fueron, Sara.

—¿Por qué?

—Porque decidieron que ya era hora. Ya no le encontraban sentido estar aquí y más con su misión terminada.

—¿Qué misión?

—Su misión era acompañarte en esta casa tan grande para que no te sintieras tan sola.

—Pero si su misión ya terminó, eso quiere decir que ya estoy a punto de descubrir la mía.

—Como has cambiado, Sara, me alegro -Evelyn le acarició el hombro con afecto.

—Tengo que ir a terminar mi tarea...

—Suerte, Sara, fue un placer tenerte aquí.

—Igual —Sara subió a su habitación.

Cuando tuvo el borrador de su tarea terminado, escuchó que alguien golpeaba suavemente su ventana. Cuando volteó, dio un pequeño brinco al ver la cara de Esteban en su ventana con una sonrisa de oreja a oreja, mientras le hacía un gesto con la mano pidiéndole que se vaya con él. Al principio dudó, pero luego pensó que terminar la tarea afuera sería agradable. Tomó su borrador y salió por la ventana con cuidado.

—Siempre haciendo la tarea. La niña es aplicada —se burló Esteban.

—Lo hago porque quizá me dé una pista para ayudarme a salir de aquí —rodó los ojos.

—Lo lograste, Sara. Dejaste de hacer preguntas y te pusiste a hacer algo para salir de aquí —ambos sonrieron y caminaron hasta el otro lado de la línea, donde todo era mucho más luminoso. Subieron una montaña, donde pudieron ver un bello paisaje—. Y, ¿qué te parece la tarea? —le preguntó Esteban, cuando llegaron a la cima.

—Es bonita, pero no logro descifrar el porqué de este proyecto.

—Escuché que hiciste la tarea con diferentes chicas. Dime, ¿aprendiste algo importante? —Sara dio un suspiro.

—Es curioso... Pero sí. Todas ellas me enseñaron algo distinto. Con Sierra aprendí que las cosas bonitas se encuentran en momentos pequeños de la vida. Con Amber, que no necesito ser la más bonita de todas, que, con quererme a mí misma, es suficiente. Con Rosaura, que debo conocerme a mí misma, porque tengo mucho para dar. Y con Ángeles aprendí que debo mostrarme a la gente como soy, porque soy muy especial. Pero también... -hizo una larga pausa.

—¿Qué, Sara? ¿Qué sentiste?

—Como si ya las conociera, ¿sabes? Cuando estuvimos juntas, nos comprendimos muy bien. Les dije cosas que nunca me hubiera imaginado que diría.

—¿Por qué?

—Todo lo que ellas vivieron, yo ya lo sentí. Y cuando estaba con ellas, sentía fuerzas para ayudarlas. Como si...

—¿Cómo si qué?

—Como si me estuviera hablando a mí misma —contestó, mirando su borrador.

—¿Y qué ves en tu borrador?

En el interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora