Capítulo 24

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Los tres amigos estaban en la oficina del subdirector.

—Ya no están —le avisó Rebeca.

—De acuerdo, ya cumplí mi parte del trato. Ahora vayan y detengan la huelga —los tres chicos asintieron y fueron hasta donde estaban sus compañeros. Rebeca se subió al banquito para que la escucharan mejor y hacer que dejaran de cantar.

—¡CHICOS, DEBEN ESCUCHARME! —todos hicieron silencio.

—¿Les dieron respuestas? —preguntó Mónica.

—Sí y ya tenemos todo calculado. Sara regresará en cualquier momento -aseguró Hernán.

—No lo creo —desconfió Matías—. Están complotados con el subdirector, ¿verdad? Porque ya los castigaron una vez y tienen miedo de que los expulsen a los cinco.

—¡Tiene razón! —lo apoyó Manuel—. Si lo que dicen es verdad, ¿en dónde está Jason y Juliana? Quizá fueron los primeros expulsados.

—Chicos, por favor. Pueden creernos, tenemos todo bajo control —intentó calmarlos María Jesús.

—¡No nos vamos a callar hasta que Sara regrese y sepamos en dónde está Jason y Juliana! —alzó la voz Carla.

—Chicos, ¡DE REGRESO A LA HUELGA! —ordenó Julián y todos comenzaron a cantar de nuevo. Al ver que no funcionó, los tres amigos fueron a hablar con el subdirector a su oficina.

—Lo intentamos todo —Hernán cerró la puerta detrás de él—. Los chicos no van a detener la huelga hasta obtener respuestas.

—Bien, veré qué puedo hacer. Ustedes no se muevan de aquí, ¿de acuerdo? —salió por la puerta.

—Chicos, estoy muy cansada —Rebeca se sentó en una silla contra el escritorio del director—. Estoy realmente cansada.

—¿Por qué, Rebeca? ¿Qué tienes? —le preguntó María Jesús, preocupada.

—No lo sé... Quizá porque nuestra amiga está perdida hace mucho tiempo, nuestros amigos fueron a buscarla y, ¿quién sabe si van a regresar? —preguntó, con lágrimas en los ojos—. Y porque el primer chico que me gusta, por un lado, dice que no quiere perderme y por el otro, habla con otra a mis espaldas.

—¿Quién es el chico que te gusta? —preguntó Hernán, confundido.

—Rebeca, yo... Escuché a Jason hablar con Madison el día en que Hernán y Chad discutieron —le confesó María Jesús—. Jason le decía que solo la quería como a una amiga y tú eras la razón. No dije nada acerca de ustedes porque... quería que lo dijeran a su tiempo —Rebeca le sonrió y comenzó a llorar.

—¿El que te gusta es Jason? —Rebeca asintió—. Sí que soy lento para estas cosas —Hernán rodó los ojos y la abrazó—. Todo saldrá bien, Rebe. Los chicos son inteligentes. Encontrarán a Sara y regresarán. Pero no debemos perder la calma.

—Ahora lo único que sé es que... Jason me quiere en serio y no estuvo jugando conmigo.

—Me sorprende que el hecho de que te haya querido salvar la vida no haya sido suficiente —Rebeca le dio a Hernán un golpecito en el hombro.

—¡Sabes que soy insegura, Hernán! Cómo me gustaría estar con él ahora en donde quiera que esté.

—Lo sé, Rebe, pero solo tenemos que ser pacientes y... —comenzó a explicar Hernán y se quedó callado, porque se dio cuenta de que ya no estaba abrazando a nadie.

—Desapareció Rebeca —dijo María Jesús y Hernán se quedó helado.

En el interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora