Capítulo 33

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Luego de que pasaron los exámenes, los seis amigos se reunieron en el patio del instituto para compartir sus calificaciones.

—¿Quién empieza? —preguntó Sara.

—Falta Jason, que por cierto no sé en dónde se metió -dijo Hernán.

—Ya esperamos a Jason mucho tiempo, Hernán. Si me disculpan, voy a comenzar diciendo mis calificaciones —dijo Juliana, con aires de superioridad—. Un 100 como nota máxima y un 90 como nota mínima. ¿Quién sigue?

—Yo tuve un 88 como nota máxima y un 79 como mínima —rio Hernán.

—Un 89 como máxima y un 80 como mínima —les compartió María Jesús.

—De acuerdo... —Rebeca se fijó en sus calificaciones—. Yo tuve un 88 como máxima y un 74 cómo mínima. Sara, tu turno, hasta que llegue Jason.

—Bueno... un 100 como máxima y un 90 como mínima.

—Oigan, ¿seguro que nadie sabe dónde está Jason? —preguntó María Jesús—. Rebeca, ¿no te contó en dónde iba a estar?

—No me quiso decir.

—Ahí viene —avisó Hernán.

—Chicos, rápido —Jason le entregó un birrete a cada uno.

—¿Los robaste, Jason?

—Oigan, ya tenemos puesta la toga y solo quiero un recuerdo de nosotros con la vestimenta completa el día que recibimos nuestras calificaciones —explicó rápidamente—. Ahora, Hernán, toma la foto, la coordinadora viene hacia aquí furiosa.

—Digan: «amigos» —pidió y tomó la foto.

—De acuerdo, gracias... Por cierto, tuve un 85 como nota máxima y un 80 como mínima. Si ven a Lucrecia, díganle que me fui del país —pidió. Agarró los birretes y salió corriendo.

—Ahí viene Lucrecia —avisó María Jesús.

—Chicos, ¿de casualidad vieron a Jason? Se robó seis de mis birretes.

—Se fue del país —contestó Hernán.

—De acuerdo, eso quiere decir que estuvo aquí. Gracias, Hernán.

—De nada —contestó, mientras veía cómo la coordinadora iba a buscarlo.

—¿Saben? Voy a extrañar estos momentos juntos —rio Juliana y todos se abrazaron.

—Los amo, chicos —dijo Jason, quien llegó de la nada, uniéndose a su abrazo.

—¡JASON! ¡REGRÉSAME LOS BIRRETES! —escuchó que le decía Lucrecia, que venía corriendo hacia él.

—Nos vemos, chicos —Jason salió huyendo de Lucrecia.

—Sí, definitivamente todos extrañaremos estar juntos, Mari —confirmó Hernán y todos se abrazaron de nuevo.

Al día siguiente, ya era la graduación del último año. Todos se habían juntado fuera del salón principal, el cual ahora estaba todo decorado para el gran día.

—Ya quiero que empiece —dijo Rebeca, arreglándose su birrete en el espejo.

—Yo igual —concordó María Jesús, mientras se acomodaba el cabello.

—Estoy feliz de que nuestros birretes no sean robados esta vez —rio Hernán.

—Oigan, lo hice para que tuviéramos una fotografía de calidad —resopló Jason.

—Salió muy bonita —sonrió Sara y Jason le devolvió la sonrisa.

—Chicos, ahí viene Juliana —avisó María Jesús—. ¿Cómo te sientes?

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