vientinueve

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Esa noche, Taehyung se rozó los labios con las yemas, sin despegar los ojos del techo de su habitación, recordó la forma en que los de Jungkook encajaron con los suyos y las emociones burbujearon bajo su piel. Las marcas que los dedos del mercenario quemaban y su corazón latía tan rápido que, una vez más, sintió que desfallecería.

Y que lloraría, también, porque estaba muy jodido. Maldijo al delincuente y el día en que irrumpió en su casa. Cerró los párpados con fuerza, aún podía ser positivo. Nadie moría de amor, ¿verdad?

¿Cuánto se tardaría en borrar sus sentimientos por él una vez se haya marchado? No podía ser más de medio año como máximo y él aún era joven, le quedaría toda una vida por delante para enamorarse.

De cualquier manera, él y Jungkook nunca hubiesen funcionado, eran demasiado diferentes, probablemente discutirían todos los días y terminarían odiándose. Además, ambos eran hombres, no habrían podido construir un hogar en los suburbios, no, Jeon ni siquiera deseaba formar una familia, tampoco es como si pudiera debido a su profesión. Tenían metas opuestas, era un caso perdido, no podía arrojarse a una posibilidad con un margen de error así de grande.

—¿Por qué estoy pensando en esto? —se reprendió.

Lanzó un suspiro al cielo y se forzó a dormir para dejar de cavilar en dilemas tan absurdos, pero al parecer era un tema que alteraba su consciencia con mayor ímpetu de lo que especuló, porque en cuanto cayó inconsciente, Jungkook se presentó en sus sueños. Al despertar, la agradeció al universo por no recordar el contexto de su pesadilla, porque prefería llamarla así. Se vistió y peinó, con suerte su estado físico no dejaría al descubierto el drama desarrollándose en su abrumada mente.

Un golpe resonó en su puerta antes de que pudiera salir de su alcoba para desayunar. No se escuchaba como el usual llamado de Jinsoul, así que, con recelo, destrabó la cerradura y la abrió lo suficiente para averiguar quién estaba parado en el pasillo. Bufó al toparse con esa cabellera negra y orbes opacos.

—¿Qué quieres? —escupió y terminó de destapar la entrada. 

—¿Saldrás hoy? —preguntó tras examinar sus prendas.

—No te incumbe. —Jungkook contuvo el impulso de virar las pupilas. Habían tenido sexo el día anterior, no entendía por qué el morocho seguía enfadado, pero se obligaría a no darle importancia.

—Pensé que te encerrarías.

—¿Por qué lo haría?

—Ayer me dijiste que tuviste un mal presentimiento —dijo el mercenario y una de sus cejas se arqueó inquisitivamente—. ¿Era verdad o te lo inventaste?

—¿Inventármelo? —Jadeó Taehyung—. ¿Para qué? ¿Conseguir que caminemos juntos aquí? No seas ridículo. Por si lo olvidaste de nuevo, no puedo ver mi futuro, era un mal presentimientos sobre ti, así que no hay razón para que yo sea el ansioso.

Definitivamente nunca funcionarían en una relación. La simple existencia de Jungkook presionaba los botones indicados en él para convertirlo en un idiota que buscaba discutir de manera instintiva. En especial ahora, porque no hallaba forma de disipar la frustración que le provocaba sentir atracción sexual y emocional por el tipo. Coger solo le hacía reflexionar de sus atrofiados sentimientos y aumentaba su estrés.

Por otro lado, aunque deseaba no inmutarse, Jungkook no podía evitar fantasear con agarrarlo y ahogar hasta la última de sus quejas. Eso no lo volvía la persona más dentro de sus cabales de momento. Por eso tenía que irse, marcharse lo más lejos posible del adivino, hasta que cualquier rastro de apego o preocupación se desprendiera, pero primero, debía dar las advertencias correspondientes a su deudor.

fate reader | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora