treintaidos

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Taehyung no era ningún tonto. Cuando pasaron un considerable número de horas sin novedades de los soldados, empezó a sospechar que tal vez a quien Jimin estaba esperando no era precisamente un general de Verham.

El manto de la noche ya los había cubierto, pero Jimin nunca regresó a vigilarlo a la carreta. Eso lo hizo sentir estúpido, porque pudo haber intentado escapar con probabilidades de éxito mayores en la oscuridad, cosa que ya no le era posible debido a la seguridad extra que le asignaron posterior al alboroto. Se consoló diciéndose que no tuvo forma de saber que no sería entregado al ejército de Verham ese día, los errores se hacían evidentes cuando los veías en retrospectiva, pero bajo las condiciones en las que estaba, haberse arriesgado para armarse fue una decisión lo suficientemente inteligente.

Escuchó bastante ajetreo afuera, mas no se molestó en intentar echar un ojo a qué ocurría. Primero; porque ahora tenía más guardias, y segundo; realmente no cambiaría nada el saberlo o no. Su destino estaba cada vez más condenado a ser un suplicio. Palmeó su bolsillo para sentir el objeto oculto en este y apretó los labios. El pesimismo estaba apoderándose de él. Cerró los ojos y tomó una respiración profunda mientras delineaba con el índice la silueta del cuchillo y se preguntaba qué hacer.

Si muriera ahora, no tendría que vivir como un esclavo, lo que era favorable, ¿no?

Despegó los párpados con lentitud, sin fijar su mirada en algo específico, y caviló la idea. Si viviera, sería responsable de miles de muertes y, bueno, daría por sentado que su libertad, sueño de viajar o formar una familia estarían coartados. Su vida básicamente culminaría en el momento en que cayera al mando de Gong. Entonces, morir se volvía ligeramente tentador. A Jimin le entregarían una recompensa por su cuerpo, no podría vengarse hiciese lo que hiciese, pero él sería feliz pereciendo consciente de que jamás se convertiría en la herramienta de un déspota rey.

Valió la pena el sacrificio por conseguir la cuchilla después de todo. Fallecer era ahora la decisión más inteligente.

Oh, ¿cómo es que había terminado así?

Si pudiera nacer de nuevo y elegir, escogería ser normal, no le importaría tener la vida de un súbdito promedio: crecer, casarse, trabajar, tener hijos y morir. Le gustaría una como la de Seojoon, con problemas triviales como el aburrimiento, de verdad no le importaría eso, sonaba mucho mejor que la cotidianidad que llevaba él en el presente. ¿Lo haría feliz? Puede que no, la charla con su amigo le hizo cuestionarse su hipotética fuente de alegría, pero seguía prefiriendo aquello que lo que tenía. Su don era maravilloso, pero le había traído penurias que le hacían sombra el corazón hasta el día de hoy y desearía ser capaz de borrar. Tanta gente perversa ansiaba capturarlo, como si no fuese una persona, solo algo que usar con fines crueles. ¿Le haría un favor al mundo si desapareciera? No era como si alguien lo extrañaría al partir.

¿Jinsoul se acordaría de él cuando viera las flores medicinales que juntos recogieron en el pasado? ¿Les vendría a la cabeza al resto del personal del hostel cuando miraran algo del tono de su cabello? ¿Seojoon añoraría su presencia al beber hasta tarde en la cantina?

¿Qué pensaría Jungkook cuando se enterara? ¿Se pondría al menos un poco triste o sería intrascendente? ¿Emergería en su mente sin razón aparente o simplemente lo olvidaría? ¿Dejaría que otro se acercara tanto como él lo logró? ¿Se arrepentiría de haberse separado de él? Le hubiese gustado despedirse de ese imbécil. ¿Sería egoísta si quisiera que le doliera aunque fuese una pizca su muerte?

Mordió su labio inferior con fuerza y sujetó el mango del puñal, ¿tendría la valentía necesaria para suicidarse? Morir era uno de sus grandes miedos.

fate reader | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora