Habían pasado tres días ya desde ese incidente, Nam se encontraba ausente, distraído en algún lugar, había vuelto a la rutina de encerrarse en el estudio y Jin se veía obligado a sacarle de ahí, pero era más difícil porque parecía que no le escuchaba, esa tarde era la tercera vez que lo sacaba del cuarto, llevándolo a la sala, estaba molesto, su silencio y su reacia negación a decir algo más, lo hacían sentir frustrado.
-Nam no puedes seguir así..., entiendo que pasa algo pero necesitas hablarlo, tenemos que resolverlo -Nam lo miró un momento pero en sus ojos había un vacío perturbador.
-No sé puede resolver... -se levanto una vez más con dirección al estudio, pero Jin lo detuvo.
-¿Qué diablos te sucede? Acabo de sacarte de ahí, y vas nuevamente a encerrarte, no te dejaré entrar a esa habitación hasta que digas que es lo que sucede -Nam no dijo nada y siguio su camino a la habitación-, ¿vas a ignorarme? -Nam se detuvo-, porque si es así, será mejor que te deje solo, al final eso es lo que quieres, que no te moleste -recogió su chaqueta y las llaves del auto-, me voy, hay comida en la nevera por si quieres comer.
-¿A dónde vas? -su voz sonaba despreocupada, estaba de espaldas, no sé volteó a mirarle.
-No sé y tampoco sé cuándo vuelva, por si quieres volver a tu escondite, así no tienes que preocuparte porque te moleste, y si quieres comer bien y si no ya es problema tuyo -salió dando un portazo.
Nam se derrumbó en el suelo, Jin le había dejado solo, había logrado lo que tanto había temido, alejarlo. Comenzó a llorar, de forma desconsolada, primero su llanto era ahogado, hasta que se volvió intenso, fue cuando sintió unos brazos rodearle de forma protectora y el cálido aroma de su perfume.
-Perdóname Jin... -repetía una y otra vez como mantra mientras escondía el rostro en su pecho, mojando con sus lagrimas la camisa del pelinegro-, perdóname...
-Jamás te dejaría solo Namjoonie, menos en este estado.
-Estas en tu derecho de hacerlo, debes estar cansado de mi.
-No estoy cansado de ti, pero me siento frustrado de verte en este estado -acariciaba su cabello-, tuve que hacer esto para que dejaras salir un poco de tu llanto.
-Sentí miedo..., no quiero estar solo.
-Y no lo estás, estamos juntos -Nam lloraba descontrolado, angustiado, permanecieron así por un largo rato, hasta que su llanto dejó de cesar.
-Gracias -su voz era un susurro pero Jin lo escuchó.
-¿Te sientes mejor? -Nam asintió-, vamos, te prepararé algo delicioso y no acepto negativas, tienes que alimentarte.
Sin decir más ambos se pusieron de pie, llevando de la mano a Nam, lo sentó en el comedor y comenzó a buscar en el refrigerador lo que iba a preparar. Comenzó a cocinar, el aroma de la comida hizo reaccionar al estómago de Nam, pidiendo el alimento negado y eso hizo a Nam ver a Jin, como este se desvivía por sacarlo de su pozo lleno de fango y se sintió miserable y comenzó a verse en el reflejo de su celular, su rostro desmejorado y sus grande ojeras, y sus ojos hinchados por el reciente llanto, él no se merecía esto, se levanto de la silla en silencio y Jin lo miró de reojo sin preguntar al ver que ingresaba en su habitación, dejando la puerta abierta. Se acercó al espejo, y se horrorizó ante él, Jin había logrado que se duchara, pero esa mañana no pudo lograr afeitarlo, de solo pensarlo se sintió avergonzado, ¿que clase de persona era ahora? Se estaba dejando morir por un sentimiento absurdo, se quitó la ropa y entro a la ducha, el agua fría en su piel le hizo sentir mejor, se tomó su tiempo para relajar su cuerpo, realizar su higiene y salir a la habitación, poniéndose ropa cómoda, un short y una camiseta, le gustaba vestir así en casa en tiempo de calor, para después salir a tomar asiento en la mesa. Jin ya se encontraba poniendo la comida cuando lo vio salir recién duchado y con mejor semblante.
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𝒞𝒶𝓇𝒾𝒸𝒾𝒶𝓈 𝒹𝑒𝓁 𝒸💍𝓇𝒶𝓏ó𝓃 [NamJin/JinNam] •Terminada•
أدب الهواةKim Seokjin un chico guapo y asediado por muchas mujeres bellas, encuentra el amor en la persona jamás imaginada. Kim Namjoon un joven con ilusiones y un sinnúmero de inseguridades se enamora por primera vez. Los prejuicios y las ideologías no nos p...