31: Por quienes amo.

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Marley: "Por quienes amo".






Corría de forma rápida por aquel gigantesco campo, una pequeña risa escapaba de sus labio y miraba hacia atrás en varias ocasiones. Eren la perseguía con una sonrisa, el sabía que ganaría la carrera. De repente entraron a un bello campo de flores blancas y Selene no pudo evitar sentirse feliz al notar en el lugar que estaban. En ese momento de distracción Eren la agarró como una bolsa y corrió con ella. Atravesaron la mitad del campo y su hermano finalmente la tiró de golpe al pasto cubierto de flores. Después de esa acción se sentó y se apoyo en sus dos manos. Mientras el reía, Selene se frotaba la cabeza y lo miraba con enojo.

— Eres un bruto, cabeza hueca.— se quejó la pequeña de ocho años. Eren para intentar que no lo matara, arrancó una pequeña rosa y la colocó detrás de su oreja.

— Yo gané. Ese era el trato. Además de que soy tu hermano mayor, no te puedes dejar.— dijo con una sonrisa arrogante.— Pero no le digas a mamá que yo lo dije.

— Si no quieres que le diga que me tiraste, harás unas coronas de flores conmigo. Así sellaremos nuestro trato. Yo no te delatare, si tu haces coreanas de flores conmigo.— estiro su dedo meñique y espero a que Eren repitiera la acción. Cuando unieron sus dedos Selene sonrió con mucha felicidad.— Oficialmente es una promesa.

— Bien, pero solo será esta vez.— dijo agarrando un par de flores.

— Al parecer papá no te enseñó bien, el me dijo que siempre debíamos leer las letras chiquitas. Y tu no lo hiciste. Es por eso, que tu, Eren Jeager tendrás que hacer coronas de flores conmigo. Y no hay vuelta atrás.

Antes de que su hermano se quejara le entregó un par de flores y le empezó a explicar cómo debían armarla. La mezcla entre el blanco y verde del tallo, hacían que quedara como una obra de arte. Eren observaba a su hermana menor con una pequeña sonrisa. Cada uno de sus gestos le parecía tiernos. Desde cuándo sacaba su lengua como concentración o hasta cuando sacaba una pequeña sonrisa. Selene terminó la tercera corona y la colocó en la cabeza de su hermano.

— Te ves muy bien. Deberías usarla todos los días, te da un brillo especial.— le dijo la más pequeña.

— Me gusta tu corona de flores, la usaré hasta que las rosas se marchiten.

¡¿De verdad?!— preguntó con emoción. Eren asintió con la cabeza y se levantó del pasto junto a su hermana.— ¿Crees que mamá y papá utilicen sus coronas? Papá se vería muy bien con ella. Espero que tarde en irse de vuelta por trabajo.

— De seguro les encantarán.— respondió a las últimas preguntas de Selene y la tomó de sus pequeñas manos para empezar a volver a su casa.

De la mano caminaron de forma tranquila hasta su casa, mientras el atardecer aparecía ellos llegaban a sus casas. Saludaron a Hannes, cuando entraron a su pueblo, el cual estaba algo pasado de copas. Y finalmente llegaron a su pequeña casa. Selene fue la primera en entrar y le colocó con emoción a su padre la corona de flores.

— Es para ti.— le dijo, Grisha le sonrió con ternura y depósito un pequeño beso en la frente.

— Muchas gracias.

Después de eso le entregó su corona de flores a Carla, quien no se la sacó hasta acostarse a dormir. Desde ese día acompañada por su familia entre rosas blancas, a Selene le quedó claro algo. Las rosas blancas serían sus favoritas para toda la vida. Por qué ellas guardaban el amor de su familia. Las personas que amaba.

The end of the world | Jean KirschteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora