21: La mente maestra.

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La monarquía: "La mente maestra."





AÑO 844, Distrito Shiganshina.

Estaba detrás de unas escaleras observando a unos niños que parecían estar jugando con una piedra. No hacia más que preguntarse el porqué de esa acción. No lo veía divertido. Se había ido de casa para no tener que ayudar a su madre a lavar ropa, por lo tanto le dejo ese trabajo a Mikasa y Eren. Ellos se encargarían de hacerlo de la forma correcta. Por mientras analizaba a las personas, lo único que podía hacer útil. Siempre le costó hacer amigos, por lo tanto su objetivo para cuando sea más grande era tener muchos amigos. Se imaginaba haciendo un montón de travesuras y que escucharan sus planes perfectos para hacer distintas bromas. A su hermano no le agradaba hacer sus bromas, por lo tanto, salía a analizar a las personas. Quizás le servía para el futuro saber sobre el comportamiento humano. Siempre recordaba la vez que le ofreció a Armin hacerle una broma a los niños que le molestaban, el rubio le dijo que sería muy cruel hacérselo. Desde ese día confirmo que Armin era un ángel. En fin, al único que tenía para jugar era a Eren y el no quería hacerlo con ella. Y si pasaba tiempo en su casa, ayudaba a su padre con temas de medicina. Era muy interesante.

Volteo a mirar a una pareja de adolescentes y los observo con asco, se estaban absorbiendo el alma frente de ella. Ella y su padre se llevaban bastante bien, Selene lo adoraba y le gustaba abrazarlo. Era la más pequeña, pero siempre notaba que a Eren lo miraba con algo de lástima y a ella la preparaba para algo. Solo que no sabía para qué. Giro los ojos con un notable asco y en cuanto volteo para otro lugar se encontró con su padre. Podría jurar que sus ojos empezaron a brillar. No lo dudo en ningún momento y empezó a correr hacia el. El hombre se agachó y la espero con los brazos abiertos.

— ¡Papá!— exclamó con felicidad abrazándolo. Aferró sus pequeños brazos al cuello del mayor y río cuando el se levantó y la cargó mientras caminaban de forma lenta.

— Estoy feliz de verte, pequeña niña inteligente.— le apretó la nariz con su dedo corazón y anular, haciéndola reír nuevamente.— Ya los extrañaba. ¿Qué estabas haciendo?

— ¡Yo también estoy feliz por verte! Eren como siempre no quiere jugar conmigo, así que analizo a las personas. Son muy extrañas. Había una pareja que estaban haciendo cosas extrañas. ¿Tu y mamá también lo hacen?— preguntó con inocencia.— Era asquerosa la forma en la que juntaban sus labios, parecía que se iban a succionar.

— Cuando veas esas cosas será mejor que te vayas del lugar. Eres muy pequeña para ver esas cosas.— la bajo al suelo y empezaron a caminar de las manos. La pequeña Selene daba pequeños saltitos mientras caminaban y su padre no podía para de sonreír.— Recuerda estas palabras siempre Selene. La mente vence a la fuerza bruta. Analiza a todas las personas de tu alrededor y no le creas a nadie.

— ¿Por qué dices eso, papá?

— En un futuro lo entenderás. Tu eres más fuerte de lo que imaginas. La mente maestra, lo serás siempre tu. Y por eso siempre estarás un paso delante de todos. No dudes de hacer lo que creas correcto.

— ¿Y si lo que elijo está mal?

— Nunca lo estará, el destino está escrito. Y tu eres una pieza importante en el. No lo olvides, tu eres la mente maestra.





The end of the world | Jean KirschteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora