27: La noche en la que perdimos.

1.4K 143 55
                                    

27

Marley: "La noche en la que perdimos."






Frente a sus ojos estaba un juego de ajedrez, estaba sola en esa habitación. Levanto una torre negra y tiró una blanca. Apoyó su cabeza sobre su mano, suspiró en cuanto sus cortos cabellos se pusieron sobre su rostro. Habían pasado cuatro años desde que recuperaron el muro María, pero la libertad que tanto buscaba nunca llegó. Como le había comunicado a Erwin, las personas del mundo exterior eran igual de crueles que ellos. La Legión tuvo muchos cambios, Hange se convirtió en comandante, sus trajes cambiaron, aunque ella le dejó las cuchillas en su traje. Era algo ridículo, porque ya no luchaban contra titanes, lo hacían con humanos. Y lo peor de todo era que su hermano estaba cayendo a la locura. Volvió a mover una pieza negra, las blancas representaban a sus hermanos, ella era las negras y los intentaba vencer.

Recargo toda su espalda en el asiento y miro de una forma cansada aquella tabla de ajedrez. Sabia lo que terminarían haciendo y eso le agobiaba. Coloco sus manos en los bolsillos del pantalón y subió la cabeza para mirar el techo. Hace meses no veía a su hermano Eren, ¿habría cambiado? ¿Otra vez no corto su cabello? ¿Pensaba en ella mientras estaba en Marley infiltrado?  Cerró sus ojos celestes cristalinos y pensó en sus tiempos de reclutas, eran tan felices y no lo sabían. Volvió su atención al tablero de ajedrez y agarró a la reina negra. En ese momento solo quedaban sus dos hermanos, eran solo ellos contra ella. Y la pregunta era, ¿cuál de los tres ganaría? Antes de poder hacer su próxima jugada, tocaron la puerta y por ella entró Jean con una sonrisa. No tenía que responder para que pasara, después de todo era su habitación.

— Sele, estamos por llegar. Será mejor que nos preparemos.— aviso poniéndose detrás de ella y acariciando sus cabellos cortos.

— Se supone que esta semana y la siguiente nos la tomaríamos libre para tener un descanso. Y míranos ahora, yendo a ayudar a mi hermano con su plan de "matemos a todos".— se quejó Selene.

— Podemos hacerlo después de volver a casa.— la tomó de la mano e hizo que se levantara y que quedara frente a el. Entrelazo sus manos haciendo que los anillos que llevaban en su dedo anular se chocar.— Nos quedamos encerrados en casa y pasamos tiempos juntos, tendremos más privacidad y si quieres podemos visitar a los Jones.

— ¿Me estas coqueteando, señor Kirschtein?— preguntó divertida, mirándolo con una sonrisa. Jean paso una de sus manos por la cintura de Selene y pegó más su cuerpo con el de ella. Acerco su rostro hasta la oreja de su amada y la acarició con la nariz, logrando que se riera un poco.

— Como usted lo piense, señora Kirschtein.— le susurró al oído y ante de que Selene le reclamara algo, junto sus labios.

Los labios suaves de Selene encajaron a la perfección con los de Jean. Se movieron a un compañero lento y como si de su primer beso se tratara aún seguían las mariposas en sus estómagos. Jean dominaba el beso, deslizó sus manos por la cintura de Selene hasta llegar a sus caderas. Selene colocó una de sus manos en la nuca de Jean para profundizar el beso, mientras su otra mano descansaba en el hombro del chico. Cada vez que juntaban sus labios, Jean llevaba a Selene a la Luna. Como forma de atrevimiento el chico deslizó sus manos por detrás de los muslos trabajados de Selene y la levantó, haciendo que enrollara sus piernas a su cintura. Selene río un poco en cuanto el chico empezó a dejar pequeños besos en su cuello, la barba que crecía en Jean lograba que sintiera cosquillas.

— Eso es suficiente para que perdones mi atrevimiento por llamarte de esa forma, cariño.— Selene sonrió como una boba y escondió su cabeza en el cuello de Jean, mientras sus pies tocaban una vez más el piso. El chico acarició su cintura mientras apoyaba su cuerpo en la pared y abrazaba a Selene.— Se que todo esto te tiene agobiada, pero pronto regresaremos y descansaremos por un tiempo. Además que estoy seguro que podrás darle la paliza que tanto querías a tus dos hermanos.

The end of the world | Jean KirschteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora