29: Alguien que solía conocer.

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Marley: "Alguien que solía conocer."






AÑO 852.

El cielo estaba bastante despejado y solo pequeñas nubes deambulaban por el cielo. El sol iluminaba toda esa área despejada y de fondo se podían escuchar los golpes de los martillos. Estaban agregando unas vías para transportar cosas. Era algo muy raro, ya que estaban acostumbrados a manejarse en caballos y carreteras, pero al parecer las personas fuera de la muralla se las arreglaban de otra forma. Selene estaba cargando unas cuantas tablas de madera sobre su hombro. En su cabeza había un gorro de color celeste que le había regalado Zeke, fue algo inesperado pero el sombrero era bonito, así que lo usaría a pesar que fuera de su parte. Por la parte de arriba llevaba una camisa mangas cortas de color blanco y por abajo un pantalón suelto marrón y unas botas negras. Su pelo corto tenía más ondas de lo normal y sus ojos celestes brillaban más que nunca al estar en contacto con el sol.

Suspiro mientras dejaba las maderas con las tiras de metal que había dejado Mikasa. En ese último tiempo todos habían crecido demasiado. Tanto que hasta incluso Connie le sacaba una cabeza de altura al capitán Levi. No era un logro pasar la altura de aquel capitán, pero era un cambio impactante para el. Selene era de las que más había cambiado, las pecas inperceptibles ahora se notaban mucho más por la exposición del sol. Su abdomen ya estaba marcado del todo y sus brazos portaban más músculos que antes. Además de que se había convertido en la mujer más alta de la Legión, por pasar a Mikasa por dos centímetros. Aunque debía admitir que le molestaba bastante no pasar la altura de Yelena, esa mujer hacía todo lo que podía para molestarla en todas las situaciones. Detestaba a esa mujer, mucho más que a Zeke. Con Zeke tenía su relación amor-odio, pero al menos lo apreciaba un poquito.

— Necesito agua.— susurró mientras apoyaba las maderas restantes en el piso. Sacó su gorro con una mano y con la otra se limpió la frente. Desde lejos pudo observar a Connie y a Jean pelear con las maderas que estaban clavando, era una escena bastante cómica. Sasha llegó a su lado y le entregó un poco de agua que le sobraba. Selene no pudo evitar abrazarla para después beber un poco. La chica Blouse solía compartirle muy seguido sus cosas comestibles, sin embargo Selene sabía lo mucho que le costaba hacerlo y aunque fuera una migaja de cualquier cosa, se lo agradecía con un abrazó o la acompañaba a robar comida. Ambas se acercaron a donde estaban aquellos dos chicos para acompañarlos.

— Sele, gracias por estar ahí. Pasame esa madera, te lo suplico.— le pidió Connie suplicando. Selene asintió y le entregó la tabla. Connie la miro de arriba abajo y silbo, nunca le había prestado atención con detalle. El chico volteó a mirar a Jean que miraba como un bobo a Selene. Era muy gracioso, podía jurar que la chica estaba más ejercitada que Jean.— Por todos los dioses estas mamadisima Selene. En vez de vos decirle papi a Jean, el te debería decir mami.

— ¡¿Qué cosas dices Connie?!— exclamó Jean mientras Selene de fondo se estallaba a risas. Connie siempre aprovechaba la oportunidad para tirar sus comentarios.

— Los dioses se arrodillan a tus pies, Connie. Con esos fabulosos peinado en tu cabeza, haces que todos se olviden de que estás en puros huesos. Tu y el viejo Pixis deberían pasar tipos de peinados, por sus brillantes cabelleras.— Sasha se estalló a risas por lo último que dijo Selene y aunque Connie intentó hacerse el ofendido, no pudo hacerlo. Selene siempre ganaba en este tipo de cosas.

Después de unos minutos Selene se acercó hasta Jean, quien estaba sentado en el suelo mirando el cielo, y le entregó un poco de agua. Se sentó a su lado y sacó su gorro de su cabeza para ponerlo entre sus piernas. Luego se quedó en silencio haciéndoles compañía a Jean de forma silenciosa. Su corazón latía a un ritmo rápido por todo lo que estaban haciendo ese día, aunque le encantaba porque estaba haciendo notar la fuerza que tenía. Le gustaba presumir esa cualidad por lo tanto cuando debían manejar material pesado, era la primera en ofrecerse en ayudar por la causa.

The end of the world | Jean KirschteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora