Prefacio

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Tokio, Japón 1985

Kasumi iba tarde al partido. Le gustaba asistir a los juegos de basketball, en especial si Daiki jugaba, y ese casi siempre era el caso; pero al parecer el destino tenía una idea distinta, ya que todos los partidos eran al mismo tiempo que alguna de sus clases, y no podía darse el lujo de faltar, su padre se decepcionaría.

-Eres la primera de la familia en asistir a la universidad...- le dijo lleno de orgullo antes de que ella subiera al tren rumbo a Tokio. Sus padres la habían tenido a una edad temprana, tenían 16 años cuando ella nació; y su padre estaba determinado a no dejar que su hija terminara del mismo modo que él, y un título universitario era un paso importante para aquella meta.

Kasumi finalmente llegó al partido, estaban en el segundo cuarto; Daiki estaba jugando mejor que nunca, y también lucía de lo mejor, su equipo iba ganando. No pudo evitar sonreír orgullosamente, su novio estaba en la cúspide de su carrera deportiva.

Fujita Daiki...

Estrella del basketball, era un tipo alto y apuesto, todo un galán, a veces ni ella se creía que tenía su corazón.
Se conocieron en el campus de pura casualidad, él necesitaba una mesa donde almorzar y la que ella ocupaba fue su primera opción.

Eran jóvenes, pero enamorados profundamente uno del otro; Kasumi le había contado a su padre una que otra cosa sobre él, pero la respuesta de este siempre era la misma: Enfócate en tu carrera. Eso era todo lo que a su padre le importaba. La elección de carrera de Daiki tampoco ayudaba mucho, el padre de la chica no era fanático de la idea de un jugador de basketball profesional para que fuera su yerno...

-¿Yerno?- pensó Kasumi, eso era demasiado precipitado... ¿o no?

Daiki era todo un caballero, pero a ella jamás le había cruzado por la cabeza la idea de casarse con él; pero después de todo, su padre era más conservador, y si alguna vez se hubiera enterado de lo que ambos se traían, probablemente habría forzado a Daiki a proponerle matrimonio.

Un ruido estruendoso sacó a la chica de sus pensamientos. El segundo cuarto había terminado. Daiki se volteó para buscarla con la mirada, cuando la encontró le envió un beso desde donde estaba; ella se sonrojó. Dios, como amaba a ese hombre.







Moscú, Rusia 1986

Boris Alexeyevich Scherbatsky ofrecía toda una fiesta, por ninguna razón en particular, sólo porque quería y podía; y por supuesto, Natasha tenía que estar ahí, no porque quisiera, sino porque sus padres asistirían, ella necesitaba un esposo y los Scherbatsky era amigos cercanos de la familia; y no podías dejar de asistir a una fiesta que organizaban tus amigos más cercanos, incluso si esta era aburrida e innecesariamente lujosa.

Natasha Semenovna era joven y hermosa, lindos ojos azules y cabello largo y rubio, nadie hubiera imaginado que estaba teniendo problemas para encontrar marido, pero sin embargo ahí estaba, viendo cómo todos los hombres aburridos hacían fila para tratar de llamar su atención; y su padre, juzgándola desde la distancia mientras los rechazaba a todos, uno por uno. Ella sabía que no era su culpa, todos ellos eran aburridos, además de estar ansiosos por ser los orgullosos dueños de Natasha Semenovna y ser el tipo afortunado que podría hacerla suya todas las noches.

Y justo mientras pensaba en eso, alguien llamó su atención: un hombre alto y rubio, bastante guapo y amable, o al menos ella pensaba que lo era.

Kirill Stepanovich Shuvalov, abogado; se graduó como el mejor de su clase, acababa de terminar la facultad de derecho pero ya había conseguido un trabajo en una firma exitosa. Mucha gente podría pensar que era un esnob, al contrario, era bastante simpático, un poco frío y serio a la distancia, pero bastante sensato y considerado una vez que lo conocías. Estaba charlando con algunos amigos, haciendo bromas, pero ya había visto a Natasha y había quedado completamente cautivado por ella.

Sus miradas se encontraron, por lo que Kirill no tuvo más remedio que acercarse a ella. Natasha desvió la mirada y se sonrojó, trató de controlar su respiración e intentó comprobar dónde se encontraba Kirill, sólo para saber si este planeaba algún movimiento, pero tan pronto como giró la cabeza lo encontró frente a ella.

Era hermoso y absolutamente encantador, inmediatamente sintió que nunca querría separarse de él. Él sentía lo mismo, Natasha era divertida y amable, y la forma en que lo miraba era todo lo que necesitaba para entregarse por completo a ella.








Tokio, Japón 1985

Kasumi estaba sola en su habitación, su compañera de cuarto no estaba, así que podía tener tiempo para ella misma, y lo necesitaba. Acababa de hacerse una prueba de embarazo y había dado positivo.

-Dios, mi padre me va a matar- pensó desesperadamente mientras escondía su rostro entre sus manos. Aparte de la inminente decepción de su padre, no estaba preocupada en absoluto, era el bebé de Daiki y sabía que él cuidaría de ambos.

Intentó calmarse, ya se le hacía tarde para su cita; se suponía que se encontraría con Daiki en la cafetería, iban a disfrutar de un día para los dos solos. Vaya sorpresa que se llevaría.

Andromeda & CygnusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora