Yours Ever

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A mediados de febrero, Daiki partió junto con Ikki de vuelta a Tokio. Shun lucía mucho mejor, aunque ninguno juraría que era el mismo de antes, después de todo, sus heridas habían sido graves y aún no estaba totalmente recuperado.

Con la partida de la familia Fujita, Hyoga también tuvo que volver al trabajo. Su licencia por incapacidad había expirado, y aunque no se sentía cómodo dejando a Shun completamente solo en el departamento, no tenía muchas alternativas.

Notaba que algo no andaba bien con su novio. Siempre que le preguntaba como se sentía o si necesitaba algo, la respuesta era escueta: "Mejor", "no, gracias", "todo en orden", etc. Ni siquiera "mi amor" o "patito" —como había optado por llamarle los últimos meses—, o alguno de los lindos derivados japoneses como "Hyo-chan" o "Hyoga-chan". En realidad, Shun apenas y se dirigía a él.

Jamás iniciaba una conversación y prácticamente debía obligarlo a escupir una respuesta de más de dos sílabas. Sus sonrisas encantadoras y luminosas se habían reducido a una ligera mueca en los labios, siempre amable, pero nunca sincera.

Notaba que la mirada se le perdía en la inmensidad y se sobresaltaba bruscamente por cualquier mínimo ruido o roce.

Cuando volvía del trabajo, Shun ya estaba profundamente dormido en el sofá, con la luz encendida. Primero pensó que había decidido esperarlo y cayó dormido, luego comenzó a dudar, pues Shun se rehusaba a estar solo en la habitación y a oscuras.

Sin saber que hacer, Hyoga persistió, pacientemente y siempre con las mejores intenciones. Sonriéndole y hablándole a su novio como normalmente lo haría.








A la vez, Saori llevó a cabo su plan para sellar a Hades. Shion estaba sorprendido de que la chica tomara el control de la situación y hubiera desarrollado el plan ella sola. Sailor Cosmos estaba orgullosa de que su entrenamiento hubiera dado frutos tan prometedores.

Una fría mañana de febrero, Saori partió junto con los doce Caballeros Dorados a la montaña más alta, encontrada en las afueras del Santuario.

Star Hill, la colina de las estrellas, el lugar más cercano al Cielo, la Puerta al Monte Olimpo.

Los doce Santos de Oro ya la esperaban en el Templo de Aries para partir. Ninguno sabía exactamente a qué iban, pero inferían que se relacionaba con Hades.

-Iremos a Star Hill, debo rezar y meditar. Necesito que me acompañen y me esperen abajo. No sé cuánto tardaré, pero es imperativo que no haya interrupciones de ninguna clase. Preciso que protejan la montaña de cualquier intruso, ¿de acuerdo?

Los Caballeros asintieron.

Saori iba a la cabeza del grupo, con los doce Caballeros detrás. El camino era tan largo, que el viaje que comenzó como una procesión solemne fue transformándose poco a poco en una excursión vacacional. La perfecta formación de los Santos se convirtió en una bola, a su vez dividida en pequeños grupos de tres o dos.

Cuando llegaron a su destino, las risas y charlas se apagaron de repente, como si se acabaran de percatar que venían a trabajar.

Saori se volvió hacia ellos y les extendió una canasta.

-Aquí hay comida y agua. Espero que sea suficiente. Espero no tardar demasiado.

-No se preocupe.- añadió Aioros, tomando la cesta. -Nos encargaremos si algo suecede.

Los Caballeros Dorados se colocaron alrededor de la montaña, se repartieron turnos para vigilar durante la noche y Aioros racionó la comida.

Las charlas con el compañero de a lado no se hicieron esperar, a excepción de Shura, quien se percató de que Aphrodite estaba más callado de lo usual.

Andromeda & CygnusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora