Andromeda | Parte 1

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El combate contra Reda estaba programado para el nueve de mayo. Albiore le había sugerido a sus alumnos que se tomaran el fin de semana para descansar los músculos y la mente. Sin embargo, Shun sentía una impaciencia tremenda por salir a entrenar, además no podía relajarse a gusto con los nervios que sentía.

El día previo al encuentro, su padre e Ikki aterrizaron en Atenas. La oficina del Santuario en Tokyo no le había autorizado los días libres para viajar, pero al Fénix le dio lo mismo.

Daiki, por su parte, estaba feliz de que su hijo hubiera llegado tan lejos, en especial en aquel mundo de luchas y violencia que no parecía congeniar con Shun. Por esa misma razón, estaba un poco preocupado por lo que aquella pelea significaba; aún recordaba el combate por la Cloth del Fénix, había sido brutal y sangriento, para alguien tan tosco como Ikki parecía adecuado, pero para su hijo menor... no tanto.

Tomando aquello en cuenta, y no queriendo salar su suerte, el peliverde no le dijo a su padre sobre el curioso Sacrificio.

Cuando los tres hombres Fujita se reunieron con Seiya, Shiryu y Hyoga en el campus, Shun procedió a hacer la tan esperada introducción entre su padre y novio. Hyoga se sintió un poco intimidado por la altura de Daiki, el sujeto era mucho más alto que él —sólo un poco más alto que Ikki— y en apariencia era casi la copia de su hijo mayor, aunque no en carácter, por suerte para el ruso. Nada que ver con Shun.

-Saliste a tu madre, ¿cierto?- le susurró el rubio a su novio después de los saludos.

Shun rió entre labios. -Pero lo hiciste bien.- el japonés se volvió hacia su novio y lo envolvió en sus brazos. -Pasaste la prueba. De lo contrario le habría permitido a Ikki nii-san dar rienda suelta a su ira.

Hyoga soltó una risa nerviosa, mientras Shun se carcajeaba por la expresión en el rostro de su novio; acto seguido, lo llenó de besos.








Lunes 9 de mayo de 2011

Shun siguió la misma rutina que Shiryu el día de su pelea, excepto que la pandilla ideó un plan infalible para que Shun no se quedara dormido. Todos sincronizaron sus alarmas para que sonaran a las 7:00 en punto, Shiryu se encargaría de despertar a Shun si este no lo hacía por cuenta propia, y Seiya y Hyoga irían a su habitación a asegurarse de que estuviera despierto y preparándose para triunfar.

Nada de eso fue necesario, pues el peliverde estaba tan nervioso que no logró dormir bien; así que cuando la alarma sonó y Shiryu se aproximó a la cama de su compañero, este ya no se encontraba ahí. Hyoga se retrasó casi veinte minutos y Seiya jamás llegó.

Shun se obligó a probar su desayuno, sólo quería salir a correr, golpear cuantos sacos de boxeo le fueran posibles y practicar el movimiento de las cadenas una última vez. Cuando finalmente se puso a hacer todas esas cosas, los nervios le jugaron en contra, sacando a relucir una falta de coordinación que nadie sabía que existía dentro de él.

A las 10:00 de la mañana ya se encontraba en los vestidores, vendando sus manos y muñecas y colocándose su armadura de entrenamiento.

Albiore se acercó para verificar que sus alumnos estuvieran listos y en condiciones para presentar su examen final como era debido. Reda desbordaba confianza y altanería, mientras Shun apenas y podía mantenerse de pie sin temblar.

Cepheus lo tomó por los hombros, dándole un pequeño masaje para reducir la tensión.

-Eres más fuerte que él. Tu Cosmo es de los más poderosos que he visto, no me cabe ninguna duda.- le aseguró. Shun asintió mientras respiraba profunda y pausadamente.

Siempre había creído que Albiore lo detestaba por su renuencia a pelear, pero ahora se daba cuenta de que no podía estar más equivocado. La presión del Caballero de Plata era simplemente porque estaba consciente de su fuerza y capacidad.

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