Capítulo 10 - Haciendo amigos

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Ailín

Aquí estoy sumida en mis pensamientos gracias a este hombre que me trae de cabeza. Luego de darme un beso y desarmarme por completo con lo que me dijo, se fue. Salió de la habitación como alma que lleva el diablo. Creí que vendría más tarde pero estaba muy equivocada.

A la noche entró un guardia y me dijo que Nikolay había salido de viaje por unos días. Al escucharlo se me encogió el pecho, creí que podría verlo y estar un rato con él, así fuera para sacarlo de quicio, pero no; se había ido dejándome un mal sabor de boca y un agujero en el estómago. No sé por qué me siento así, es algo que me descoloca y me hace querer llorar, pero no lo haré. No puedo mostrar debilidad ante nadie, de eso depende todo mi negocio.

—¿Cómo te llamas? —le digo al gorila que me acaba de decir que su jefe se ha ido.

—Trabajo afuera cuidando la puerta, pero mientras el jefe no esté la cuidaré y vigilaré exclusivamente a usted. —Evade mi pregunta.

—No necesito que me cuiden, ¿qué se ha creído tu jefe? —le digo muy molesta.Sé que él no es culpable, ya que solo sigue órdenes. Me molesta que haya pasado de decirme su nombre, me ha ignorado completamente y me enerva.

—Por favor, señora, no me lo ponga difícil. Sabe que si no cumplo lo pasaré mal cuando llegue el amo. —Es muy dulce para ser un matón.

—¡Aarrgg! No quiero causarte problemas a ti ni a nadie. Está bien, no seré un problema. Dime, ¿seguiré encerrada con llave? —Necesito huir.

—No, señora, por eso estoy aquí. El jefe ha dicho que puede andar por la casa y disponer de ella como le plazca porque es el derecho que tiene al ser su mujer —me dice el gorila, y yo pienso: «¡Dios, dame paciencia!».

—Vale. Lo primero que dispongo es que no me digas señora, sino Ailín. Así me llamo, señora es un título pero no mi nombre—él asiente apenado—. Lo segundo es que me digas tu nombre. Suelo llamar a las personas por él y no me parece correcto decirte... «che», «oye, tú», «segurata»...o «gorila», me parece despectivo, y si estarás a mi lado, para lo que sea que te dijo el troglodita, quiero llamarte por tu nombre. —Me mira serio como si nadie lo hubiese tratado con respeto, sino como un simple matón.

—Me llamo, Marko —me dice bajando la guardia.

—Muy bien, entonces, Marko, acompáñame a conocer la casa, por favor.

Luego de aprender cada lugar de esta mansión, ver sus puntos fuertes y débiles, me fui a acostar pensando estrategias para escaparme cuando sea necesario. No sé si podré hacerlo sola porque la seguridad es mucha.

Que me hayan querido aislar de la mafia no significa que no aprendiera todo tras las sombras. No soy una mujer fácil de dominar y tampoco hago lo que se me dice, en especial escuchar a mi padre y hermano. Ellos son los culpables del resentimiento que tengo, quiero verlos mordiendo el polvo, que sufran lo que yo cuando me privaron de estar con ellos y mi madre.

Crecí lejos de mi familia, me obligaron a llamar mamá a una criada y me pusieron su apellido de casada, ya que su esposo murió de cáncer antes de yo nacer. Pero no piensen que la desprecio por ser una simple sirvienta, estoy muy orgullosa de ella, se ganó con creces ser mi todo y mi mami. Nos fuimos a vivir a Croacia porque ella era de allí y cuando su esposo murió no tenía valor para seguir en Italia. Eso a mis padres les vino como anillo al dedo y solo me visitaban una vez al año dos días. Sufrí mucho porque no entendía que me separaran de ellos, me culpaba por no ser digna de su amor.

Pero por otro lado me obligaban a tomar clases de idiomas y defensa personal; también me entrenaron con toda clase de armas blancas como de fuego. No es por dármelas de nada pero soy muy buena en ello. Supero a muchos hombres y, en especial, a mi padre y hermano. Pero todo este entrenamiento no fue para que estuviera cerca de la familia, sino todo lo contrario: me querían lejos y que nadie supiera de mí.

Traté de curar mis heridas por su rechazo y ser feliz, pero ahí aparecieron otra vez quitándome el amor de Gian. Eso me convirtió en quien soy hoy día, un ser frío y lleno de dolor para con quienes debieron amarme.

Por eso quiero demostrarles que un corazón herido puede ser muy destructivo y acabar con un imperio como el de la familia Graffagnino. La venganza es un plato que se sirve frío y yo llevo planeando muchos años lo que les haré. Pensarán por qué... Porque no me querían cerca, no querían que nadie supiese que era de su familia, querían hacer como que jamás había existido, me obligaban a tomar clases que detestaba, me alejaron diciéndome que no volviera, y cuando creí ser feliz seguían metiéndose en mi vida y acabando con el amor más puro que pude sentir. Por eso quería hacerlos pagar.

A la mañana siguiente me levanté de muy buen humor y fui hacia la cocina.Las chicas ya tenían mi desayuno listo en el comedor, pero lo cogí y lo llevé a la cocina para así comer con todo el personal. Nadie hablaba y se les veía molestos con mi presencia, por lo que decidí romper el hielo.

—Miren —les dije—, sé que puede ser raro verme aquí en vez de en el maravilloso comedor de allí, pero, como descubriréis más adelante, soy una mujer sencilla. Que tenga fortuna no quiere decir que debo tratar a los demás como inferiores; todo lo contrario. Si quieren amor y respeto deben tratar a los demás como les gustaría que lo hicieran con ustedes y también como si esas personas fueran más. —Luego de mi discurso, sus caras eran entre asombro y ternura. Creo que pensaban que sería una pedante gritona que los trataría como escoria, pero esa no soy yo. Mi mami me enseñó que todos merecen respeto y fue la mejor, aunque no corra su sangre por mis venas.

—Gracias, señora, por sus palabras.Creímos que sería déspota con nosotros por ser la mujer del boss(jefe).Conocemos a otras esposas e hijas de la mafia y nos tratan como seres inferiores —me dijo una de las chicas, que creo es la cocinera.

—Bueno, eso de su mujer aún está por verse, lo que sí os digo es que no estaré de viciosa sin hacer nada porque me volveré loca. Verán que soy una persona activa, que me gusta ayudar, y como tengo prohibido salir de esta jaula...no puedo atender mis negocios. Así que haré la comida y cena con vosotras.

—¡Noo cómo cree, señora! —me dijeron las muchachas al unísono.

—Claro que sí. ¿No soy la «señora»?, pues como tal os ordeno que me ayudéis con las comidas. Me relaja cocinar y si no quieren verme amargada, gritando como loca, harán lo que os digo, ¿vale? —Comenzaron a murmurar pero con sonrisas en sus caras.

—Como usted diga, señora —me contestaron.

—No me digan «señora», por favor, llámenme Ailín —Y todos asintieron reflejando alegría en sus rostros.

Así pasamos los siguientes cuatro días entre risas y charlas en la cocina, hasta que llegó «mi tormento» y le dio un ataque porque me encontraba haciendo las labores del servicio. Para colmo, me pilló dándole un beso en la mejilla a Marko... Casi muere de un colapso por esto. Se puso a gritar y a amenazar al pobre hombre. Todos estaban tiesos, con las cabezas bajas en forma de sumisión y a mí me hirvió la sangre. ¿Cómo se atreve a ser tan déspota?

Hice retirarse a sus habitaciones a la servidumbre y le ordené a Marko que siguiera en su puesto. Recogí todo para calmar mis ganas de saltarle encima y golpear al mafioso, necesitaba respirar para hablar calmada o todo se saldría de madre.

Luego de conversar civilizadamente y aclarar algunas cosas...me pidió permiso para besarme. Fue tan bello..., pero tenía una lucha interna. Sé que Nikolay me mueve el tapete y temo que será mi destrucción. Al igual que me dijo que lo seré para él, estoy segura de que será mi gran y único amor. Es por eso que cuando me abrazó, aspiró mi aroma y yo el de él, comencé a llorar desconsolada. Todo lo que había hecho y pensaba hacer se comenzaba a tambalear.

Debía ser fuerte, pensar bien mi estrategia con esta nueva realidad, porque si daba un paso en falso sería el fin de los dos. Temía amarlo y que me odiara, pero hay secretos con los que debes morir.

Me preguntaba qué me pasaba y yo solo podía negar y seguir llorando. Por primera vez en años necesitaba las palabras de mi mamá, Milka, pero ella no estaba, había muerto en un accidente de coche hacía cuatro años. Me había dejado la persona que más amor me dio y la que jamás esperó más que un «mami» de mi parte. Obviamente se lo decía todo el tiempo, porque eso fue para mí, mi mami adorada.

Cuando me calmo le suena el teléfono a Nikolay, me separa de su pecho para coger la llamada y lo observo.

Los secretos de mi esposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora