Capítulo 15 - Temores

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Ailín

Cuando Nikolay fue a la habitación jamás imaginé lo dulce que sería. Es un hombre tosco, que parece sin sentimientos. Al verlo torturar sin compasión a ese hombre y luego su mirada oscura al hablarme, acosándome a preguntas como si yo fuera culpable de lo que pasara, no solo hizo que me frustrara y enfadara, sino que sintiera miedo. Un temor horrible de lo que me podría hacer si se entera de quién soy realmente. Me defendí contando parte de la verdad. Lo de mi madre fue así como se lo dije; con Gian es con quien obvié la parte de mi padre y hermano.

Ese hermano que pensé me apoyaría y cuidaría; su traición me dolió en el alma, ya que era el que siempre iba a visitarme. Nunca me dejaba sola cuando tenía problemas con papá, me contaba sus cosas y me consentía. Sé que lo hizo porque como el heredero del clan debe hacer todo lo que dice papá, pero me dolió que no me pusiera en sobreaviso para estar prevenida y saber a lo que atenerme. Era mi confidente y se me partió el alma que utilizara eso en mi contra.

Nikolay vio mi dolor y que no mentía, pero mi llanto no era solo por eso, sino porque ocultar un secreto tan grande puede destruirte. Sé que él no es aliado de los Graffagnino, que están en guerra y que tenerme con él sabiendo quien soy puede jugar en su contra o la mía. Primero, porque me gusta como jamás creí que lo volvería a hacer un hombre. Por eso no quiero que los sentimientos se empañen porque pertenezco a la familia enemiga. Segundo, porque no sabría si hace las cosas por amor o por aparentar, ya que le soy un buen negocio. Ha sido muy tierno conmigo, tratándome con dulzura y paciencia; no quiero ser un trato comercial.

Así que aquí estoy, llorando como loca por las cosas que me dice, disculpándose pensando que me ha lastimado, cuando la que lo puede herir, y de una forma atroz, soy yo. Si se entera pensará que he sido tan dócil dejándome atrapar sin rechistar porque quería entrar en su casa para ver sus negocios como espía. No creería nada de lo que le dijera, ni siquiera en mi amor por él. Estaría tan resentido que sería capaz de tenerme a su lado viviendo un calvario o hasta incluso podría matarme.

Estoy desesperada, y para colmo de males no me encuentro bien, estoy demasiado sensible, las hormonas son incontrolables. Nunca he sentido esto; vale que con la regla a veces soy un monstruo, pero este nivel de sensiblería no es normal y lo detesto.

Cuando me dijo que la ducha estaba lista me quise parar y me mareé; eso de llorar tanto sin comer no es bueno. Vino a mi lado, me alzó en brazos y me llevó al lavabo. Me dijo que él haría todo y la verdad es que me asusté un poco.

Luego de aclarar las cosas, llorar más y decirle que acepto ser su esposa, se dispuso a desnudarme. Casi muero y tuve que explicarme para que no hubiera malentendidos. Aunque cuando exploten las dos grandes bombas de mi vida no sé si el ser su esposa me salvará, pero por ahora jugaré esa carta como la más valiosa.

El baño fue... No tengo palabras para explicar lo que sentí cada vez que me tocaba sin que fuera sexual, cuando me pasaba la esponja, cuando me enjuagaba, etc. Trató de ser rápido porque podía sentir su erección en mi espalda y no quería incomodarme, pero a esa altura yo estaba con la libido subida y quería más.

No me resistí y rodeé su cuello con mis manos dejando más expuestos mis senos para él. Girando la cabeza, atrapé sus labios. Todo sucedió muy rápido, la intensidad del beso creció de golpe. Luego yo apretando su nuca; él no se pudo contener y sus manos acariciaron y presionaron mis pechos con hambre, mis gemidos salían descontrolados por el placer que me estaba dando. Siguió tocando, besando y mordiendo mi cuello. El vaivén de sensaciones fue tan grande, y jamás sentido por mí, que el fuego de mi cuerpo se arremolinó en mi ingle. Comencé a convulsionar de un momento a otro y a tener espasmos mientras ahogaba un grito de placer. Con mi cerebro procesando lo que pasaba, aún perdida en la nebulosa del éxtasis, sentí como Nikolay me apretaba más hacia él y lograba liberarse de manera sublime con un fuerte gruñido.

Los secretos de mi esposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora