El domingo iba por la mitad de su día y la chica Molly junto a su mejor amigo fantasma se encontraban planificando el encuentro perfecto del dia lunes.
—Y cuando estén por pasar a una habitación recuerda abrirle la puerta y cederle primero el paso— explicaba Scratch con unas gafas de maestro y una regla mientras que señalaba en su pequeño pizarrón.
—¡Entendido!— dijo Molly, algo emocionada.
Mientras Scratch repasaba sus notas para poder preguntarle a Molly, esta se encontraba recordando cosas —Scratch ¿Recuerdas que Andrea me invitó a almorzar hace muy poco?
—Asi es, te salvó el pellejo literalmente.
Molly lo pensó bien y enseguida fue a buscar algo de entre sus objetos. Por su parte Scratch no entendía lo que sucedía —¿Qué estás haciendo?
—Ya que Andrea hizo un gesto dulce por mi pensaba en hacer lo mismo— dijo de forma muy decidida —¿Vendrás conmigo?
Scratch lo pensó un poco y añadió —¿Pero a dónde se supone que iremos?
—No hay tiempo para explicar— decía mientras tomaba a Scratch de la mano y lo llevaba a quien sabe donde.
Andrea se encontraba en su casa haciendo un pequeño obsequio para Molly normalmente lo que haría es comprar algo y decir que lo hizo como solía hacer siempre, pero la Andrea de ahora no lo pensó mucho y decidió regalarle a Molly algo propio desde su corazón. Andrea comenzó a abandonar su estilo de vida como una persona famosa, es decir, ya no hacia mandatos a nadie, comenzó a salir por su cuenta en lugar de pedirle a alguien que la lleve, compraba sus propias cosas que deseaba en lugar de decirle a alguien que lo haga, era un gran cambio para ella.
—¡Me hará falta más cinta!— decía Andrea totalmente orgullosa del regalo que hacia.
La chica Davenport salió de su casa y se dirigió al centro comercial más cercano en busca del objeto que necesitaba. Había un pequeño supermercado que funcionaba de forma muy simple, tomabas algo de las cosas, ibas al cajero a pagar y listo. Andrea ingreso al establecimiento buscando su preciada cinta hasta que lo encontró, la tomó y enseguida se dirigió a hacer fila.
—Scratch por quinta vez ¡No!— protestaba Molly, algo molesta.
—Si solo los asusto un poquito haré que la fila avance más rapido— añadió un Scratch decepcionado de no poder hacer su cometido.
Justo cuando estaba a punto de colocarse detrás de alguien para poder esperar su turno, Andrea los escuchó y logró reconocerlos en el instante.
—¡Hola Molly!— decía mientras iba hacia donde estaban Molly y Scratch.
Andrea caminaba hacia ellos dando pequeños pasos hasta que por azares del destino algo ocurrió. Un pequeño tropiezo hizo que Andrea cayera en Molly, abrazándose de su estómago. Ahora estaban más juntas que antes intercambiando miradas y sonrojos.
—¡Hola!— decía Molly completamente ruborizada mientras aún estaban en la misma posición.
—Perdón por eso y hola— Andrea se apartó un poquito algo nerviosa, aún no creía que se había encontrado con Molly. Ambas se quedaron en silencio haciendo nada más que observarse de a pocos. Hasta que Scratch decidió romper el hielo —Cof cof... ¿Y bien Molly no hablarán sobre algo?
—¡Por supuesto! ¿Cómo has estado Andrea?
—¡Bastante bien!— dijo Andrea muy contenta, al parecer todo lo bueno que le estaba ocurriendo hasta el momento hacía que se sintiera tan feliz —¿Y ustedes cómo están?
—Estamos bien, muy bien— añadió Molly devolviendo la misma energía.
Ambas daban pequeños pasos cada cierto tiempo, mientras que la fila avanzaba ellas aprovecharon para platicar un poco. Incluso Scratch estaba metido en la charla oyendo atentamente mientras que disfrutaba de la conversación comiendo palomitas. Quien diría que un dia tan aburrido podía ser mejorado simplemente por charlar con aquella persona deseada. Luego de un rato al fin era su turno, Andrea y Molly nisiquiera lo notaron, nisiquiera notaron cuanto tiempo había transcurrido desde que llegaron.
—¿Y qué comprarás?— el tipo del cajero era muy amable sonreía cada que podía.
Molly puso encima del mostrador las cosas que tenia para comprar: Cinta, hojas de color, pegamento, tijeras y otras cosas. El sujeto escaneaba y colocaba los objetos en una pequeña bolsa, luego de recibir sus compras ya pagadas era el turno de Andrea.
—¿Sólo llevará una cinta?— decía el chico con el único objeto en la mano ya escaneado.
—Asi es.
—Esta bien serían 90 centavos.
Al buscar una y otra vez en sus bolsillos sin encontrar contacto Andrea llegó a la conclusión de que se le olvidó traer dinero. Estaba tan apenada y avergonzada que no sabia hacia donde ver.
—¿¡No tiene como pagar!?
Andrea estaba totalmente angustiada de no saber que decir o hacer.
—¡Alto! Yo pagaré por ella— decía Molly mientras se acercaba a la caja metiendo su mano en el bolsillo con su actitud enérgica y vivaz de siempre.
—Esta bien Señorita ¿Oiga ella pagará por usted?— preguntaba el cajero.
Andrea solo tendió a decir una sola cosa —Ajá.
Ella quedo totalmente anodada con una expresión de asombro y sin decir alguna palabra. Veía como Molly realizaba una acción totalmente nueva y desconcertante desde su perspectiva. Nunca nadie antes había hecho algo así por ella pensaba que el tema de dar estaba solo en el vocabulario de los ricos. Andrea recordó la imagen de sus padres siendo tacaños y mezquinos con las personas más necesitadas, de alguna forma ese actuar permaneció en ella camuflandose como si fuera una acción positiva. Aquella reflexión se inundó tanto en ella que la ayudó a comprender algo que no entendía.
Molly fue la única persona que le enseñó algo tan importante, el corazón de Andrea ya estaba totalmente en su lugar.
Los tres ya estaban afuera de la tienda pero parece que la única que no se dio cuenta que esto sucedío fue Andrea, estaba tan abrumada que no dejaba de pensar en lo de antes.
—Andrea ¿Estás bien?— preguntaba Molly con una expresión de duda.
En el instante de recibir aquella pregunta la chica de abrigo rosa volvió a estar conciente del ahora, sus ojos volvieron a conectar con el mundo. Nunca antes Andrea había visto de esa forma a Molly, la forma en la que para ella es el ser más puro que hay, que a pesar de las trabas que ella puso en un principio nunca se rindió con su amistad. Sentía que estar con Molly significaba estar en paz, tenerlo todo y ser la persona más feliz.
Scratch y Molly estaban charlando y riendo con un helado en la mano o al menos es lo que podíamos observar desde nuestra perspectiva, pero para los ojos de Andrea solo existía Molly riendo y siendo linda con un total silencio acompañado. El mundo se paralizó y Andrea por fin después de tanto tiempo supo que había encontrado lo que tanto le hacía falta.
—¡Hey Molly! Gracias por lo de la cinta prometo devolvertelo en cuanto pueda
—No necesitas pagarme
—¿De verdad?
—¡Claro! Lo hice por ti y porque somos amigas, no quisiera que algo tan vacío como el dinero se interponga en esa amistad.
Los ojos de Andrea inmediatamente se llenaron de lágrimas y pequeños brillos, ella de alguna forma recordó este intercambio de palabras ocasionando que algo dentro de ella se rompiera.
—¡Gracias!
Con los ojos llorosos extendió los brazos rápidamente atrapando a Molly en un dulce abrazo.
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Estoy Enamorada De Ella (Molly x Andrea)
FanfictionMolly Mcgee es estudiante de una secundaria en un pequeño pueblo llamado Brighton, en el que allí convive con su familia y un gruñon fantasma carismático llamado Scratch. En aquella escuela Molly tiene a una mejor amiga llamada Libby y a unos cuanto...