Suerte (Whenever, Wherever)

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Eduardo.

El día comenzó totalmente extraño, hasta miedo me dio despertar este viernes quince de noviembre, exactamente a las siete de las mañanas unas alarmas comenzaron a sonar, el sonido era algo escalofriante, no duro mucho para que la voz de un profesor se escuchara por cada rincón de la escuela.

"Querido alumnado del plantel campo bello, se les informa que a partir de las ocho de la mañana comiencen a revisar sus correos, se les hará llegar un horario que iniciara a las nueve en punto de la mañana, este les ayudara a saber en qué salón está el maestro y en qué momento tienes que recoger tu calificación. Los exámenes están cancelados, a nuestros alumnos se les evaluara con lo que tengan, si tienes problemas con algún trabajo o cosas pendientes con el profesor, asegúrate llevar todas tus cosas para que se resuelvan a más tardar a la una de la tarde. No importa tu turno, te invitamos a pasar a recoger tus documentos con tu calificación de cada materia para estar oficialmente graduado del semestre según correspondiente. Muchas gracias por escoger al centro de estudio "Campo Bello", te deseamos lo mejor en tus próximos semestres"

Gonzalo también estaba muy asustado, había estado sudando frio durante el discurso del profesor, ambos estábamos de acuerdo que todo parecía sacado de una película de terror. El grupo de mensajería que tenía con todo mi grupo no tardo en revivir, todos estaban muy desconcertados, otros simplemente estaban felices por salvarse de los exámenes que tanto nos habían preocupado.

Gonzalo se puso de pie y se vistió para irse directo a su cuarto, pues anoche ambos compartimos habitación con la excusa de que la noche helada no nos dejaría dormir si estábamos separados. Se despidió con un dulce beso para ir a arreglar todas sus cosas, me había comentado que tenía algunos problemas con dos o tres maestros que hoy se arreglarían sí o sí.

Yo imite su acción yendo por mi mochila mientras revisaba todos los mensajes y correos que me estaban llegando a mi celular. Parecía estresante, todo dentro de mi habitación estaba hecho un mierdero, realmente tenía un desorden monumental, pero el estrés aumento cuando salí de mi cuarto. Los pasillos parecían mareas de alumnos, algunos riendo u otros asustados, aunque todos concordaban con una sola cosa, esto no era del todo legal.

Los patios estaban peores, a las ocho en punto la papelería se encontraba llena de alumnos para imprimir o escanear documentos, la cafetería estaba desolada, ni un alma se aparecía por ahí, el centro de lavado estaba igual, el único que realmente estaba peor que todo era la entrada a la zona escolar. Insultos, gritos, chiflidos y empujones en todo lo que se podía apreciar, los jóvenes estaban tratando de entrar por la fuerza para arreglar las cosas con las materias que estaban perdidas.

Realmente tuve mi momento de estrés dentro de esas paredes con torniquetes que separaban los dormitorios de la zona escolar, algunos profesores como guardias hacían su mejor intento para controlar al alumnado, pero no podían hacer mucho. Ocho cincuenta y nueve fue la hora exacta cuando los docentes se apartaron dejando los torniquetes sueltos para que pudieran pasar sin ningún obstáculo la bola de gente que se había formado fuera de la entrada.

Durante todo este caos me pude percatar nuevamente de la inmadurez de los alumnos al dirigirse hacia los profesores o guardias del plantel, algunos inclusive los querían golpear solamente por que la materia la habían reprobado, en mi salón no fue muy diferente la cosa. Los gritos, chiflidos, insultos o amenazas estaban en su auge.

Mientras pasabas por los patios, podrías apreciar como las sillas de los salones estaban afuera amontonados con muchos alumnos alrededor pidiendo una explicación del que estaba pasando. Los salones que estaban en las plantas altas no cambiaron mucho, se veían como los escritorios caían desde las alturas a la bola de bancas que estaban en el suelo mientras todos gritaban pidiendo aclaración alguna del que estaba pasando.

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