Ciao papà

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Damiano:

Después de hablar con nosotros, Fabiana se concentró en reunir las pruebas necesarias para arrestar a Tony. Aún contaba con el apoyo y aprecio de los abogados de su padre y ellos se encargarían de todo; sin embargo, si Tony entraba a la cárcel era posible que la disquera y toda nuestra carrera se fuera al carajo. Fabiana estaba decidida y nosotros correríamos el riesgo.

Desafortunadamente, no podíamos acusar a Tony por la muerte de Ana Lía o del reciente accidente de Brandy. Las sospechas de Olivia no eran suficientes; incluso, tuvo que regresar a Londres por seguridad.

Brandy:

Tony era astuto como un alacrán. Era obvio que no se quedaría de brazos cruzados ni se dejaría atrapar fácilmente. Al menos, intentaría causar el mayor daño posible antes de salir de nuestras vidas.

Tony:

Ya pasaban de las cinco de la tarde. Me recliné en la silla de mi oficina pensando en las giras, discos, premios, conciertos... Todo el tiempo invertido en Måneskin. Estaba dispuesto a  deshacerme de cualquiera que amenazara mi éxito aunque ella fuera una pieza difícil de eliminar. "Marlena, Mar-le-na..." repetía observando su perfil de Facebook en mi celular.

"Brandy Rostchild"

"¿Por qué regresaste?" Me repetía una y otra vez. Era una mujer hermosa pero no se parecía a Ana, ni a Olivia; curiosamente, se parecía a mi madre. Sonó el teléfono interrumpiendo mis pensamientos. "La señorita Brandy Rostchild desea verlo, no tiene cita, pero es la prometida de Giovano David" dijo la recepcionista.

-Hazla pasar -respondí.

Marlena entró decidida, cerró la puerta mientras yo me ponía de pie. Caminó hasta mí con la frente en alto; no había arrogancia en su rostro pero tenía un impresionante aire de seguridad. El escritorio nos separaba. Extendió la mano y por simple reflejo se la tomé.

-Ciao papà.

La sangre comenzó a recorrer mis venas con rapidez. Nunca había sentido nada igual. Me miraba fijamente, fuerte, valiente, poderosa. Las piernas comenzaron a temblarme... ¿será posible?

Brandy:

Tony palideció al escucharme llamarlo así. Solté su mano y me senté. Había un extraño rastro de familiaridad en su mirada. Se me revolvió el estomago al recordar que ese hombre me había dado la vida y un par de semanas atrás también había intentado quitármela. Intentaba contener mis emociones cuando soltó:

-¿Sabes quién soy?

-Sí... -respondí sosteniéndole la mirada.

Caminó hasta mí y se sentó en la silla que estaba a mi lado, cruzó los brazos diciendo en tono sarcástico:

-Si estás aquí... en realidad no lo sabes -hizo una pausa acompañada de una sonrisa tensa y siguió: -Yo soy, Tony Rosso "el señor Tony Rosso" para ti. Le dije a Olivia que solo tenían UNA condición: quedarse lejos.

-Lo sé, es por eso...

-¿Te crees muy inteligente? -Me interrumpió -Deberías saber que siempre voy un paso adelante.

Estaba justo frente a mí pero no me trasmitía miedo, parecía... orgulloso. Su actitud me confundía y yo estaba ahí para confundirlo a él. De pronto, se acercó y me acarició el cabello con tanta naturalidad como si lo hubiera hecho toda la vida:

La paura del buioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora