Capítulo 16

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Curt la veía a los ojos completamente embelesado, la modelo miró en el letrero creyendo que se había equivocado de baño, pero no, en efecto era el de damas, señaló el letrero sin poder articular palabra gracias a los nervios que la envolvían debido a la cercanía.

— Lo sé — habló finalmente el fotógrafo recuperándose.

Ella miró en todas direcciones que nadie se acercara, lo último que quería era levantar rumores o hacer escándalo. La cercanía y distancia en la que estaban era comprometedora.

— ¿Qué pasa? ¿No quieres que nos vea tu cita en turno? — soltó Degan presa de los celos al recordar a aquel hombre que se paseaba por el salón como si fuera un pavo real presumiendo a la hermosa Astrid.

Ella sintió la sangre hervir en su torrente sanguíneo y le propinó una bofetada que resonó en el lugar. Desconcertado pero aún celoso, él la sujetó de un brazo apartándola de la puerta al tiempo que la acorraló en la pared cerca de una esquina antes de sujetar su mandíbula, la joven Ryan le sostenía la mirada sin rechistar haciéndolo sentir desafiado.

La besó descargando sus celos en un beso tosco y le sorprendió que ella respondiera con la misma intensidad, el deseo viajaba en ambas direcciones envuelto en una máscara de ira.

Ella lo sujetó del cuello tratando de contenerse y el fotógrafo empezaba a perder el dominio propio, cuando intentó profundizar el beso la presionó contra la pared, pero ella lo empujó lejos de su cuerpo rompiendo el beso antes de darle una segunda bofetada en la otra mejilla.

— Busca una prostituta que te baje la calentura porque yo no soy el juguete de nadie y ni todo tu dinero sería suficiente para que me rebaje a quererte amarrar con un hijo — soltó tomando aire por la boca, limpió el borde de sus labios dedicándole una mirada dura al fotógrafo y se fue dejándolo sólo.

Confundido, con el corazón latiéndole como locomotora a todo motor en su pecho, los labios rojos, el cuello de su camisa un desastre, ambas mejillas rojas y la respiración agitada la vio irse, por extraño que pareciera se sentía complacido por su reacción.

La menor de los Degan observaba a su hermano con una ceja alzada, una ligera sonrisa un poco divertida y en shock, vio al fotógrafo rozar el dorso de su mano en sus mejillas por el ligero escozor que le habían provocado las bofetadas.

Sofía había seguido a su hermano para cubrirle la espalda y que nadie los atrapara, después de todo eran Degan, pero se vio obligada a oír la discusión, cuando el silencio reinó espió solo para ver cómo se devoraban en un beso y volvió a esconderse en la equina. El sonido de la bofetada la hizo ensanchar la mirada, luego el sonido de los pasos alejarse la hizo salir de su escondite para ver a su hermano embobado viendo la espalda de Astrid alejarse.

— Eres masoquista — lo molestó — si esa mujer no es mi cuñada no aceptaré a nadie más.

Curt la miró y le dió media sonrisa antes de volver al salón, por más que buscó a la modelo no la vio de nuevo en el resto de la velada, ni a ella, ni al hombre que la había acompañado. Lo único que calmaba sus celos era que le había respondido el beso y la ferocidad con la que había defendido su imagen.

Dos días después en Degan Publicity's

— Sandy, agenda mis reuniones para mañana y despeja mi tarde — pidió Curt por el teléfono de su oficina.

— Después de todo no te puedo dejar ir Astrid — mencionó en voz alta, el carraspeo del teléfono le hizo saber que su secretaria lo había oído — eso es todo Sandy, tómate la tarde también tú.

Sabía de sobra que su secretaria era tan hermética como una tumba, era una mujer adulta, sabía callar, escuchar, acatar órdenes, tener su agenda en orden y al día, era la secretaria perfecta.

Bajo el lente de la cámaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora