Para cuándo el fotógrafo volvió a su departamento la castaña se encontraba en la ducha, así que dejó una muda de ropa que había comprado para su novia, al llegar al centro comercial solo tuvo que pedir la ropa, esperando que la talla que había pedido le quedara bien.
Cuando ella salió envuelta en una toalla se encontró con una bolsa de la que extrajo un suéter de lana color azul de cuello redondo, un pantalón entallado negro y un par de tenis blancos, el conjunto con encajes azul se encontraba a un lado.
Cuando el fotógrafo la vio acercarse a la mesa donde acomodaba la comida sonrió orgulloso por haber acertado.
—Buenos días —la saludó con un beso cuando estuvo junto a él.
—Buen día —devolvió antes de tomar asiento.
—¿Estás ocupada hoy? —quiso saber mientras desayunaban.
—Hoy...—se detuvo pensando en Marc —tengo libre hasta la tarde.
—Está bien, te llevaré a un lugar —comentó
Mientras el desayuno en el penthouse se desarrollaba, la situación en casa de Sasha era otra.
Por petición de su madre Hart había tenido que ir hasta el otro extremo de la ciudad para recoger unos paquetes de su último viaje que por accidente habían terminado ahí, por algún motivo sentía que la maquillista no estaba bien, aunque le pidió acompañarlo ella se negó, así que no tuvo más remedio que ir solo, en el trayecto no hacía más que recordar la mirada brillosa e irritada de la latina cuando ingresó el departamento y la encontró con Zamar, había algo más en su mirada, vio enojo, miedo, justo como la noche en la que se lo dijo a él. Pero, ¿miedo de qué?
Mientras era visto salir del departamento, Zamar se acercó al timbre de la puerta luego de esperar un momento que el casanova se alejara lo suficiente, al abrir vio que Sasha se preparaba para salir.
—Lo sé todo —soltó Zamar.
—¿Qué es todo? ¿de qué hablas? —la latina no estaba entendiendo y alzó ambas cejas cuando Zamar pasó junto a ella caminando hasta la sala —¿Qué carajos te pasa? —exclamó molesta por su actitud.
—A mí no me vas a mentir como a él —dejó caer una carpeta y un reproductor sobre la mesa de centro, la alemana estaba absolutamente seria —lo sé todo Sasha, Ramiro, tu madre y Santiago.
Al oír esas palabras se acercó a la mesa atónita revisando los documentos, se trataban de fotos de redes sociales personales de Santiago, Teresa y Ramiro, tomó la grabadora de voz se colocó el auricular y lo que escuchó fue la primera llamada del día en que descubrieron que estaba en contacto con su hermano; sus ojos se ensancharon y sus fosas nasales se abrían para recibir las fuertes cantidades de aire que inhalaba la maquillista para controlar su temperamento explosivo.
—Violaste mi privacidad —reclamó.
—No pensabas contarle a nadie —se excusó.
—No es tu problema Zamar.
—No te voy a dejar sola cuando te están extorsionando.
—Esto es un crimen —dijo agitando en una mano la carpeta y en la otra el reproductor.
—Quebraré las ley las veces que sean necesarias, no te dejaré pasar por esto sola— afirmó sin dar marcha atrás.
—Llamaré a la policía —amenazó contundente levantando el teléfono de casa.
—Adelante, llámalos —replicó poniéndose cómoda en el sofá de la latina —me vas a ahorrar el favor, les diré lo que pasa.
—Eso no es asunto suyo, es de otro país.
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Bajo el lente de la cámara
RomanceUna joven modelo con problemas económicos, desempleada y con un hermano en coma. Un fotógrafo con una vacante disponible que necesita llenar urgentemente. La joven modelo tendrá que soportar el agotador ritmo de trabajo de su atractivo fotógrafo, e...