Capítulo 25

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La semana transcurría, Sasha veía lentamente la mejoría de su hermano y los médicos elogiaban la mejoría del muchacho, Zamar había comenzado a acercarse con pasos titubeantes, cada paso que daba preguntaba a la latina si estaba bien, si le molestaba o si podía hacerlo; la maquillista creía que era una exageración de la alemana mientras que Santiago se mantenía hermético, las conversaciones con él giraban al rededor de los cómics, el joven sentía que no era lo que parecía y aunque no le decía nada a su hermana, él se mantenía alerta.

—Ese es muy bueno, una vez lo miré en un local, pero no lo compré —mencionaba Santiago sobre un cómic del que la alemana le mostraba una fotografía en su teléfono.

—Es de los mejores, pero hay más, mira —comentó mientas cambiaba a otra foto.

Sasha los observó de lejos y analizó la actitud de Santiago dándose cuenta que mantenía sus distancias con Zamar Fritzler.

Una llamada la hizo darse la vuelta para responder en el pasillo.

—Hola —respondió a la expectativa, el número era desconocido, pero no había ruido en el otro lado de la línea —hola —el tono que finaliza la llamada fue la única respuesta.

Extrañada miró el móvil hasta que la pantalla se iluminó de nuevo mostrando el nombre de la modelo.

—Hola —respondió aturdida por la extraña llamada.

—¿Hola? —dijo con tono divertido la castaña y Sasha soltó una risita —¿Quién soy, un asesino serial? —mencionó entre risas —se nota que te hace falta...

—Oh no, ni lo digas —sentenció la maquillista.

—¿Ahora vas a hacer su nombre prohibido?, No seas infantil.

—No es eso, es solo que...

—Estas huyendo — afirmó Ryan.

—Algo así, pero tú.., ¿Hasta cuándo me ibas decir que sales con el bombón asesino? —el otro lado de la línea se quedó en silencio y Sasha no evitó soltar una risa triunfal —¿no soy la única que huyó o sí?

—Sabes Sasha, acabo de recordar que tengo que cenar con la novia de mi padre —se escusaba divertida.

—Eso, huye cobarde.

—Esperaba a que volvieras —mencionaba antes de colgar.

La maquillista sabiendo que era mentira, guardó su teléfono con una sonrisa; la última vez que la hizo bajar al estacionamiento con sus bolsos había recibido un mensaje de su jefe diciéndole que hiciera bajar a la castaña al estacionamiento. Desde entonces solo se hizo la desentendida.

Astrid terminaba de arreglarse para su salida con Claire y el doctor Jansen mientras el CEO se encontraba de viaje, no era más que un viaje corto de un día, pero la negociación se había alargado hasta la cena de la noche.

—Sr. Degan, escuché que su nueva modelo principal es muy buena y que está a la altura, pero me gustaría que durante nuestras colaboraciones nuestros propios modelos exhiban nuestros productos —mencionaba uno de los empresarios.

—Nuestros modelos son de primera categoría, ¿está dudando de nuestra capacidad señor Collins? —inquirió ante la visión de verse incompetente.

—No no, señor Degan, no me mal interprete, nuestros modelos son la imagen de nuestra empresa, queremos que sean ellos lo que promuevan nuestros productos, sin embargo su trabajo es magnífico, por eso lo hemos buscado.

Curt Degan analizaba la información que recibía y la sopesaba poniendo en beneficio los pro y los contras. Por un lado podía disponer de modelos sin la necesidad de un contrato, pero por el otro si los modelos no estaban a la altura sería caótico.

Bajo el lente de la cámaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora